Resulta paradójico que hoy, afligidos por la pandemia del COVID-19 y la muerte diaria de muchas personas a nivel global, un sector significativo del mundo científico esté preocupado por incrementar la potencia biológica e intelectual del ser humano, alargar el ciclo de vida de la humanidad y pensar en la utopía de la inmortalidad.
Es paradójico que en el momento actual, afligidos como estamos por la pandemia del COVID-19, con el fallecimiento cotidiano de un sinnúmero de personas a nivel global, un sector significativo del mundo científico esté preocupado por tres asuntos controversiales: la posibilidad de incrementar la potencia biológica e intelectual del ser humano, el alargamiento del ciclo de vida de la humanidad y la utopía de la inmortalidad: vida y muerte entrelazadas en una danza ritual.
La potenciación biológica e intelectual del ser humano (enhancement) ocurre a tres niveles: el terapéutico sustitutivo, como cuando se remplaza un órgano humano por una prótesis o por un órgano perteneciente a otro individuo (transplante de riñón o de corazón); el de potencialidad orgánica, como cuando dicha prótesis mecánica mediante biotecnología y nanotecnología entra en conexión directa con el sistema nervioso, y el de la potencialidad inducida mediante drogas y estimulantes que afecta especialmente la capacidad de la mente y los procesos sensitivos e intelectuales.
Además, como asunto de gran potenciación, se señala la relación entre la inteligencia natural del hombre y la denominada inteligencia artificial (AI, artificial intelligence), mediante la cual las máquinas no solo multiplican la capacidad de análisis, sino que tienden a desplazar el poder de las decisiones humanas. En el ámbito de la ciencia ficción se señala la posibilidad de descargar la memoria de un sujeto pensante en el disco duro de un computador (upload), dada la implantación que ya se ha hecho de chips en el cerebro de algunas personas.
En el ámbito del alargamiento de la vida hay tres niveles. El primero, como resultado de los esfuerzos de la humanidad en el control de las enfermedades y el mejoramiento de las condiciones de vida, se traduce en incremento de los índices de longevidad de la población. Es una lástima que esté signado por el flagelo de la desigualdad. El segundo, resultante del remplazo de los órganos afectados mediante trasplantes por órganos biológicos o por implantación de prótesis de alta tecnología. Y uno tercero, que se vislumbra como la adaptación del overhaul o revisión, sustitución y cambio de órganos, programado para asegurar los problemas de desgaste y para alargar indefinidamente el funcionamiento de los organismos biológicos, posibilidad que desafortunadamente estaría limitada por los recursos personales y familiares disponibles. Esta última práctica de renovación biológica daría origen a la utopía de la inmortalidad mediante la cual la vida podría tornarse indefinida y superar las barreras de la desaparición individual.
Pero además de estos tres niveles –potenciación del ser humano, alargamiento de la vida y búsqueda de la inmortalidad–, el desarrollo tecnológico actual, basado en la aparición y potenciación de los robots, conduce a una posición radicalmente diferente: el remplazo del género humano por seres inteligentes y animados, pero de total naturaleza cibernética, denominados cíborgs, por la fusión de los términos cybernetic y organism. Esta sustitución se logrará gradual y paulatinamente, en la medida que adquiera una mayor autonomía la inteligencia artificial, con capacidad de reproducirse a sí misma, y en la medida que dicha AI se implante y se reproduzca en los organismos robotizados. Se visualiza que este proceso permitirá al hombre explorar el universo y poblar las galaxias.
El concepto del superhombre (superman), si bien ha sido popularizado por las historietas cómicas y las series y películas del cine y la televisión, tiene su origen filosófico desde comienzos de la cultura occidental con los héroes griegos, las divinidades romanas y los dioses nórdicos. Nietzsche lo expresó filosóficamente en sus teorías que originaron la supremacía racial y llevaron al holocausto en la segunda guerra mundial. La humanidad se caracteriza por el proceso de evolución y perfeccionamiento indefinido, que ha tenido predecesores desde el helenismo, pasando por el Renacimiento y las teorías darwinistas de la evolución y se ha concretado en las ideologías que tienen como fundamento el culto y defensa de la excelencia individual y social: racismo, aislacionismo, segregacionismo y elitismo, para nombrar las más significativas.
El nivel de potenciación (enhancement) y el organismo cibernético (cíborg) se diferencian cualitativamente y generan dos maneras de visualizar al ser humano: el transhumanismo, que enfatiza el perfeccionamiento de lo existente en la naturaleza humana, y el poshumanismo, que lleva a pensar en un fin de la naturaleza humana actual, tal como la consideramos hoy, y a la creación de una nueva especie de seres que estarían más allá y conformarían una nueva forma de comportamiento mecánico, con la capacidad de observación, análisis, actuación, decisión y prospección que caracterizan lo que ahora entendemos como funciones propias de la humanidad.
Si bien desde una dimensión conceptual existen diferencias de grado y naturaleza entre las concepciones transhumanista y poshumanista, una y otra plantean asuntos comunes que es preciso concretar para entender su concepción real. Dichos asuntos se refieren a lo histórico, lo antropológico, lo ético y lo prospectivo, como cuatro asuntos que deben clarificarse para lograr una profunda comprensión de la visión filosófica que subyace al papel y función de lo humano en su concepción actual, en su transformación y en su visión de futuro.
