Estado de ánimo para 2023

Por: Francisco Cajiao
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Me temo que no estamos en uno de esos años que comienzan con gran optimismo. Una cosa es pensar con el deseo, imaginando que vamos avanzando, que el prometido cambio mejorará sustancialmente las condiciones de desarrollo económico y social… y otra cosa es ver al director de Colpensiones programando trenes en el aire con plata ajena.

El inicio de año suele venir acompañado de planes, proyectos y asuntos pendientes que no se alcanzaron a cumplir, pero también está marcado por estados de ánimo, tanto individuales como colectivos. Algunos de ellos se miden y se rastrean periódicamente como parte de la actividad de los investigadores de mercados, los banqueros y los economistas. La confianza de los inversionistas, la propensión al ahorro o los temores de los organismos multilaterales frente al comportamiento global condicionan las decisiones de los empresarios y de los gobiernos y se reproducen velozmente a través de los medios de comunicación y las redes sociales.

Partiendo de estas premisas, y en contra de lo que pareciera apropiado, me temo que no estamos en uno de esos años que comienzan con gran optimismo. Una cosa es pensar con el deseo, imaginando que vamos avanzando, que el prometido cambio mejorará sustancialmente las condiciones de desarrollo económico y social, que los funcionarios ineptos y corruptos dejarán el campo a gente preparada y transparente, que por fin la democracia se hará más fuerte respetando las instituciones y la separación de poderes que establece la Constitución, y que la sensatez y el sentido común estarán por encima de los caprichos personales y las costumbres clientelistas…, y otra cosa es ver al director de Colpensiones programando trenes en el aire con plata ajena, congresistas borrachos y cacofonías ministeriales que terminan afectando los indicadores económicos y las calificaciones de riesgo de las cuales depende el costo de los créditos internacionales.

Desde muy diversos escenarios se viene anunciando un año con tendencia a la recesión mundial. La crisis climática no es para reírse y en el caso colombiano los problemas de inseguridad y movilidad en las ciudades se convierten en factores permanentes de malestar, irritabilidad e intolerancia.

Hay que reconocer que en Bogotá, por ejemplo, la Administración hace un gran despliegue de creatividad para fastidiar a los ciudadanos. No solo busca impedir a como dé lugar que la gente use el automóvil –suponiendo ingenuamente que la ciudad cuenta con un maravilloso sistema de transporte público–, sino que llena las calles de maletines de plástico, palitos amarillos, obstáculos en lo que queda de las vías y polisombras que afean cada calle y cada andén por meses enteros. 

El sentido común indica que no se puede tener todo a la vez: movilidad, obras públicas, convivencia y buen ánimo en los ciudadanos. Por eso es necesario elegir y priorizar. Si se eligen mil frentes de obra de una sola vez, habrá que sacrificar todo lo demás. Especialmente si obras sencillas, que en otros lugares hacen en dos o tres semanas, aquí se alargan por seis, ocho o diez meses.

Pero, así y todo, dicen los especialistas que por salud mental es indispensable iniciar el año con optimismo. Esperamos que el año de aprendizaje del gobierno pase rápido y quede claro que, si bien es muy satisfactorio, placentero y popular repartir la riqueza, suele ser un poco más complejo diseñar los mecanismos para crearla y seguirla convirtiendo en desarrollo y bienestar. Así que seamos optimistas y pensemos que habrá inversiones importantes y nuevas fuentes de empleo digno.

Tener buena onda es muy importante, no tanto para creer a pie juntillas todo lo que se dice y se promete, o para enfurecer con la reiteración de ciertas ideas que más que audaces parecen infinitamente estúpidas, sino para ser capaces de mantener con serenidad un juicio crítico que pueda destacar y reconocer muchos aciertos, a la vez que criticar con rigor intelectual y ético aquellas propuestas y acciones que hacen daño ahora y que amenazan seriamente a las próximas generaciones.

El país requiere muchos cambios y todos tenemos la responsabilidad de contribuir a que ellos ocurran de manera pronta, pero sensata. Sin duda, el 2023 será un año muy interesante.

Francisco Cajiao

Enero, 2023

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