Mario Vargas Llosa

Por: Jesús Ferro Bayona
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No me sorprendió el hecho mismo de su separación de la socialité Isabel Preysley, sino la exacerbación mediática que fue adquiriendo un episodio bastante común, por no decir ordinario, en nuestros tiempos. 

Cuando empecé a leer las novelas que en los años sesenta iniciaron el boom literario latinoamericano, una de las lecturas que más me gustó fue La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. La forma tan novedosa de narrar y el lenguaje empleado hicieron que el tema ‒esos muchachos del colegio militar Leoncio Prado, sometidos a una férrea disciplina‒ se me quedara grabado en mi imaginario adolescente. Después seguí leyendo sin parar otras novelas suyas como La casa verde y Conversación en la catedral. Pero fue La fiesta del chivo (2000), que relata, con maestría periodística además, las crueldades que acontecieron bajo la dictadura de Trujillo en República Dominicana, la que me pareció fuera de serie.

Las impresiones que me amarraron a esas obras se agolparon cuando al terminar diciembre del año pasado leí las noticias de su separación de Isabel Preysler.

No me sorprendió el hecho mismo de la separación, sino la exacerbación mediática que fue adquiriendo un episodio bastante común, por no decir ordinario, en nuestros tiempos. Las revistas del corazón ‒a las que la prensa hizo eco‒ se encargaron de inflamar el ambiente de lo que allá en España, y por acá en Latinoamérica, cómo no, llaman la socialité, extraña palabra tomada del inglés, que una tilde torna artificialmente francesa. 

Más allá de la frivolidad de las fotos y la chismografía, se publicaron comentarios en los que lectores fieles a la obra literaria de Vargas Llosa, convertido en figura por la magia del Nobel de Estocolmo, expresaban que no sabían bien si tras ese acontecimiento tendrían igual entusiasmo para seguir leyendo sus novelas o recomendar su lectura, sin faltar, por supuesto, otros a quienes ni les va ni les viene lo que ha pasado con la pareja más famosa de la madre patria por estos días. Más bien, la inquietud que surge es en torno a la idea de que entre la vida del artista y su obra hay una distinción firme y neta, más contundente que la separación de cuerpos de los amantes. 

Hace como un mes estuve leyendo una de las más recientes obras del escritor peruano, La mirada quieta, una investigación minuciosa sobre el escritor español Benito Pérez Galdós. Confieso que no avancé mucho en su lectura, aunque en La civilización del espectáculo (2012), que no me fascinó, entreveo ahora que la espectacularidad de la vida del glamour con Isabel lo puso en situación incómoda según se desprende de algunas opiniones de sus allegados. 

De todos modos, me sigue atrayendo más el Vargas Llosa novelista que el de sus más recientes ensayos. En cambio, cuando leí La tía Julia y el escribidor y luego El paraíso en la otra esquina, esta última una recreación afortunada y emotiva de dos vidas ‒la del pintor francés Paul Gauguin y la de su abuela materna Flora Tristán‒, quedé encantado. 

Volviendo entonces a la cuestión que ha resurgido con la sonada separación de Isabel, el hecho no debería dar pie para cuestionar el valor artístico de la obra literaria de Vargas Llosa. Por mi parte, seguiré esperando con afán su próxima novela, que ya anunció.

Jesús Ferro Bayona

Enero, 2023

Publicado en El Heraldo (Barranquilla)

4 Comentarios

EDUARDO JIMENEZ 30 enero, 2023 - 7:22 am

No puedo estar más de acuerdo con Jesu. La ciudad y los perros, La casa verde, La tía Julia, Pantaleón, son obras increiblemente agradables de leer. Sobre todo que Vargas Llosa no se repite y siempre sorprende con un estilo diferente. Oirlo hablar es otra delicia.
Ahora, su vida privada es su vida privada. Desafortunadamente para muchos el tema del dia es ese, los avatares de la vida privada de los famosos o de los escándalos del día. Solo hablamos de Shakira y Piqué, y ahora de Dani Alves y Poulos. Pero así son las cosas.
Personalmente creo que Vargas Llosa habría sido merecedor del Nobel antes que muchos otros escritores, que a diferencia de Vargas Llosa, al parecer solo escribieron la misma novela un buen número de veces. Saludos

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Jesús Ferro 30 enero, 2023 - 2:10 pm

Coincidimos, Eduardo, en tu juicio sobre Vargas Llosa. Además, la vida privada es privada, no empaña su obra.

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Marcela Olivas 30 enero, 2023 - 6:54 pm

El escritor más reconocido del Perú, también puede sumergirse en la civilización del espectáculo

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Jesús Ferro 31 enero, 2023 - 4:12 pm

¡De acuerdo!

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