La Mente es una función que tiene múltiples niveles de manifestación. Dependiendo de cuál función tome una persona como punto de partida para afirmar en qué consiste la Mente, así será lo que se afirme de si esta es o no la esencia del hombre. Hagamos un breve recorrido por esos niveles para sacar nuestra propia conclusión.
Punto de partida: la Mente, la función más excelsa del cerebro
La Mente es, sin necesidad de describirla, una función que todos sabemos que tenemos y que cuenta con múltiples niveles de manifestación. Dependiendo de cuál función se tome como punto de partida para afirmar en qué consiste la Mente, así será lo que se afirme de si esta es o no la esencia del hombre.
Comencemos por los niveles más elementales que la Mente lleva a cabo. Lo más primario es interpretar lo que los sentidos perciben, bien sea ondas lumínicas filtradas por los ojos, ondas sonoras filtradas por el aparato auditivo, ondas bioeléctricas transmitidas por la piel, los olores típicos de cada alimento captados por la nariz o el gusto de la comida transmitido por las reacciones químicas que los alimentos producen en la boca y que son enviadas como señales bioquímicas al cerebro e inmediatamente interpretadas por la Mente de acuerdo con lo que tiene en su archivo como información de estos estímulos.
Preguntémonos de qué manera la Mente está conectada con el cerebro. Y si lo está, ¿depende de él para funcionar? Los siguientes impactos físicos en el cerebro sugieren que sí hay una conexión física:
- Si la parte posterior del lóbulo frontal (que controla los movimientos voluntarios) resulta dañada, se produce debilidad muscular o parálisis en el individuo.
- Si la parte central del lóbulo frontal está afectada, las personas pueden llegar a presentar apatía, falta de atención y desmotivación, así como dificultad para mantener información.
- Igualmente, el individuo da respuestas tardías a preguntas, o tiene reducción en la fluidez del habla.
- Un mal funcionamiento del lóbulo frontal hace que la persona tenga una sorprendente falta de inhibición, con ganas de discutirlo todo hasta ser vulgar o, al contrario, bien pasivo.
Con base en los datos anteriores, hay científicos que defienden que la Mente es básicamente un resultado de la actividad del cerebro y nada diferente. Por lo tanto, para ellos las funciones del cerebro son la esencia del hombre.
La Mente como potencia-función de nivel superior
Sin embargo, la Mente tiene funciones que superan el cerebro físico, tangible y visible que está dentro del cráneo. Veamos algunas de las muchas manifestaciones que sustentan esta afirmación.
La Mente puede y debe definirse como la capacidad del sistema nervioso de ser consciente de sus propios procesos y la causa de su propia programación. En el hombre, esta función emergente del sistema nervioso es, además, consciente de su propia existencia y de ser capaz de decisión y de tener un propósito.
Esta función, constatable en múltiples formas de actos conscientes, va más allá de la pura funcionalidad física del cerebro. Se ubica en el terreno de la inmaterialidad real, pero existente. Veamos algunas de esas expresiones de la Mente que superan el sustrato físico del cerebro.
Mientras Arquímedes se bañaba, su peso desplazó agua fuera de la tina. En ese momento “vio” en su Mente la solución al problema acerca de cómo determinar si la corona del rey era de oro o no. Tenía que recoger el agua desplazada por una cantidad de oro equivalente al peso de la corona y después comparar la cantidad de agua desplazada por la corona para determinar si era de oro. Su solución fue tan espontánea y brillante que salió desnudo gritando Eureka, que en griego antiguo significa “lo encontré”.
Otros dos ejemplos son bien conocidos de todos. Isaac Newton concibió en su Mente la ley de gravitación universal en julio de 1687. Lo logró a partir de la observación de la fuerza con que dos objetos con masa se atraen. Esta ley no la había expresado alguien antes de que Newton la formulara así:
la fuerza con que se atraen dos cuerpos es proporcional al producto de sus masas dividido por la distancia entre ellos al cuadrado.
Una vez expresada dicha ley, en ningún momento se encontraba impresa en algún sitio del cerebro de Newton donde pudiera verse escrita. Sin embargo, estaba allí, real y disponible cuando Newton necesitaba explicarla.
Cuando Einstein formuló su famosa ecuación E = mc² ‒la energía de un cuerpo en reposo (E) es igual a su masa (m) multiplicada por la velocidad de la luz (c) al cuadrado‒, la concibió primero en su Mente antes de escribirla o de confirmarla de alguna forma experimental.
¿Dónde se encontraba esa fórmula escrita en la Mente de Einstein de manera que alguien pudiera verla? Imposible encontrarla impresa porque dicha fórmula en el cerebro no tiene realidad física visible.
La Mente tiene acceso a todo dato percibido o procesado. Lo hace en forma no física, ni espacio-temporal. Sin embargo, el dato rescatado de la memoria está allí, disponible cuantas veces una persona necesite utilizarlo.
