La actitud personal frente a la muerte – 2a. parte- Tertulia

Por: Elsa Lucia Arango
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Nuestra invitada, la doctora Elsa Lucía Arango, nos hizo muchas preguntas relacionadas con la angustia de las personas frente al duelo, el consuelo hacia los seres que amamos y la preparación de nuestro legado. Nos motivó a hacer un viaje interior hacia el perdón y la resolución de problemas, alegrándonos con lo que dejamos y preparándonos para entregar lo más precioso de cada uno a quienes siguen en vida. Al evaluar nuestros aprendizajes vitales y prepararnos para los momentos culminantes de la vida nos movió a preparar textos para uno mismo y para los familiares, con el fin de dejar nuestro legado y compartirlo con nuestros seres queridos. Acuerdos y voluntades claras buscan traer tranquilidad a toda la familia de manera oportuna y cuando podemos hacerlo con cabeza fria.  

1 Comentario

Eduardo Pardo 5 abril, 2021 - 12:27 pm

Todo el que nace se muere”; luego, ¿para qué ponerle tanto misterio? Lógicamente, impacta más la muerte de un niño o de un joven que la de un anciano.

Hablando con mis papas de sobremesa hace años, decidimos hacer una donación de órganos y que los tres dijimos que preferíamos la incineración.

Cuando iba a Colombia hace 30 años, les preguntaba a amigos y familiares si habían hecho el testamento. Todos se aterraban. Yo les decía que por firmarlo no iban a caer muertos. Por eso me sorprendió que solo uno de los participantes en la tertulia dijera que tenía listo el suyo.

Yo hice el mio hace como 25 años. En él escribí el nombre de dos amigos franceses, por si nos moriamos con Graciela al mismo tiempo. Añadí que a ella, ellos y el médico que me tocara, los autorizaba para que no me fueran a tener en vida artificial.

La última vez que vi a mi papá en Popayán, lo encontré flaco como un fakir. Me dijo “esto no es vida, me quiero morir”. Yo le contesté: “estoy de acuerdo, vamos a rezar para que así sea, pero mientras tanto anímate un poco”. Al despedirme, me dijo: “creo que es la última vez que nos vemos”. Le contesté: “así como estás, es lo más seguro, pero te podés morir tranquilo, pues viviste como querías: viajamos, nos diste una buena educación que nos permitió ser profesionales”.
Regrese a París el 13 y murió el 23.

Entre más rápido se acepte la muerte del ser querido, más pronto se recupera la paz. Preguntarse “¿por qué?” no tiene respuesta, ni ayuda. No entiendo cómo muchas personas no pueden hacer el duelo mientras no se encuentre el cuerpo de los que estaban en el avión que desapareció o hasta que no condenen al asesino y que este haya explicado sus motivos exactos.

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