Con 49 años viviendo fuera de Colombia no soy el más calificado para opinar sobre este tema. Si embargo, la lejanía geográfica no me impide reflexionar, comparar y hacer algunas propuestas.
El estado actual de un país es responsabilidad de todos los partidos politicos existentes y de sus representantes, de quienes han llegado al gobierno, de los directorios de esos partidos que han puesto en sus listas para el Congreso a diversos tipos de políticos, que han creado diferentes leyes ‒aceptables o inaceptables, justas o injustas, discriminatorias o no‒ que lo rigen.
Pasando al caso colombiano y a los programas de gobierno, que son muy pocos en comparación con el número de candidatos y precandidatos, prefiero votar por las personas que me parecen más honestas y aptas. Aunque le pedí consejo a algunos amigos para que me indicaran quiénes creen que son esas personas, no obtuve ninguna respuesta.
Desde París me parece ‒no es un juicio definitivo‒ que los candidatos son «los mismos con las mismas». ¿Será que los que tienen el poder económico y político harán las reformas que favorecerán a la mayoría de los ciudadanos? Esta vez sí veo que el abanico de candidatos es más abierto que en otras ocasiones, pues va de la extrema derecha a la izquierda y tiene propuestas de centro. Pensando desde lejos en lo que creo que necesita el país, estaría tentado a votar por Petro para ver si es capaz de hacer los cambios que considero que Colombia requiere. Sin embargo, esperaré a conocer cuáles son los candidatos definitivos para concretar mi voto.
Cuando observé en días pasados el debate organizado por la revista Semana y el diario El Tiempo con 10 precandidatos, vi que todos estaban en contra de la corrupción, que todos hacían una cantidad de promesas, diciendo que iban a mejorar la educación, la justicia, la salud, el agro, la seguridad y todo lo imaginable. Sin embargo, ninguno dijo cuánto costaban esas reformas y de donde sacarían la plata que se necesita. En comparación con Colombia ‒en Francia también estamos ahora en periodo electoral‒, cuando aquí entrevistan a los candidatos, ante cada promesa que ellos hacen los periodistas les preguntan cuánto costará implementarla y cómo van a financiarla.
Pasando a lo concreto, me gustaría que todos los candidatos presenten su declaración de renta y la de sus familiares, que el candidato por el cual me incline a depositar mi voto prometa nombrar un tribunal de jueces independientes e insobornables para atacar el problema de la corrupción, que los condenados por corrupción paguen cárcel común y no puedan presentarse a ningún cargo público de por vida, y ofrezca crear un tribunal de cuentas que supervise en qué se gasta el dinero público, dé pautas para mejorar su manejo y condene a los tramposos.
En el campo de la justicia, se comprometa a que el procurador, el fiscal, el contralor, el registrador y defensor del pueblo, si los nombra el gobierno, provengan de partidos de la oposición.
En el sector agrícola prometa impedir toda importación de alimentos que vengan de países o continentes que los subvencionan ‒como Estados Unidos o Europa‒, devolver a los campesinos las tierras de las que los sacaron por las buenas o por las malas, hacer un catastro de todas las tierras agricolas y ganaderas, comprar a precio de costo las tierras improductivas para dárselas a los campesinos, impidiendo su venta por X años, y dándoles ayuda técnica para cultivarlas.
Con el fin de ayudar a los más pobres, se comprometa a aumentar el salario minimo y a reajustarlo cada año por encima del costo de vida, y a promover la educación, la salud y la vivienda popular.
Podría continuar la lista de un gobierno ideal, pero son los candidatos quienes tienen que presentar un programa justo y aplicable.
Termino deseando que los ciudadanos votemos a conciencia y no por tradición o por emociones.
Eduardo Pardo M.
Marzo, 2022
1 Comentario
Eduardo, tienes razón con tus inquietudes y dudas, pues a pesar de que tenemos una Constitución, que la bautizaron como: “Una Constitución para ángeles”, nuestros políticos criollos tienen un alcance de mayor avidez que esa constitución. Ya lo decía Darío Echandía; “El poder para qué?” pues para eso, para que esos políticos se roben las oportunidades, los órganos de control, y en suma, para robarse al país.
Excelentes tus reflexiones. Ojalá algún día podamos verlas convertidas en realidad.