En Viaje a Ixtlán, el brujo indígena habla con el antropólogo Carlos Castaneda:
“Don Juan dijo que todos cuantos me conocían tenían una idea sobre mí, y que yo alimentaba esa idea con todo cuanto hacía.
‒ ¿No ves? ‒preguntó con dramatismo‒. Debes renovar tu historia personal contando a tus padres, o a tus parientes y tus amigos todo cuanto haces. En cambio, si tú no tienes historia personal, no se necesitan explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con tus actos. Y sobre todo, nadie te amarra con sus pensamientos. (…)
Vale más borrar toda historia personal ‒dijo despacio, como dando tiempo a mi torpeza de anotar sus palabras‒ porque eso nos libera de la carga de los pensamientos ajenos. (…)
Lo malo es que, una vez que te conocen bien, te dan por hecho, y desde ese momento no puedes ya romper el lazo de sus pensamientos. A mí en lo personal me gusta la libertad ilimitada de ser desconocido. Nadie me conoce con certeza constante, como te conocen a ti, por ejemplo”.
Carlos Castaneda (1972), Journey to Ixtlan. The Lessons of Don Juan. Traducido al español como Viaje a Ixtlán (1975). México: Fondo de Cultura Económica, pp. 34-38.