Lo que dejó en nosotros el camino de Santiago

Por: Bernardo Nieto
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Somos sombras que caminamos siempre juntos

Cuando los ciclistas se aproximan al final de una competencia deportiva encuentran señales que indican cuántos kilómetros faltan para culminar la etapa. Entonces aceleran, en especial en el kilómetro final, para definir quién obtiene la victoria.

Las señales del camino, en Galicia, indican cuán cerca estamos de nuestro destino
Por caminos del norte de España, hacia Santiago de Compostela

Tras recorrer más de 800 km del camino que iniciamos en Lourdes, en bus, en tren y a pie, arribamos a Sarria. Solo quedaban 125 km para llegar. En cada lugar donde nos detuvimos hicimos sellar nuestro pasaporte del camino para recibir la “Compostelana”, cumpliendo las condiciones de esta peregrinación milenaria. A diferencia del deporte, en el camino de Santiago se trata de cumplir todas las reglas y no de llegar primeros y por cualquier medio. 

Antes de recorrer el último trayecto hicimos estas reflexiones:

Lo que falta es poco, pero es lo definitivo. Lo hecho hasta aquí ha sido muy importante. Sin embargo, eso de nada vale si, al final, lo definitivo se hace mal. Todo hay que hacerlo bien. La mediocridad debe estar ausente de la vida. Hay que medir las fuerzas para el último tramo. Reconocer los límites propios para el trayecto final permite dosificar la marcha sin agotar los recursos. 

Con sol o con lluvia, ¡seguimos adelante!

Quiero y voy a llegar. A no ser por una razón de fuerza, realmente mayor, caminaré, iré a pie hasta el final. Hemos superado muchas dificultades, barreras, dolor y contado con la ayuda de muchos, utilizado racionalmente nuestros recursos y aprendido a usar bastones que ahorran energía, brindan seguridad, soporte y firmeza a nuestros pasos. Si los sanos los manejan, los enfermos y limitados, con mayor razón, debemos recurrir a ellos. Hay que saber quiénes y cuáles son nuestros bastones.

Nuestros bastones, apoyo para los débiles y fortaleza para los sanos

Si quiero llegar, debo conocer mis fuerzas y debilidades. Aunque el trayecto que falta es corto, quedan etapas que exigen lo mejor de nosotros. Debo cuidar lo que soy y lo que tengo, sabiendo mis debilidades. No puedo tomar atajos. Ni antes, ni en lo que queda, las trampas o los atajos son aceptables. Las normas y las reglas del juego deben respetarse siempre.

Tengo razones valiosas para llegar. Quiero llegar por un compromiso conmigo mismo, libre, responsable y alegre. Nadie me ha forzado. Quiero llegar porque siempre, durante mi vida, he podido cumplir lo prometido. 

Nuestro destino fue la meta que nos animó siempre

Llegaremos juntos. El camino lo hemos recorrido unidos con mi compañera de vida. Somos uno solo y llegaremos juntos, a nuestro ritmo, hasta el final. Esa fue nuestra promesa y la cumpliremos. Aprendimos a ser sinceros, a mirarnos de frente y a apoyarnos en nuestras debilidades. Este camino es como nuestra vida.

La fuerza nos viene de Aquel que nos unió. Somos compañeros de camino y destino. Todo lo podemos en quien nos fortalece y es la razón de nuestra fe y esperanza. Iniciamos la ruta pidiendo su gracia para recorrerlo y la culminaremos testimoniando que hemos cumplido, con la gracia recibida. Con Dios iniciamos; con Él, terminaremos. El destino lo sabemos; el camino lo hacemos.

Al final de la jornada, sugerimos:

  • Tenga claro su destino y a dónde quiere llegar. Muchos, por no haberlo definido, jamás logran su propósito. Llegar a Santiago de Compostela era nuestro objetivo; sin embargo, éramos conscientes de que nuestra ruta nos llevaba mucho más allá de Compostela. 
La valla de entrada a Santiago de Compostela
  • Haga cálculos reales antes de iniciar la marcha. Hacer cuentas, disponer de fuerzas físicas, financieras y espirituales suficientes le permitirá llegar hasta el final.
  • Tenga claro y sólido el motivo por el que quiere transitar la rutaLa razón por la que decide recorrer el camino le servirá para superar dificultades y obstáculos. Según la época del año habrá que remontar montañas a pleno sol, cruzar cañadas, caminar bajo la lluvia, resistir el frío y, en ocasiones, la nieve, pero aprenderá a agradecer todo lo recibido en su vida y a consolidar la promesa de vivir hasta el final, más allá del horizonte.
Un grato encuentro en las calles de Santiago con los peregrinos 
María Ángela Ferro y Goyo Vélez
  • Escoja con conciencia y en absoluta libertad. Hágalo como algo propio, porque le viene en gana y sin presiones de nadie. Aunque puede ser duro, llegar es su compromiso. Este le ayudará a cumplir lo que se ha prometido.
  • Elija cómo y con quien quiere hacerlo. Unos lo logran caminando, en bicicleta, solos, en pareja o en grupo, dependiendo de sus fuerzas físicas y espirituales. Todas las modalidades son válidas; sus ventajas y desventajas se evidenciarán a lo largo de la ruta. Para nosotros, el compañero de nuestro viaje fue el mismo que motivó al apóstol Santiago a recorrer Europa y a decir al mundo que tenemos un destino más allá de Compostela.
  • Vaya al ritmo del más débil. Si quiere arribar acompañado, usted puede ser el que más ayuda necesite. Se trata de llegar unidos, sin dejar atrás a su acompañante.
  • Pregunte y verifique las respuestas. Aunque muchos le ayudarán, también hay avivatos que quieren lucrarse de su deseo de llegar.
  • Caminar y cumplir la meta cada día nos muestra un horizonte nuevo, un paisaje novedoso que es apasionante. Cada día es nuevo y es necesario seguir adelante. 
A “espaldas” de la Catedral, llegando a nuestra meta
  • Nuestra meta en la vida, nuestro Santiago de Compostela, lo sabemos; el camino, lo hacemos. Depende de nosotros y de nadie más cumplir nuestra misión.
  • Nuestro Santiago y nuestro camino lo llevamos dentro, aunque jamás hayamos estado en España.
La foto que testimonia nuestra llegada a Santiago

Bernardo Nieto Sotomayor

2 Comentarios

John Arbeláez 11 diciembre, 2020 - 3:04 pm

“Caminante, se hace camino al andar”

Felicitaciones!!!

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Maní Balcázar 11 diciembre, 2020 - 3:09 pm

Comulgo con este pensamiento:
Todo hay que hacerlo bien. La mediocridad debe estar ausente de la vida”
Sr. Bernardo, a usted y a su esposa, los felicito, por haber alcanzado su cometido.

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