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La distancia entre dos mundos

Por Francisco Cajiao
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La experiencia nos muestra que no siempre aprendemos lo mejor de lo que hacen otros. Se recogen parcialmente las experiencias exitosas de quienes toman la delantera en algún aspecto particular de desarrollo, y pasado el primer entusiasmo se olvidan los pasos que ellos mismos dan para mejorar sus soluciones iniciales. Es como ver los dos primeros capítulos de una serie de televisión y creer que ya se entendió todo.

Eso está sucediendo con el manejo de la educación. Para iniciar la historia, el COVID-19 aparece en una provincia de China y se extiende por Italia, España, Francia, Bélgica y América completa. En los primeros países afectados se declaran cuarentenas estrictas, cierres de establecimientos, restricción de viajes y clausura de instituciones educativas. En medio del caos se activan la investigación científica, la acción política y la búsqueda de soluciones económicas.

En esta etapa aparecen términos y preocupaciones a los que fue necesario habituarse muy pronto. La curva –y el pico de la curva–, el distanciamiento social, los protocolos de bioseguridad y un largo diccionario de palabras, datos y conceptos científicos iniciales, no siempre seguros ni completos, entremezclados con mitos, mentiras y manipulaciones de charlatanes y oportunistas que se han aprovechado de la pandemia para conseguir réditos políticos, reivindicaciones o beneficios particulares.

Colombia tomó la experiencia europea desde mediados de marzo y se recluyó. Cerró colegios y universidades. Clausuró el transporte internacional e intermunicipal. Paralizó el comercio, la construcción y la industria. Replicó las medidas sanitarias de la OMS y emprendió tímidamente el proceso de subsidios a quienes quedaron sin ninguna fuente de ingresos. Invirtió en cuidados intensivos y difundió la información científica inicial sobre el virus, su expansión y las recomendaciones de prevención. Luego comenzó a abrir la economía y a flexibilizar la movilidad… pero se le olvidaron los niños. Este pedacito, muy prioritario para otros gobiernos, preferimos dejarlo al arbitrio de las comunidades escolares, no siempre bien informadas.

Ahora hay rebrotes graves en Francia, España, Alemania, Italia y Bélgica, y han vuelto a tomar medidas de restricción similares a las de abril y mayo, con excepción de los centros educativos. Ese es el capítulo de la serie que los expertos asesores de salud del Gobierno no han imitado. No es por estupidez que los europeos mantienen operando los colegios, sino porque hay suficientes estudios científicos que muestran que esos son los lugares más seguros para los niños. Padres de familia, maestros y responsables de la política de salud deben entender el daño que está recibiendo la población infantil con esta suspensión efectiva del derecho a la educación, que tampoco protege la salud.

Para quienes quieran hacer uso de la razón y del cacareado pensamiento crítico, recomiendo el artículo publicado por Sandra Borda en Razón Pública, que debiera ser replicado en todos los medios posibles y comentado en el programa de televisión que dirige el señor Presidente.

Este año escolar se perdió. Quienes no regresaron a las aulas ya no tendrán tiempo para hacerlo. Pero el próximo año no puede comenzar otra vez con una situación de voluntarios y protocolos imposibles, ignorando la información existente sobre el riesgo real que, de acuerdo con evidencias, corren los niños y los jóvenes, que son mucho menores que los de permanecer en sus casas o en la calle.

Es verdad que algunas instituciones tienen muchas carencias, como las tienen los hospitales y los lugares donde miles de colombianos nos han prestado sus servicios como dependientes de supermercados y farmacias. No es inteligente darles más argumentos a quienes quieren acabar la educación pública por referendo.

Francisco Cajiao

9 de noviembre 2020 

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1 comentario

Eduardo Jiménez 11 noviembre, 2020 - 5:40 pm

Interesante el comentario de Francisco. Quiero solo añadir que dos de mis nietecitas que viven en la ciudad de Quebec están en edad escolar y además están yendo normalmente a diario a la escuela. La práctica de esta escuela es que mientras en un curso ningún niño esté contagiado, toda la clase puede seguir asistiendo a clases presenciales. Además están preparados y los padres avisados (según me comenta mi hijo) a que si resulta contagiado UNO SOLO de los niños de un curso, TODOS los alumnos de ese salón de clase pasan a recibir clases desde su casa por 14 dias de cuarentena. Con ese enfoque un poco curioso, han continuado con sus clases presenciales.,

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