Pensar a largo plazo

Por: Francisco Cajiao
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La capacidad de mirar a largo plazo es señal importante para evaluar la seriedad de los candidatos. Es imposible que individuos soberbios, urgidos de ser reconocidos como héroes y transformadores en un cuatrienio, puedan pensar a largo plazo.

Hoy martes ya se sabe quiénes estarán en la competencia por la presidencia de la República y tendrán que hablar más de su visión de país que de la mecánica electoral, como hasta ahora.

Ojalá la modalidad de las coaliciones contribuya a que el debate no sea exclusivamente de individuos mesiánicos con iluminaciones y fantasías no solo irrealizables, sino muy peligrosas, en especial para ese grueso de votantes a quienes pretenden redimir de las garras de la pobreza y la explotación. La historia, por desgracia, ha mostrado que países ricos, con grandes posibilidades científicas, industriales y económicas, se han pauperizado en plazos muy cortos por cuenta de caudillos populistas muy hábiles para disfrazar su ignorancia, pero demasiado proclives a enloquecerse con el poder.

Por el contrario, las lecciones que deja la experiencia de países con altos niveles de desarrollo y bienestar es que el progreso colectivo, la conquista efectiva de los derechos de las mayorías, la posibilidad de convivir bajo altos estándares de confianza y seguridad y el respeto por los recursos públicos son el resultado de procesos de largo plazo que requieren paciencia, conocimiento, sensatez y una sana humildad de los gobernantes. Es imposible que individuos soberbios, urgidos de ser reconocidos como héroes y transformadores en un cuatrienio, puedan pensar a largo plazo. A estos fulanos no les quedan sino dos alternativas: chambonear y hacer fuegos artificiales o perpetuarse en el poder a como dé lugar. Por eso se inventaron los partidos políticos, que permiten buscar grandes propósitos sin sucumbir al caudillismo.

Aquí, entre nosotros, de manera muy imaginativa nos las arreglamos para acabar con todas las agrupaciones capaces de pensar la política con seriedad y continuidad.

Hemos llenado el Congreso de gente muy rara y surgen por docenas curiosos personajes que sienten estar maduros para dirigir el país. Pero cada quien va por su cuenta, haciendo alardes de creatividad en su vestuario, lenguaje, publicidad, redes sociales…

Por eso se ocupan poco del desarrollo científico, del cuidado de sus recursos naturales, de la educación, de la generación de industria productiva en los municipios, de la inversión seria en desarrollo y protección de la infancia y de todas las cosas que requieren quince o veinte años para madurar. Lo malo es que muchos países en el resto del mundo sí lo están haciendo y nosotros nos seguiremos quedando atrás.

Quienes ahora compiten por la presidencia deben mostrarnos cómo se imaginan el país en veinticinco o treinta años, para saber qué debemos hacer en los primeros cuatro. Seguimos con un modelo educativo de hace cinco décadas y todos los gobiernos le ponen parches para tratar de tapar las goteras, sin darse cuenta de que todo el techo está haciendo agua. Se ofrecen unas becas por aquí, unos alivios de intereses por allá, unas conexiones de internet en el campo y un par de horas adicionales en la jornada escolar. Pero eso no resolverá las enormes brechas sociales que se ampliaron en la pandemia, ni la falta de motivación de los chicos para estudiar ciencias ni la falta de empleo decente para los profesionales y para quienes han dedicado años a estudios avanzados de posgrado.

Incrementar el presupuesto de educación, sin verificar que cada centavo contribuya a reducir la desigualdad, es una labor inútil. Los recursos adicionales que deben conseguirse deben ir a compensar las desventajas de los sectores de población que inician su vida en la pobreza. Portugal, por ejemplo, centró su acción en asegurar que la primera infancia tuviera todas las garantías de alimentación, cuidado y educación de las madres. Quince años después estaba por encima de los niveles medios de la Unión Europea.

La capacidad de mirar a largo plazo es una señal importante para evaluar la seriedad de los candidatos y de los equipos políticos que los rodean.

Francisco Cajiao

1 Comentario

John Arbeláez Ochoa 15 marzo, 2022 - 5:56 pm

Pacho, como siempre, tienes una visión acertada sobre la educación que requiere nuestro país y que debe implantarse cuanto antes pues nuestra nación va camino del fracaso con el paupérrimo sistema educativo que tenemos, si es que se puede llamar sistema educativo. A lo mejor ya tocamos fondo en materia educativa, aunque quedan faros vigilantes que advierten sobre esta hecatombe como son las luces de tus escritos.

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