La política nacional e internacional no se juega ‒al menos en América Latina‒, sobre una mesa limpia, donde puedan identificarse los actores y sus intenciones. Todos hacen sus “jugaditas”, y de jugadita en jugadita por debajo de la mesa embolatan al público, a usted y a mí, apreciado lector y amigo.
Me sorprende y aterra leer muchos comentarios sobre la guerra en Ucrania. No pocos denominan al presidente Zelensky como un paramilitar “neo-nazi”, cuando –hasta donde yo sé– se trata de un judío ortodoxo, ajeno y hostil a cualquier simpatía hitleriana. Así mismo, justifican la guerra de Putin contra ese país aduciendo, en primer lugar, supuestas masacres adelantadas por Zelenski contra todos los rusos residentes en ese país y, en segundo término, sacando a relucir el oscuro pasado de todas las potencias occidentales, desde Estados Unidos hasta las potencias europeas.
Para mí, cualquier ofensiva militar de un país contra otro merece el absoluto repudio de todos aquellos que defienden los Derechos Humanos. Y una ofensiva similar es lo que Putin adelanta hoy contra Ucrania. El rechazo no tiene condiciones.
Ahora bien, sin ceder un punto en la censura a la guerra actual, uno desde luego puede cuestionar, en un segundo momento, la autoridad moral de Washington, Londres, París, Berlín y las demás capitales del centro de Europa para rechazar la guerra de Putin. Baste recordar la brutal y expoliadora invasión de Oriente, desde China y Japón hasta Vietnam, Cambodia y Laos o de las comunidades del África, a las que sumieron en un sinfín de conflictos que no tienen visos de solución posible. Y en tiempos más recientes, la segunda guerra mundial con sus millones de muertos, en la que Washington lanzó innecesariamente bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, cuando ya Japón estaba vencido, o la destrucción de la ciudad de Dresde, en Alemania oriental…
Más recientemente, George W. Bush arrasó Irak con argumentos falsos, simplemente por la ambición personal y familiar de apoderarse de los recursos petroleros de esa nación (Uribe fue el único gobernante latinoamericano que respaldó su decisión). Y en América Latina, ¡cuántos golpes de Estado, dictaduras y viles asesinatos patrocinó el imperio del Norte! ¡Y cuán ambiguo se muestra hoy!
Sin embargo, y vuelvo al comienzo, nada de eso puede inhibirnos para reprobar y condenar hoy la injusta y bárbara ofensiva de Putin contra ese pequeño país, Ucrania.
Post scriptum: como lo señaló Mauricio Cabrera, “el pecado no es delito”. El aborto puede ser reconocido como legal por el Estado, sin que la norma obligue a ninguna mujer a abortar. Cualquiera de ellas puede inhibirse por razones religiosas o morales, y tiene todo el derecho de hacerlo. No se puede olvidar que, según la Constitución, el Estado colombiano es laico y está obligado a respetar todas las opciones morales de los ciudadanos. Negar el derecho a abortar por razones religiosas es anticonstitucional.
Luis Alberto Restrepo
Marzo, 2022
4 Comentarios
Corto, elocuente, contundente. Como la verdad.
Luis Alberto, quienquiera y devdonde hayan salido esas afirmaciones sobre de que “el presidente Zelensky como un paramilitar “neo-nazi”, cuando se trata de un judío ortodoxo, ajeno y hostil a cualquier simpatía hitleriana”. Ademas que “supuestas masacres adelantadas por Zelenski contra todos los rusos residentes en ese país” son el ejemplo tipico de las falsedades que pueden fabricar en las redes sociales cualquiera que quiera difamar a un contrincante politico. De ahi la necesidad de poder estar informados de fuentes fidedignas sobre las personas y su pasado. Es tan facil crear informaciones falsas cuando el sistema de comunicacion no exige fuentes de informacion sobre lo afirmado. Si sabemos hechos y datos verdaderos, que mejor que compartirlos como lo has hecho. Gracias por estar atento a las falsedades que circulan como verdades.
Gracias por tus reflexiones hechas con lúcida sencillez.
De acuerdo plenamente, tanto en tus comentarios sobre Putin como sobre lo dicho por la Corte en cuanto al aborto. Gracias por tu claridad de siempre.