La esencia de la Mente descrita así nos permite formular las siguientes conclusiones parciales:
- La Mente concibe una imagen, una solución que no existe antes de confrontar el problema o el desafío.
- Lo hace en forma inmaterial, pues lo pensado o imaginado no tiene en el cerebro o algún otro órgano del cuerpo existencia física tangible, visible.
- Lo concebido necesita ser trasladado de la Mente al lienzo, al diseño, a las páginas de un libro, a una grabación o a un video.
- En ese momento la idea, concepción o teoría adquiere realidad que los entendidos pueden comprender y convertir en algo concreto y visible. Así, los arquitectos, ingenieros, constructores, artistas y manufactureros pueden crear lo imaginado por el hombre que concibió en su Mente lo que no existía antes, como puentes espectaculares en extensión y capacidad de resistir miles de vehículos que circulan a diario, imponentes rascacielos que desafían las alturas, esculturas de tal belleza y armonía que duran siglos, pinturas que captan la esencia de las personas y del momento y lo expresan en una exuberancia de colores y figuras que elevan la imaginación del que las contempla a mundos concebidos por el pintor o a otros, poemas que arrancan lágrimas emotivas, piezas musicales que resucitan emociones escondidas de momentos vividos con una intensidad única, danzas que invitan a deslizarse por el tablado y libros que abren las puertas a la imaginación, así como a la contemplación interior y la comunicación con la Divinidad.
Otro punto de partida de la Mente: la consciencia y sus diferentes niveles
El filósofo y psicólogo integral, Ken Wilber, considerado el exponente más completo de los niveles de la consciencia, los presenta secuencialmente en cinco niveles.
El más primario es la consciencia del Yo-físico. En el recién nacido, este nivel se encuentra en un estado de conciencia visceral, subconsciente y reptiliana, pues en él predominan las necesidades fisiológicas y los instintos. Es un estado en el que no hay conciencia de un “yo” porque no hay distinción entre interior-exterior, cuerpo-entorno, ni existe la noción de espacio-tiempo.
El Yo-emocional corresponde a la construcción de las emociones básicas que después habrá que aprender a canalizar en estadios superiores. En esta etapa el principio de la búsqueda del placer y el evitar el sufrimiento se convierten en el sustrato y la guía motriz de toda decisión que esté relacionada con dos fuerzas polarizantes: placer o sufrimiento. Este principio, muchas veces opera a nivel inconsciente, pero está presente para el resto de la vida.
El siguiente estadio es la consciencia del Yo-individual (el ego), que le permite ser consciente de su individualidad como algo propio que lo define como tal o cual persona, no idéntica o replicable por cualquier otro individuo, por más parecidos que tenga con alguien concreto. En esta etapa el individuo desarrolla el lenguaje que le permite a la persona aprender y pensar. Mediante el símbolo, ella puede hacer operaciones mentales sin necesidad de que las cosas estén presentes. Su consciencia de ser pensante se afianza en la experiencia de ser consciente de su individualidad irrepetible y auténticamente suya, que lo define como un individuo reconocible como tal por todas las manifestaciones de su ser psicológico, intelectual y emocional.
Viene luego el Yo-social, un nivel de conciencia que se asocia con la empatía y surge de la interacción del yo-individual con las diferentes personas. Nos relacionarnos con los demás a través de los patrones mentales y condicionamientos definidos por la sociedad y la cultura propia en la cual cada uno ha nacido y se ha criado.
Finalmente, el Yo-testigo, el Yo-observador”, es aquel que observa y contempla los pensamientos, las imágenes que pasan por su Mente, pero sin identificarse con ninguna de ellas.
El Yo es consciente de que ellas son meramente entes internos que cambian como las nubes que atraviesan el cielo y, por lo tanto, ninguna de ellas puede ser el Yo-íntimo, el Yo-testigo, el Yo más profundamente real, puesto que quien los observa, mientras pasan, es el Yo-observador que permanece separado de los pensamientos mismos.
El Yo-Testigo puede observarlos sin identificarse con alguno de ellos, mucho menos convertirse en uno de ellos.
El Yo-testigo no tiene corporeidad, no está sujeto a ningún espacio o tiempo concreto, pues su misma esencia es de otro orden y nivel de existencia: el de la consciencia pura, siempre presente.
Esta perspectiva permite a muchos científicos y filósofos afirmar que esta es la esencia del hombre: ser el Yo-testigo, el Yo-idéntico consigo mismo, como el Yo-Observador que se da cuenta de que su esencia no son sus pensamientos, ni emociones, ni sentimientos, aunque participa en ellas como el Yo-individual.
Queda otro nivel por explorar que completa la visión de lo que constituye la esencia de ser hombre o mujer. Lo abordaré en el próximo artículo.
Reynaldo Pareja
Octubre, 2021
6 Comentarios
Reynaldo, mientras llega la tercera entrega, comento las dos valiosas primeras partes y algo de tus escritos anteriores en el blog, relacionados con el tema.
