El aborto no es un delito: es una tragedia. Creo que siempre es una experiencia traumática y que ninguna mujer aborta por gusto. Sin embargo, hay miles de abortos cada año, la mayoría de ellos clandestinos, muchos en condiciones higiénicas que ponen en peligro la vida de las mujeres, demasiados de ellos de niñas y adolescentes.
La reciente sentencia de la Corte Constitucional ayudará a disminuir esa tragedia, pues no solo despenalizó el aborto, haciendo innecesarios los abortos clandestinos, sino que además hizo una vehemente exhortación al Gobierno nacional y al Congreso para que adopte una política integral sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que “brinden verdaderas alternativas a la interrupción voluntaria del embarazo”.
Esta importante exhortación de la Corte en defensa de la vida ha pasado a un segundo plano ante las fuertes críticas de los sectores más conservadores de la sociedad y de las iglesias a la despenalización del aborto, a la que califican como una decisión atroz, que convierte el aborto en un método anticonceptivo que legaliza el asesinato.
Dejando de lado las declaraciones altisonantes y propuestas populistas ‒como la de promover un referendo para prohibir el aborto‒, debo decir que las posiciones personales de quienes se autodenominan pro-vida me parecen totalmente respetables y, en algunos casos, hasta admirables.
No se puede criticar ni rechazar a una mujer que por sus creencias religiosas piensa que abortar es un pecado. Más aún: son de admirar los casos de mujeres que, aun sabiendo que el feto tiene malformaciones, deciden tener al hijo porque es la voluntad de Dios y criarlo con un amor que sobrepasa las discapacidades. Lo que es criticable es que quieran imponerse esas creencias a personas que no las comparten, así como no es aceptable que un padre pro-vida impida abortar a una hija que ha sido violada.
Ese es el fondo del debate sobre la sentencia de la Corte: en ella no se impone a ninguna mujer la obligación de abortar, pero tampoco se acepta castigar como delincuente a una que aborte. El principio que se afirma es que el Estado debe respetar la decisión de la mujer sobre su propio cuerpo y no imponerle las creencias de otros.
Rechazar este principio básico de un Estado no confesional es pretender volver a las épocas en que la Iglesia católica no solo determinaba que era pecado, sino que contaba con el “brazo secular” del Estado para convertirlo en delito y castigarlo. Es lo que hoy hacen los fundamentalistas islámicos que convierten los principios morales del Corán en la sharia, todo un sistema de justicia civil y penal que regula la actividad pública y privada en sus países. Cada iglesia tiene el derecho de determinar el bien y el mal según sus creencias y dogmas y señalar a sus fieles los castigos por sus pecados. Antes de que la Iglesia católica se convirtiera en la religión oficial del imperio romano, el castigo máximo era la excomunión, es decir, excluir al pecador de la Iglesia, con lo cual estaba condenado al fuego eterno.
Cuando se convirtió en poder político y el Papa en un jefe de Estado, se olvidó del mandamiento de la misericordia; en lugar de la prédica del amor, para anunciar el evangelio, usó ese poder terrenal para imponer su interpretación de los libros sagrados y convirtió los pecados en delitos punibles que debían ser castigados por su brazo secular.
El caso más extremo de esa confusión de Iglesia y Estado fue la Inquisición. Creada en el siglo XII para combatir primero a los herejes y después a los judíos y las brujas, a quienes no solo consideraba que estaban fuera de la doctrina oficial, sino que eran enemigos del Estado. Por eso, después del “auto de fe” (un juicio sin garantías) y las confesiones logradas a punta de torturas, el obispo o fraile inquisidor entregaba al condenado a su “brazo secular” para que aplicara las penas, que incluían la muerte en la hoguera para expiar sus pecados.

Mucho ha avanzado la Iglesia al superar y repudiar esas prácticas medievales y ese contubernio con el Estado, pero todavía quedan algunos nostálgicos de ese pasado imperial que, muy lejos de los extremos de la Inquisición, sí quieren utilizar el código penal para imponer a toda la sociedad sus creencias y valores. Por eso, como consideran que para ellos el aborto es un pecado ‒lo cual es una convicción personal no cuestionable‒ quisieran que el Estado siguiera considerándolo un delito.
Por fortuna para Colombia, la Corte Constitucional rechazó esa pretensión.
COLETILLA: Otros líderes sociales asesinados, esta vez en el Magdalena Medio. Ya van más de 300 vidas segadas. ¿Será mucho pedir a los autodenominados pro-vida que protesten también contra estas masacres?
Mauricio Cabrera Galvis
Publicado en la Revista Cambio.
Febrero, 2022
11 Comentarios
Mauricio: desde el título, hasta la foto escogida y por todo lo dicho, hay que valorar suficientemente tu posición como persona, frente a este tema, sabiendo además, que viene de un excelente profesional de la economía.
Excelente GRACIAS, un abrazo
Mauricio, comparto tu argumentación sobre la despenalización del aborto en Colombia. Un abrazo.
Mauricio: Excelente aporte a la necesaria separacion y respeto de criterios de fe de unos sin imposicion y utilizacion de los mecanismos de un estado laico para imponer esos criterios de fe para todos. Felicitaciones por tu claridad y respeto.
Como siempre, Mauricio, excelente tu artículo. Claro y bien argumentado, con los necesarios matices. Lo comparto plenamente. Gracias.
