Los primeros pasos

Por: Francisco Cajiao
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Asumir el liderazgo educativo requiere paciencia, capacidad de escucha y una renuncia al éxito fácil

El aumento en la aceptación de Gustavo Petro después de su elección, muestra la enorme importancia de los primeros pasos de un gobierno. El nombramiento de algunos de los nuevos ministros es una señal positiva de que puede llegar a ser un gobierno serio y responsable, capaz de capitalizar los avances que se vienen dando en muy diversos frentes a lo largo de los gobiernos precedentes y, a la vez, introducir con decisión y prudencia las reformas fundamentales que están pendientes hace décadas.

El nombramiento de Alejandro Gaviria es positivo porque tiene una trayectoria académica importante, cosa que nunca le sobrará a quien dirige la educación de un país. (Por suerte ya parece olvidada la época no tan lejana en que no hacía falta ni el grado de bachiller para asumir el cargo). Además de su perfil académico, también cuenta con la experiencia previa de haber sido ministro, de manera que el sector público no le es ajeno.

En su trayectoria intelectual han sido muy importantes sus trabajos sobre movilidad social y, específicamente, sobre el impacto de la educación en la configuración de las clases sociales en Colombia. Esto puede darle una perspectiva interesante y novedosa a la forma como enfoque las prioridades del sector, que en las dos décadas anteriores se han centrado en construir una institucionalidad con énfasis en procesos que buscan la buena y eficiente operación del sistema.

Podría decirse que a lo largo de estos años el acento tecnocrático del Ministerio ha permitido expandir la cobertura, hacer seguimiento a la calidad, avanzar en los procesos de formación del magisterio y también en las condiciones laborales de los educadores, que son mucho mejores que las que hace diez años, aunque no colmen todas sus expectativas. Pero los avances en la educación son lentos, y siempre hay tareas pendientes. Sigue habiendo enormes brechas de calidad, se han reportado cifras de deserción del 26 % entre el grado noveno y once, hay una alarma mundial por las secuelas de la pandemia en relación con los aprendizajes y con las condiciones socioemocionales de la población escolar, la deserción en la educación superior sigue rondando el 50 % y la posibilidad de incrementar la cobertura no depende sólo de la gratuidad, sino de la calidad en la formación que los adolescentes reciben en la educación básica… y así podría seguirse el rosario de tareas pendientes que debe abordar el nuevo ministro.

Como lo saben todas las personas que han pasado por ahí, no es fácil responder a un sector de inmensa diversidad en el que es imposible trabajar sobre conocimientos precisos y protocolos exactos. La educación siempre está navegando sobre expectativas e imaginarios culturales que cambian entre familias y entre regiones. La educación además de conocimientos y habilidades medibles y verificables, incluye actitudes, valores y creencias que circulan en las comunidades, en los medios de comunicación, en las redes sociales y entre los grupos profesionales. Y educan las iglesias, y los políticos, y los jueces, y los policías, y los influencers

En medio de este mare magnum, asumir el liderazgo requiere paciencia, prudencia, una gran capacidad de escuchar y una renuncia anticipada al éxito fácil de los cien días de administración. Creo que la ministra saliente dio muestras abundantes de entender las complejidades de un sector que en su turno tuvo que enfrentar una pandemia que, sin duda, es la situación más difícil que ningún otro ministro haya tenido antes. Más allá de números e indicadores, supo, con su equipo directivo, encontrar una forma de trabajar con las entidades territoriales y los maestros de todo el país en las condiciones más adversas, lo cual merece el mayor reconocimiento. Estos esfuerzos y este compromiso colectivo seguramente los sabrá capitalizar el doctor Gaviria, consolidando muchos de los procesos en marcha.

Francisco Cajiao

Agosto, 2022

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