¿”Nuestras” calles?

Por: Jorge Luis Puerta
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El derecho a la calle es un excelente indicador del machismo que aún persiste en permanecer entre nosotros. 



Manifestación tras la muerte de Sarah Everard frente a Scotland Yard, en Londres, el pasad16 de marzo. Fotografía de Henry Nicholls / Reuters*

Hace ya un tiempo, cuando mi última hija tenía 16 o 18 años, conversábamos sobre cómo era sentirse mujer hoy.

“Papá, me decía, ustedes los hombres nunca tienen que pensar cómo deben salir a la calle. Para nosotras es una necesidad: pensar ¿a dónde voy? ¿Cómo tengo que vestirme para no arriesgarme demasiado?”. Sus palabras fueron una iluminación como la de un rayo sobre esa sociedad salvaje que desde hace siglos hemos creado y seguimos manteniendo.

Una mujer camina sola, por cualquier calle, de cualquier ciudad, de noche. Debería ser algo totalmente normal. Pero en nuestro mundo no lo es… Si no, veamos el caso de Sarah Everard, de 33 años, que caminaba sola por las calles de Londres, la noche del pasado 3 de marzo. Una semana después, Wayne Couzens, de 48, miembro de la policía metropolitana de Londres, confesó haberla violado y asesinado[1].

Julia Ducournau, la directora francesa de cine de 37 años que acaba de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes por su película Titane, afirmaba en una reciente entrevista: 

“Mira, cada vez que sale una mujer a la calle, siente algo de miedo (…). Cuando vuelve a casa de noche, cuando te cruzas con un tipo de madrugada por la noche en el metro. Tenemos un problema enorme de distinta percepción del espacio público entre hombres y mujeres. Me indigna profundamente esa marca que llevamos las mujeres en la espalda de víctima predesignada. En mayor o menor medida todas hemos sentido eso”.

Antes de hablar de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, de cuotas de equidad de género en el mundo laboral y político, de equiparación salarial, nos acecha esta pregunta tan básica y desafiante: ¿por qué una mujer joven no puede practicar el derecho elemental de caminar por la calle, sola, de noche, sin dejar de sentirse una víctima en ciernes?

Y es que el acechador puede ser cualquier hombre con su instinto fuera de control, con la fuerza y la capacidad para aprovecharse de esa mujer “sospechosa” por el simple hecho de caminar sola, de noche, por cualquier calle de cualquiera de nuestras ciudades o pueblos.

Y esa es la sociedad “occidental y cristiana” de la que necesitamos desaprender aún tantas cosas, para llamarnos civilizados… 

* Cfr. https://elpais.com/opinion/2021-06-03/caminar-sola-de-noche.html

Jorge Luis Puerta


[1] Amanda Mauri, escritora española, en El País de Madrid, comenta la noticia del asesinato de Sarah Everard.

2 Comentarios

John+Arbeláez 9 septiembre, 2021 - 8:16 am

Jorge Luis, tu artículo nos acerca a las “Nuevas Masculinidades”. Es mucho lo que tenemos que desaprender de ese machismo patriarcal insertado en nuestro ADN cultural. Ese desaprendizaje empieza por la Coeducación que ya está en marcha en los colegios Jesuitas, mixtos desde hace varios años.
Es muy interesante y aleccionador conocer sus avances: el joven aprende a reconocer y respetar los valores y la psicología de la joven que se sienta a su lado en el salón de clase y con la que comparte los recreos, fiestas y trabajos escolares.

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LUIS GUILLERMO ARANGO LONDOÑO 9 septiembre, 2021 - 10:36 am

Cruel realidad. ¿Cómo será en la cultura oriental? Me lo imagino igual en todo el mundo. ¿Será que el machismo es uno de las reacciones “animales” de las cuales la evolución de los humanos aún está lejos de superar?
Un abrazo.

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