Las cifras no cuadran, en Colombia y en el mundo, para enfrentar la pandemia. Mientras en unas naciones las vacunas sobran, en otras faltan. En nuestro país, la escasez de vacunas es preocupante y la meta oficial de tener 35 millones de personas completamente vacunadas se ve muy lejana.
Mientras en muchos países, incluido Colombia, millones de personas buscan con desespero vacunarse contra el COVID-19, pero no pueden hacerlo porque no hay dosis disponibles, en otros países no saben qué hacer con las vacunas almacenadas porque otros millones de personas no quieren la inyección o están a punto de vencerse. Es la gran paradoja de la vacunación que demuestra una vez más las grandes inequidades del mundo actual.
En Colombia, la escasez de vacunas es preocupante porque aumenta el riesgo de que con las variantes delta y mu llegue el próximo pico de contagios con un gran porcentaje de la población desprotegida. Se ve muy lejana la meta oficial de tener 35 millones de personas vacunadas.
Aunque a la fecha se han aplicado casi 36 millones de dosis, la realidad es que solo 14.8 millones de personas han recibido el esquema completo (incluyendo 2.8 millones de monodosis), mientras que nueve millones esperan ansiosos la segunda dosis, que no llega, y otros 11 millones no han recibido ninguna.
Esto significa que para alcanzar la meta oficial harían faltan 31 millones de dosis, pero el faltante es todavía mayor, porque al autorizar la vacunación a adolescentes entre 12 y 18 años se aumentó en cuatro millones el número de personas y porque va a autorizarse una tercera dosis a mayores de 60. En consecuencia, faltan por conseguir unos 40 millones de dosis, es decir, más de las que con tanto esfuerzo se han aplicado.
¿Por qué llegamos a esta situación? En el caso colombiano es claro que hubo falta de planeación y preparación por parte del gobierno para adquirir las vacunas. Baste recordar que cuando se anunció el Plan Nacional de Vacunación, este no incluía el biológico chino (Sinovac), que se apareció como el salvador que ha aportado cerca de la tercera parte de las dosis. Otro ejemplo es la extensión a 84 días de los plazos de aplicación de la segunda dosis de AstraZeneca y Moderna, con escaso soporte científico, porque no se contaba con el suministro para aplicarla antes.
En defensa del gobierno hay que decir que en el contexto global hay varios factores que incidieron. En primer lugar, el poder oligopólico de las grandes farmacéuticas y el conflicto entre el derecho a las patentes y el derecho a la salud, que en este caso se resolvió a favor del primero y en contra de la vida, cuando se rechazó el llamado mundial a la liberación de patentes para que pudieran producirse más vacunas y menos costosas. Para nuestra mala fortuna, el gobierno de Colombia se puso del lado de las farmacéuticas y no apoyó ese llamado.
Segundo, el poder del dinero de los países desarrollados que compraron, acapararon y almacenaron la mayor parte de la limitada producción de biológicos, en cantidades que excedían sus necesidades, dejando una oferta insuficiente para el resto del mundo. Colombia no fue tan perjudicada como otros países más pobres, pero de todas maneras sísufrió retrasos en la entrega de las dosis.
Tercero, el fracaso de las instancias multilaterales que diagnosticaron bien el problema de la asimetría en las negociaciones entre países con recursos limitados y las farmacéuticas, pero no fueron capaces de implementar un mecanismo eficaz para resolverlo. El mecanismo Covax estaba bien orientado, pero sus resultados fueron exiguos. Los países desarrollados también sufren lasconsecuencias, porque solo estarán inmunizados cuando todo el mundo lo esté.
Mauricio Cabrera Galvis