Elogio a la pantalla

Por: Dario Gamboa
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Estimulado por la publicación en el blog del “Elogio al clip”, escrito por nuestro compañero y amigo Jorge Luis Puerta, mi reflexión sobre objetos a los cuales nos invitaron a encomiar otros lectores me llevó “de frente” a la pantalla de mi computador. Con ella y a través de ella les comparto mi percepción de la enorme trascendencia que ese objeto plano y aparentemente sin importancia ha tenido en un cambio generacional de repercusiones admirables dentro del cual hemos tenido la suerte de vernos y transitar.

Hoy escribo (pulso teclas) sobre una tabla con letras que se ven reflejadas en una pantalla, el objeto mismo de este escrito. De repente ha sido como un recordar simbólico de la función y la conexión con el cordón umbilical que nos ligó a nuestra madre durante los meses anteriores al nacimiento. Ese cordón nos unía física y quizás mentalmente con el torrente de beneficios de toda índole que surgían del cuerpo, mente, alma y cuanto fuera en ese entonces el ser de nuestras madres. Hoy, muchos años después, en nuestro cuerpo solo permanece la cicatriz de ese canal maravilloso que nos trajo vida, valores, nutrición y amor sin medida. 

Han pasado muchos años y transformaciones no solo en los cuerpos de nuestras madres ‒muchas ya transformadas para siempre en otras vidas‒, sino también en nuestro cuerpo que, lenta e inexorablemente, se ha transformado, aproximándose a ese momento desconocido del cual no podemos sino elucubrar.  Hoy somos sobrevivientes de una generación que ha pasado de no conocer qué era una pantalla a evolucionar a una relación “posumbilical” muy intensa, no con una sino con múltiples pantallas que nos acompañan cada día más en nuestras vidas.

Somos la mayoría de una generación que crecimos sin pantallas los primeros años de nuestra existencia, que aprendimos de las palabras, los libros y los ejemplos vivos de nuestros mayores y compañeros durante las primeras décadas de la vida y que vimos nuestra primera pantalla (probablemente de un televisor) en los inicios de los años 50 del siglo XX, en la casa de unos vecinos o de nuestra familia. Ese acontecimiento, pienso ahora, fue como abrir una ventana más dentro de la casa hacia la ciudad, el país y el mundo. A través de ella penetró directamente a nuestras vidas la luz de la información, la diversión, el conocimiento y la diversidad desde todos los confines de la Tierra.  

De ahí en adelante, las siguientes décadas las acompañó un protagonismo claro y evidente de los libros, el papel de los diarios y las revistas, y los textos escolares que muchas veces cargamos con bastante peso, de ida y regreso, al colegio y a la Universidad. Por otra parte, la pantalla del televisor y a veces las inmensas de los teatros siempre se asociaron a la diversión, el descanso o la información: nos conectaban con las realidades amplias de donde estuviéramos viviendo.  Nuestros estudios profesionales prolongaron esa separación y casi contradicción de lo que había que devorar a través de la lectura en los libros o revistas para prepararse para el futuro y lo que comenzaba a nacer con la fortaleza de “los medios audiovisuales”, con los cuales se iría transformando todo un universo que comenzaba a hacerse realidad día a día.

Para muchos, nuestro primer trabajo nos hizo testigos de las implementaciones iniciales de las pantallas inteligentes del computador en los lugares donde trabajábamos. La pantalla en nuestra oficina pronto dio comienzo a la rapidísima evolución de todo lo escrito en papeles (que hasta entonces circulaban entre funcionarios de una misma empresa o con sus clientes, con la ayuda de “mensajeros” o del correo aéreo o terrestre), a lo escrito en una pantalla, que con rapidez casi simultánea lo leía el destinatario en cualquier parte del planeta. Apareció ese “instrumento de traducción de pensamientos entre humanos” que se llamó pantalla del computador, que luego se redujo y replicó en la pantalla de nuestro portátil, del teléfono celular, en la pantalla de la tableta o en la pantallita de nuestro reloj de pulsera. 