Nos preguntamos ¿de dónde procede el ser humano? (su pasado); ¿para dónde va? (su futuro) y cuál es su presente.
En éste, podemos distinguir: a) Su esencia, su naturaleza (principio de acción), lo que lo hace ser humano ( lo recibido), y b) Su historicidad, lo que hace de sí mismo, lo que llega a ser.
Hablas de la mente y ésta, puede decirse que, abarca los procesos mentales de memoria, inteligencia, afectividad, imaginación, voluntad o capacidad de decidir, y las demás capacidades específicamente humanas.
Hablas de la consciencia, y ésta se puede entender como el estar presentes a todo eso, el darnos cuenta, el “saber” lo que nos pasa.
Y el yo o “sí mismo” viene siendo el sujeto activo de todo lo anterior. Se ha hablado del cuerpo (incluido el cerebro), la psique, el alma, el espíritu… y seguimos hablando del misterio que somos, de lo que no terminamos de conocer.
Reynaldo: muy serio e importante el aporte que haces en relación con la MENTE. No es lo mismo la función (mente) que el instrumento (cerebro físico y biológico), si bien el uno implica lo otro. En la esencia del hombre como ser personal e histórico está lo uno y lo otro. Gracias por tu valioso aporte. Saludos. Hernando
Leer a Reynaldo Pareja es siempre una oportunidad para la expansión de la consciencia. Para quienes tenemos el enorme honor de conocerlo, Reynaldo es congruente con su modo de ver el mundo. No sólo eso, también es generoso al compartir sus múltiples saberes. Muchas gracias, por esta excelente entrega.
Hernando, mil gracias por darme esta positiva retro-alimentacion que me estimula a seguir compartiendo con quien quiera mantener la mente, el corazon y el espiritu abierto a contemplar las Verdades Eternas desde una perspectiva optimista, energetizante y renovadora de esa vida espiritual que nos hace verdaderos hijos de Dios, creados “a su imagen y semejanza”.
Estimado Vicente, tus comentarios siempre son bienvenidos porque no solo profundizan lo que escribi, sino que amplias el marco de referencia. Tu comentario sobre mi segundo articulo logra precisamente lo dicho. Quisiera aprovechar lo que has expuesto para hacer la siguiente reflexión.
Cuando haces las preguntas: ¿de dónde procede el ser humano? (su pasado); ¿para dónde va? (su futuro) y cuál es su presente. – estas se inscriben en la visión del ser humano en cuanto su realización personal externa, tanto cuanto es lo fenomenológico que se puede constatar del devenir de cualquiera persona – origen material, lo que ha de realizar para construir un futuro y la pregunta existencial sobre su presente. Este marco es exógeno a su interioridad pues es lo que realiza, no es la definición de quien es él en su intimidad esencial.
Cuando reflexionas diciendo – Y el yo o “sí mismo” viene siendo el sujeto activo de todo lo anterior. Se ha hablado del cuerpo (incluido el cerebro), la psique, el alma, el espíritu- me permito ampliar el marco de referencia. El Yo-consciente se puede considerar como el “ente unificador” de la psique, el alma, el espíritu. Sin embargo, ese Yo-consciente es a la vez el que se puede experimentar como el Yo-Observador de todo lo que le ocurre a cualquier nivel, sin tener que identificarse con ninguno de esos niveles como la esencia de quien es, sino la expresión externa de quien ha desarrollado cada nivel y lo expresa a su manera personalisima. Ese Yo-Observador puede constatar que tiene cerebro, pero es consciente de que él no es el cerebro, que tiene psique pero es consciente de que él puede observar lo que le ocurre en su psique que lo hace responder de tal o cual manera, pero ninguna de esas maneras es la esencia de quien él es, pues como Yo-observador puede darse cuenta de que ha respondido de esa manera que sin ella, en si, sea la esencia de quien es él como el individuo perenne que puede constatar ese comportamiento sin necesariamente agotarse en él.
El alma-espíritu es la forma más pura de ser autoconsciente de cuál es su esencia original, aquella que proviene de una dimensión no física, no temporal, no terrenal. Esta dimensión es la que integra el Yo-consciente con todos sus niveles de expresión física temporal como son sus actividades que definen su presente y futuro, su reconocimiento histórico, su individualidad con todos los pensamientos, recuerdos, y emociones positivas o negativas.
Espero que esta reflexión adicional consolide lo que has expuesto y abra una perspectiva a nuevas formas de entendernos en lo más íntimo de nuestra esencia de ser hombre y mujeres.
Silvia, gracias mil por tus cariñosas palabras que me estimulan a seguir escribiendo de manera que quienes lean lo que produzco se sientan inclinados a reaccionar en forma parecida a tu comentario. Todo lo que podamos asistirnos mutuamente para ser creciendo en esa dimension mas importante que es la madurez espiritual para brillar como espejos de Aquel que nos creo a su “imagen y semejanza”.