Al preguntarnos si ¿somos libres o determinados? respondemos que “aunque las interacciones entre los miles de millones de neuronas de nuestro cerebro condicionan nuestro comportamiento… podemos intervenir o influir voluntariamente para que haya unas conexiones que produzcan un resultado deseado”. Es hora de hacer esta intervención voluntaria. Otro tanto se puede decir de la creación de hábitos positivos o de la eliminación de hábitos perjudiciales. Y así, en otros campos, es importante pasar del saber al practicar.
Ya decía San Pablo que “no hago el bien que quiero, sino que practico el mal que no quiero”[1]. Cada uno de nosotros, seguramente, tiene una experiencia semejante: trata de dejar de hacer algo que considera inconveniente, pero no lo logra; quiere obtener un hábito que conviene, pero pasa el tiempo y no lo adquiere… desea realizar un acto generoso o positivo, pero encuentra mil excusas y no lo hace.
¿Cómo podemos poner en práctica lo que comprendemos como bueno o preferible?
Una amiga me confesaba, en una ocasión, que había llegado a una situación indeseable pues aceptaba o buscaba comportamientos sexuales incorrectos con personas de distinta condición (el jardinero, el fontanero, etc.) en forma indiferenciada. Hasta que un día decidió que no quería seguir con esa conducta inadecuada y “cortó por lo sano”, “de una”.
Esa es una forma efectiva de lograr lo que se quiere, porque al contrario, mientras se alimenta la duda, cuando se trata de justificar un comportamiento inadecuado por lo positivo que pueda ofrecer, si se trata de dejar “poco a poco” una conducta inconveniente… no se logra un resultado eficaz; en cambio, si se toma una decisión tajante, si no se permite darle largas al cambio, si no se alimenta la posibilidad de cambiar a medias… se consigue lo positivo que se quiere: se comprueba que no estamos determinados por nuestras neuronas, sino que nuestra voluntad interviene sobre el dinamismo de ellas y experimentamos que somos libres para decidir y actuar. Experimentamos la satisfacción del resultado que queríamos.
Así pues, me confieso y les comparto que es hora de poner en práctica los planteamientos que he expresado en varios de los artículos publicados en este blog :
- Una enseñanza del capítulo 2º de la encíclica Fratelli Tutti, un extraño en el camino es que no se trata de preguntarnos quién es nuestro prójimo, sino de hacerme prójimo para los demás, especialmente para los necesitados, para los pobres… y con la afirmación del evangelio de Mateo: “a los pobres los tendrán siempre cerca” [2], no tenemos excusa para auxiliar, por lo menos, a algunos de los que me encuentre por el camino de la vida.
- Los Evangelios fueron un libro leído en grupo, y decido seguir estudiándolos periódicamente.
- Es necesario revisar diariamente la actitud y la significación con que intercambio con los más cercanos y enfrento las situaciones que me rodean.
- Ante los conflictos con otra persona (graves o normales) decido atreverme a exponer claramente mis puntos de vista, intereses, necesidades, expectativas, sentimientos, preferencias, preocupaciones, formas de actuar… decido escuchar igualmente los de la otra persona… y busco acordar lo que se puede hacer, de parte y parte, para conciliar las diferencias y, gerenciar así, los conflictos mutuos.
- La importancia de los 5 hábitos trascendentales y sus invitaciones: sé atento, sé inteligente, sé razonable, sé responsable, sé amoroso, requieren estar cuidadoso, comprender permanentemente, comprobar antes de afirmar, actuar con ética, amar sinceramente. Y estos hábitos quiero ejercitarlos continuamente hasta que se conviertan en parte de mi forma de ser y mi estilo de mostrar la propia personalidad.
- Alguna vez decía: creo, pero no voy a misa, pero modifiqué esa expresión diciendo que creo y alimento mi fe y adhesión al Cristo total en la celebración de la Eucaristía; ahora, participo en la Misa dominical -preferible presencial más que sólo por T.V.- pues así comparto mejor la fe de la comunidad y puedo comulgar sacramentalmente; quiero perseverar en esta participación.
- Es renovable e inagotable la energía espiritual que la presencia permanente de Jesucristo resucitado mantiene a nuestra disposición, en la celebración eucarística y su prolongación sacramental; por lo tanto, me acercaré con frecuencia y participaré como acabo de decir, sin excluir las demás formas de relación y comunicación espiritual con el Dios trino, que se traduzcan en mi contribución al bien social.
- Si el amor verdadero es una relación inmortal, no puedo permitir que muera o se debilite; lo alimentaré diariamente con obras y gestos, pero también necesito expresarlo con palabras. Si pongo cuidado, encontraré la forma adecuada, de acuerdo con cada persona y con cada situación cotidiana.
- Invite a recordar, revivir y escribir. Es bueno el ejercicio para uno mismo y puede servir para otros. Decido hacerlo, sobre todo, acerca de las cosas que hemos hecho bien.
Y así, cada uno, puede revisar qué quiere hacer y no lo ha hecho, para decidir hacerlo; o qué quiere dejar de hacer y deja de hacerlo, “de una”.
Jesús nos dijo: “ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo” Es bueno que cada uno encuentre la forma de dar sabor a sus relaciones y de ser luz para los demás.
Un año nuevo -ya avanzando- es una ocasión propicia para poner en práctica tantos buenos deseos que se quedan muchas veces en eso, en deseos, sin convertirlos en hechos o realidades. Es hora de poner en práctica, de pasar del saber o la teoría a la acción concreta.
[1] Carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 19
[2] Evangelio de San Mateo, capítulo 26, versículo 11
Vicente Alcalá Colacios
Febrero, 2023