La transición, lenta para algunos, rápida para otros, se fue dando y aún se realiza cada vez más velozmente, impactando los modelos de vida, las relaciones entre empresas, familias, parejas y personas de una manera insospechada hace un par de décadas. 

Si hoy pudiera sumar las horas que paso frente a la pequeña pantalla del teléfono, la gran pantalla del televisor, la pantalla mediana de la tableta o la minúscula del reloj digital, no tengo duda de que mi comparación con el cordón umbilical que nos unía a nuestra madre antes de nacer, tendría unas pocas horas de diferencia de menor tiempo de conexión con la realidad de nuestra conexión a un mundo de “pantallas”, el cual nos inunda y nos rodea a veces con efectos desconocidos.

Nuestra pantalla del celular es probablemente lo último que vemos antes de irnos a dormir y lo primero que consultamos al amanecer. Es manual, pequeña y nos abre a muchísimas informaciones sobre los hijos distantes, las temperaturas del día, los chismes y contribuciones de los amigos en las redes sociales, los correos del trabajo y de los amigos, las noticias del país y del mundo, la realidad de los ahorros y finanzas, las fotos de amigos y familiares.  

A través de la pantalla de la tableta (a veces de nuestro computador portátil) podemos cargar, ver y revisar las suscripciones de revistas, los libros favoritos de nuestros ratos de esparcimiento o de intereses personales o profesionales, archivos y fotos ‒sin tener que ir al escritorio de la oficina familiar‒ y hasta los canales de televisión favoritos cuando estamos de viaje y se dificulta llevar el computador central.

Llegamos así a nuestro aliado mayor, la pantalla grande o pequeña del computador que tenemos, con el cual ‒especialmente desde la pandemia en la cual vivimos‒ nos abrimos al mundo con una actitud no pasiva, como en los inicios del cine o la televisión, sino que nos permite interactuar, entregar, recibir, conversar con quien deseemos en el mundo, comunicarnos con familia y con clientes, crear, aprender, compartir, hacer ejercicio, escuchar conciertos, unir y construir mediante la multitud de aplicaciones que nos facilitan la vida a través de la tecnología y el servicio. Ni se hable de las pantallas de nuestros médicos, que les traducen a ellos y a los pacientes fotografías y gráficos de nuestras enfermedades, nuestros órganos, nuestro cuerpo entero. 

Por eso, esta tarde hago un homenaje a ese objeto que en múltiples dimensiones y cada vez con mayor intensidad cumple un papel semejante al cordón umbilical de mis orígenes y a través del cual recibo y comparto la riqueza del ser humano como especie y crezco, no tanto física sino comprehensivamente, como parte de y hacia la unidad del universo: ¡La pantalla, mi cordón umbilical con el cosmos!  

Poco a poco mi reducida biblioteca de libros y antiguas suscripciones de periódicos y revistas físicas se va transformando en las que llamaría “cicatrices del mundo que cambió”, mundo que hoy me llega y con el cual interactúo primordialmente a través de mis pantallas.

Dario Gamboa

Abril, 2022

13 Comentarios
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13 Comentarios

LUIS GUILLERMO ARANGO LONDOÑO 1 abril, 2022 - 9:26 am

Qué maravilla de comparación con el cordón umbilical y de descripción de lo que ha sido la pantalla desde mediados del siglo XX hasta hoy. Excelente tu artículo!

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Dario Gamboa 1 abril, 2022 - 3:31 pm

Gracias Luis Guillermo por tu comentario. Cada vez veo que estas pantallas a traves de las cuales nos comunicamos, nos siguen abriendo a universos desconocidos como ha sido el descubrir una amistad contigo, sin practicamente antes habernos conocido en nuestra vida de Jesuita. Significa reconectarnos con lo comun que nos unia y que a traves de estas pantallas se integra en una nueva realidad. Gracias por tu amistad.

