Hace poco, escribimos sobre la Inteligencia Natural Humana y sus logros históricos. Hoy expresamos que el ser humano es mucho más que inteligencia. En noviembre de 2021 se presentó en este blog, una propuesta integral sobre la esencia del hombre. En varios artículos se han sugerido las formas de desarrollar la esencia del ser humano; en este artículo, continuamos con esa tarea que siempre va más allá.
La inteligencia humana natural es tan importante que durante mucho tiempo se ha considerado como la característica distintiva de nuestra especie biológica, de tal manera que se definía al ser humano como “animal racional”. La razón ciertamente es una de las capacidades o potencialidades humanas más importantes. Pero podemos decir también que el ser humano es mucho más que razón.
Ese “mucho más” hay que verlo desde abajo y desde arriba de la inteligencia. Es una forma de decirlo con palabras espaciales, pero lo cierto es que, al decir animal racional, no podemos olvidar al animal que somos, ni tampoco podemos olvidar que la inteligencia y la razón no son lo último en el ser humano: conocemos para actuar y actuamos para ser felices.
¿Cómo ubicamos las emociones, la sensibilidad, los sentimientos, la imaginación, la comprensión, la creatividad, el simbolismo, la laboriosidad, la bondad, el amor, la sociabilidad, la responsabilidad, la solidaridad, la trascendencia…?
Son capacidades, son potencialidades, son rasgos humanos sí, pero no terminados sino en proceso de perfeccionamiento, de desarrollo, de realización.
El conocer tiene que ver con la verdad, el actuar tiene que ver con el bien, la felicidad tiene que ver con la plenitud y la permanencia, con la inmortalidad.
El conocer es más de lo que pensamos: comienza con los sentidos y se complementa con el entendimiento o comprensión, pero hace falta el juicio acertado, la afirmación fundamentada, para decir que verdaderamente conocemos algo. Y ese largo camino tiene muchas etapas. El aprendizaje debe acompañar durante todo el trayecto; la investigación es el ejercicio de la curiosidad, de la búsqueda y de la confirmación; la experiencia se va adquiriendo poco a poco y con trabajo.
El actuar se despliega como en un mapamundi o un globo terráqueo, solamente que como no se puede abarcar todo individualmente, hay que repartirse las tareas, hay que coordinarlas, y se necesitan la complementación y la colaboración de todos los actores para acercarnos a un bien común, universal. El bien común, o para todos, es un ideal deseable y casi inalcanzable, pero no lo podemos perder del horizonte humano para que podamos soñar con la felicidad; el bien común siempre está por delante de nuestra visión, pero aunque siempre está más allá, no deja de atraernos, de motivarnos, de impulsarnos; además el bien común verdadero es el faro ético de nuestro actuar.
La felicidad está más allá del horizonte y de las montañas, pero está. El arte, la música y, sobre todo el amor, nos conducen hacia la felicidad. El arte no tiene barreras, ni límites, ni fronteras… la música nos transporta, no sé a dónde, pero nos lleva a otro mundo… el amor anhela ser eterno y, lo mismo que el deseo de conocer y de conseguir el bien, siempre quiere traspasar el aparente final de la muerte. El amor, junto con la fe y la esperanza, viene en nuestra ayuda para trascender esta vida temporal, pero, de los tres, el más importante es el amor y es que perdurará cuando la esperanza haya alcanzado su objetivo, y la fe ya no se necesite porque la realidad amorosa no simplemente será creída sino que se vivirá plenamente y eternamente.
Esta visión positiva del ser humano, personal y social, no ignora ni olvida sus dinamismos naturales animales, ni las omisiones y errores en el conocer, ni las desviaciones o debilidades de la voluntad al actuar. Sin embargo, estas posibilidades negativas no pueden provocar una visión pesimista del ser humano, sino que matizan la interpretación y la realización de lo que somos con un prudente ingrediente siempre necesario de realismo.
La inteligencia, el trabajo, la política, la economía, las finanzas, la tecnología… y todas las demás actividades humanas son importantes y valen la pena, si se subordinan y se encaminan a lo verdaderamente humano, que llega a ser divino.
Vicente Alcalá
Marzo, 2023
1 Comentario
Vicente: maravillosa reflexión. El reflejo de Dios en el hombre está en la riqueza, complejidad y perfectibilidad del ser humano. Un cordial saludo. Hernando