Desde el punto de vista histórico es preciso fijar como época de inicio el pensamiento de Giovanni Pico della Mirandola, hacia finales del siglo XV, cuando ubica al hombre como un ser perfectible y centro del mundo. Conviene señalar la evolución del humanismo –como pensamiento y concepción sobre lo humano– desde el Renacimiento, pasando por el predominio de las ideologías, el modernismo, la revolución tecnológica y su epítome en el posmodernismo y las actuales revoluciones tecnológicas.
En antropología se habla del antropoceno como una edad geológica propia del desarrollo industrial que dejó una huella indeleble en el mundo físico y en la transformación de la naturaleza. Esta clasificación está íntimamente relacionada con el uso de los recursos para la generación de energía, con los cambios climáticos y, en general, con los efectos que la presencia del homo faber tecnológico está causando en la naturaleza y el planeta Tierra.
Lo ético tiene que ver con las funciones y los límites de las decisiones sobre uso, fomento e incremento de la tecnología. Si bien no pueden detenerse los enormes esfuerzos de la mente humana por descifrar los enigmas de la naturaleza y el universo, ni pueden frenarse los avances de la ciencia, la innovación y la inventiva humana, es preciso reflexionar y tomar posición sobre los límites de las aplicaciones tecnológicas, especialmente cuando afectan la naturaleza misma de la decisión, la libertad y el desarrollo humanos. Cómo controlarlos y promoverlos se torna en un dilema ético de suma importancia y amplia trascendencia.
La dimensión prospectiva –el futuro deseable– puede considerarse tanto en sus aspectos positivos –el alargamiento de la existencia y la ampliación de las capacidades humanas– como en sus connotaciones posiblemente negativas, consistentes en la sustitución de la naturaleza humana por una estructura mecánica, pero pensante, con consecuencias de enorme trascendencia en lo relacionado con la conformación de las sociedades, el incremento de las desigualdades, la posible desaparición del pensamiento liberal y la democracia participativa, y el fin de la autonomía y la libertad individuales; es decir, el fin de la persona en sus dimensiones política, económica, cultural y social.
Lo cierto es que estamos a las puertas de un nuevo humanismo, ante el cual ya están reaccionando no solo los investigadores de las ciencias físicas y biológicas, sino también los gestores de la economía, los gobernantes de los países y localidades, los pastores religiosos, los líderes políticos, los guardianes de las ideologías, los financistas e industriales, los forjadores de opinión, los artistas e inclusive los deportistas.
Es preciso reconocer que no estamos en una era de cambio, sino en un cambio de era, que se está forjando a través de las elecciones que como humanos y seres libres y pensantes tenemos que tomar para decidir sobre la dirección del cambio que estamos padeciendo. Somos actores y observadores en el drama de las transformaciones que se fraguan por la conjunción y el enfrentamiento de las fuerzas que propenden por la destrucción del ser humano –pandemias, excesos tecnológicos e incremento de las desigualdades– y las tendencias por preservar y transformar nuestra naturaleza.
Se requiere la construcción de un nuevo humanismo que concilie, en el marco de la equidad social, lo propio del hombre y el gran desarrollo de la ciencia y la tecnología, fruto de la acción pensante. Una paradoja, cuyo espacio o topos (utopía o distopía) es la propia mente y voluntad humana.
O pensamos y actuamos como humanos, en conjunción de inteligencia, responsabilidad, sensibilidad y comunidad, o tendemos a desaparecer como humanidad.
Documentos consultados
Bostrom, Nick (2011). Una historia del pensamiento transhumanista. Argumentos de razón técnica: Revista española de ciencia, tecnología y sociedad, y filosofía de la tecnología, 14, 157-191. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3821388
Harari, Yuval Noah (2016). Homo Deus. Breve historia del porvenir. Barcelona: Debate.
Simon, Zoltán Boldizsár (2019). The story of humanity and the challenge of posthumanity. History of Human Sciences, 32 (2), 101-120.https://www.researchgate.net/publication/326480440_The_story_of_humanity_and_the_challenge_of_posthumanity/link/5b50c82fa6fdcc8dae2f6a8d/download
https://www.academia.edu/37441428/The_Limits_of_Anthropocene_Narratives
Hernando Bernal Alarcón
Marzo, 2021
5 Comentarios
Excelente artículo, Hernando, muchas gracias. Inquietantes perspectivas que no solemos considerar. Estamos sin duda en un cambio de época ¿pero la nueva época no es una época de cambios permanentes e inesperados?
Hernando, inquietante tu planteamiento sobre lo que le espera a la humanidad, y de hecho al planeta, dado el camino que va tomando la ciencia y la tecnología ante lo cual, como bien dices, se impone un renacer del humanismo que ya lleva varias centenas de años en mora.
Excelente artículo para reflexionar.
Esperamos ampliarlo y profundizarlo, con la participación de todos, en la tertulia del jueves 18 de marzo 2021
¿Mientras el hombre esté en el universo, no habrá siempre una esperanza de humanismo?
Jorge Luis: agradezco tus comentarios al artículo sobre el Humanismo. Pido excusas por no haber dado respuesta tu muy importante pregunta sobre el colonialismo y su influjo en la visión humanista que se desprende de mi intervención. Reconozco que me tomó un poco de sorpresa. Pero al revisar mis apuntes encuentro que la visión indigenista y anticolonialista forman parte muy significativa y respetable del actual humanismo fundamentado en los derechos humanos como un fundamento insustituible de las relaciones humanas. He debido reconocer en público el valor y el significado de este aporte tuyo en nuestra TERTULIA. Cordial saludo. HERNANDO