La buena salud de la educación está marcada por la diversidad de modelos pedagógicos.
Algunos colegios oficiales de Bogotá ofrecerán el bachillerato internacional, modalidad que en la actualidad solamente se desarrolla en instituciones privadas muy valoradas. IB, la organización que lidera el Bachillerato Internacional, dice que busca formar ciudadanos globales, críticos y reflexivos, capaces de enfrentar los desafíos del mundo actual y comprometidos con la construcción de una sociedad más justa y sostenible. Adicionalmente, busca desarrollar habilidades como la indagación, el pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración, la creatividad y la acción.
Esos objetivos coinciden con los ideales de calidad que se han venido enunciando para todo el sistema educativo colombiano y resulta muy positivo que algunas comunidades educativas asuman el desafío de explorar este modelo que incluye, tanto nuestros propios desarrollos, como nuevas perspectivas que les permitirán sentirse parte de una comunidad intercultural.
Como en todos los casos en los cuales se trata de modelos que ofrecen certificación, es necesario cumplir con un cierto número de requisitos que definen la identidad del programa a nivel internacional y garantizan que quien recibe el diploma que lo certifica ha desarrollado satisfactoriamente unos determinados procesos de formación. Estos procedimientos que implican tareas burocráticas, ajustes curriculares, formación de los maestros y algunas dotaciones indispensables suelen estar acompañados de especulaciones y temores que no siempre son justificados.
La psicología y la sociología han estudiado, desde muy diversos ángulos, las reacciones individuales y colectivas que se generan por temor a los cambios. Hay un profundo miedo a perder espacios de poder o a descubrir que más allá de las propias creencias hay otras maneras de ver el mundo. Pero de otro lado se deben valorar los beneficios.
Me parece que lo más interesante de esta propuesta, impulsada por el gobierno de la ciudad y puesta a consideración y decisión de los gobiernos escolares, es la posibilidad que en la ciudad existan múltiples modelos de colegios, con énfasis diversos, con metodologías distintas, con oportunidades de excelencia para los niños y jóvenes que asisten a la educación oficial. Ojalá fueran tan variados que cada familia pudiera escoger el colegio cuya propuesta tuviera más cercanía con las características e intereses de sus hijos.
No existe un modelo pedagógico perfecto y universal en el cual se sientan cómodos todos los estudiantes y todos los educadores. Hay niños que se sienten muy bien en colegios rigurosos, exigentes y altamente normatizados, mientras que otros prefieren instituciones con horarios muy flexibles, actividades menos planificadas y con mayores oportunidades de trabajo colectivo.
Muchos jóvenes adolescentes quisieran tener un amplio rango de opciones de aprendizaje, mientras otros preferirían dedicarse especialmente a unos temas restringidos. Colegios para la ciencia, para el arte, para el humanismo, para las comunicaciones… de todo esto hay en el universo escolar en el mundo. Hay modelos que trabajan a campo abierto, otros solo trabajan por proyectos; en algunos no existen los grados y otros se dedican a sacar los mejores puntajes en pruebas.
Así como la buena salud de la vida en el planeta está marcada por la biodiversidad, la buena salud de la educación en un país o en una ciudad está marcada por la diversidad de modelos pedagógicos que sea capaz de desarrollar con excelencia. Se trata de que todos los niños y jóvenes encuentren el colegio mejor para cada uno y que ningún modelo esté restringido solo a una clase privilegiada. Desde luego, esta diversidad también enriquece enormemente a los maestros, pues tendrán un espacio mucho mayor para desempeñarse en los ambientes en los cuales sus aportes resulten más valiosos. Los que no ayudan son aquellos a quienes no les gusta nada porque se sienten dueños de alguna verdad revelada que no acaban de encontrar.
Francisco Cajiao
Mayo, 2023