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Hernando+Bernal+A. 1 abril, 2022 - 9:34 am

Darío. Las pantallas nos comunican eon el mundo y hacen que todo lo de afuera sea accesible a nuestro conocimiento. Pero además la pantalla del celular físicamente pone todo el mundo en nuestras manos. Grandes reflexiones que implican además un a nueva visión de nuestra relación personalk y como humanidad con el mundo y el universo que nos rodea. Cómo padecemos ahora la soberbia de Putín que tiene arrodillado al mundo, o la de Petro que parece nos tiene también a todos arrodillados. Y eso a través de la pantalla… solamente.
Saludos.

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Dario Gamboa 1 abril, 2022 - 3:34 pm

Como me gusta tu comentario Hernando! Sin habernos “visto” como se solia decir antes (fisicamente), creo que estamos aprendiendo a cambiar el significado de esa misma palabra “verse” cuando magicamente estos dos anos nos ha permitido vernos y conocernos como nunca antes en nuestra vida. Sigo agradecido con los cambios tecnologicos que nos abren el cerebro…!!

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Gabriel Diaz 1 abril, 2022 - 9:42 am

Darío: si realmente las pantallas nos cambiaron la vida en las comunicaciones y nuestra relación con los demás seres del mundo. Que maravilla de artículo que nos hace reflexionar sobre nosotros mismos.

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Dario Gamboa 1 abril, 2022 - 3:35 pm

Gabriel. Gracias por tu mensaje. Creo que gracias a estas pantallas nuestra amistad ha crecido tanto estos anos contigo y tu familia! Un abrazo estrecho.

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Juan Gregorio Vélez 1 abril, 2022 - 11:12 am

Que maravilla Dario. En mi pequeña pantalla de bolsillo te pude leer y “comulgar” con tu pensamiento. Gracias. Tus pantallas han sido importantisimas en muchos procesos de los que participó en esta pandemia. Abrazo virtual.

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Dario Gamboa 1 abril, 2022 - 3:36 pm

Gracias. Sabes bien que eres uno de los que mas enriquecen mis pantallas con tu amistad y sabiduria. Abrazo.

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Jorge Luis Puerta 1 abril, 2022 - 12:54 pm

Literalmente: el mundo en nuestras manos. Y doblemente alabadas las pantallas que nos han abierto -y acercado durante esta pandemia- a. nuestros amigos de toda la vida y nos han permitido dinamizar esta plataforma, nuestro blog, que comienza a ser un depósito de parte de nuestro legado….

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Dario Gamboa 1 abril, 2022 - 3:39 pm

Eres el gran regalo de las pantallas de los utimos anos…. Si las pantallas hablaran de todo lo que corre a traves de ellas en nuestra amistad descubierta gracias a ellas!!
Que canales de comunicacion, integracion y savia de tantas amistades reverdecidas…. Abrazo grande, amigo.

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Gabriel+Rodríguez 1 abril, 2022 - 4:31 pm

Darío. Sí, las pantallas nos salvaron a muchos del suicidio durante esta pandemia maldita, y nos acercaron a viejos y nuevos amigos. Gracias por tu dedicación y constancia a nuestros grupos. Un abrazo.

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John Arbeláez Ochoa 11 abril, 2022 - 1:33 pm

A la par con el elogio a la pantalla, yo hago un elogio a quien está detrás de la pantalla, frente al teclado, todos los jueves de 3 a 5 pm. produciendo el milagro de volvernos a encontrar, luego de décadas alejados de las personas que tanto queremos. Saltando a la pantalla, adentrándonos en ella, encontrarnos los rostros de los amigos y hermanos de siempre. El corazón se ensancha cada jueves.. Loor a ese querido amigo que nos retiene con su teclado, dentro del círculo de la hermandad y el cariño

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Dario Gamboa 12 abril, 2022 - 10:43 am

Gracias John. Talvez quien mas se enriquece de todo esto que mencionas, soy yo mismo, al poder poner un granito de arena en la cohesion de ese grupo tan espectacular de amigos que tenemos, con tantas bases comunes y nos deleitamos en encontrarnos y aprender unos de otros. Gracias a todos los que hacen posible estos encuentros que llenan el alma!

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