Querido Quino:
No a todos podríamos decir lo mismo. Pero en el caso tuyo (¿puedo tutearte?) siempre te hemos considerado como de la familia: lo decimos a plenitud. Como pocos, has podido cumplir con tu cometido en la vida: hacernos reír, sonreír, invitándonos a pensar sobre una existencia que a menudo malvivimos, sobre la relación con nuestros semejantes.
Y es que supiste poner, en cada uno de tus personajes, partecitas de nosotros mismos. Todos tenemos algo de la rebeldía de Mafalda, del conservadurismo de Susanita, de la inseguridad paralizadora de Felipe, de la falsa autosuficiencia de Miguelito, de la terca codicia de Manolito y de las aspiraciones minúsculas de Libertad. Por eso, te hemos querido tanto.
Y cuando supiste ‒a tiempo‒ dejar huérfana a Mafalda para que se defendiera sola por el mundo, pudimos acudir a tu Mundo Quino, que fue nuestro entrañable Kafka cotidiano de bolsillo: caricatura del poder, de la burocracia ordinaria que carcome al mundo.
Pero algo más quería decirte, como lo hizo Gabo en su momento con los Beatles: gracias por ser ese puente intergeneracional entre nosotros y nuestros hijos: te regalábamos en los cumpleaños, intercambiábamos tus tiras, te leíamos y te reíamos juntos. Ahora también podemos hacerlo con nuestros nietos.
De verdad, don Joaquín, puede usted marcharse muy tranquilo porque ha sabido cumplirle de sobra a este mundo.
Jorge Luis Puerta
Octubre 6, 2020
1 Comentario
Homenaje muy merecido. Quino trascendió !