Respeto profundamente todo lo que expones, Mauro en tu artículo y pienso que la inquisición y las cruzadas fueron un tremendo error histórico de la Iglesia católica, reconocido hoy por los máximos jerarcas. Reflexionas sobre aspectos muy importantes y rebates las razones que pudieran tener las autoridades eclesiásticas y los creyentes de cualquier corriente para oponerse a la “interrupción voluntaria del embarazo”, es decir, el aborto. No sé si esas sean las razones que tuvieron los magistrados de la Corte para despenalizar la decisión de una mujer que aborta hasta los 6 meses de gestación. Hay también otras personas, entidades y corrientes que basan su oposición al aborto en razones diferentes a la fe, por ejemplo, en el derecho a la vida de cualquier ser humano y, particularmente, el derecho a vivir de los más débiles e indefensos. Los derechos de la niñez, considerados como prevalentes en el artículo 44 de la Constitución política de Colombia, también consideran el derecho a la vida de niños y niñas como prevalentes. En la discusión bien amplia y más profunda, considero que debemos analizar y tener en cuenta también estos principios que pocos mencionan y que son válidos aún para los ateos, pues contemplan el valor de cualquier ser humano y su derecho a vivir abrigado en el seno de una mujer o fuera de ella. Hay ateos que rechazan el aborto porque defienden el derecho a vivir que tiene un ser humano que se está desarrollando en el seno de una mujer. Creer que el aborto se rechaza sólo por razones religiosas, me parece un juicio incompleto y podría ser una verdad a medias. Vale la pena hablar también de este punto. Lo que sí nos hace falta en Colombia es una verdadera educación sexual, racionalmente entendida, y que ponga a disposición de los ciudadanos los medios preventivos que ya existen y que hagan innecesario el aborto. La mujer merece y requiere todo el apoyo y protección del Estado para defender y proteger, a su vez, la vida. Personalmente y, a riesgo de sonar “disonante” en el grupo, sí considero el aborto o la interrupción voluntaria del embarazo, como un atentado contra la vida. Porque es mi primer derecho, el fundamental, aunque no crea en Dios ni en ninguna jerarquía eclesiástica. Es un tema que vale la pena mirar de manera integral, con serenidad y con total responsabilidad. Es mi honesta y sencilla opinión. Lo que sí veo es que la decisión de la Corte muy difícilmente tendrá reversa. Ni siquiera con un referendo como el que algunos proponen. Me considero aún como integrante disponible de UNICEF y, como obligación, les comparto esto: https://www.unicef.es/noticia/unicef-no-promueve-ni-apoya-aborto UN GRAN ABRAZO PARA TODOS.
Hola Bernardo. Me lei en tu link de Unicef toda la declaracion sobre los derechos del nino. No habla nada del aborto antes de 24 semanas ni cosa parecida. La unica definicion de nino es:…”Se entiende por niño todo ser humano desde su nacimiento hasta los 18 años de edad, salvo que haya alcanzado antes la mayoría de edad”. Habla del cuidado prenatal ademas, pero en ninguna parte menciona que es nino “desde su concepcion” como lo interpretan varias religiones y quisieran que todo un pais legalizara como ellos lo ven. Ahi esta el meollo de lo aclarado por la Corte Constitucional para Colombia. Un abrazo.
Darío: gracias por tu comentario que me permite ilustrar más ampliamente cuál es el fundamento de esta reflexión a la luz de La Convención internacional sobre los derechos del niño, que rige toda la acción de UNICEF en todo el mundo.
En el Preámbulo de la Convención, donde se especifican los considerandos que motivan cada uno de los artículos de la Convención que los Estados Partes firmaron, y entre ellos Colombia, se lee textualmente: “Teniendo presente que, como se indica en la Declaración de los Derechos del Niño, “el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”,
Ese cuidado y protección se refieren a su vida y a su pleno desarrollo. Vale la pena estudiar a fondo este tema que, como tú lo dices, es el meollo de la discusión. A mi juicio, los magistrados ignoran en su fallo no sólo lo que Colombia firmó al adherir de manera vinculante la Convención sobre los derechos del niño, sino también el Artículo 44 de nuestra Constitución Polítca que estable la prevalencia de los derechos de la niñez sobre otros derechos. Despenalizar el aborto, también en mi humilde opinión, no quere decir que el aborto sea un derecho. La vida sí lo es. Y es el derecho universal primordial, particularmente de los desprotegidos, sin importar si tienen fe o nó.
Como lo he dicho antes, en Colombia nos hace falta una verdadera política de educación sexual que proteja a la mujer para cuidar su vida y la del ser que lleva en su vientre y que incluya brindar a los ciudadanos todos los medios que ya existen y que hagan innecesario el aborto. Cordial saludo.
Para mayor ilustración, en este link se puede acceder al texto íntegro de la Convención sobre los derechos del niño. https://www.unicef.org/es/convencion-derechos-nino/texto-convencion
Gracias Mauro. Tú, como siempre, nos pones a pensar. Esta mañana también leí tu otra columna. “Corte Constitucional pro-vida”. En ambas dejas muy clara la distinción entre lo moral y lo legal. La Corte garantiza este segundo aspecto, despenalizando la práctica que ya vienen sufriendo las mujeres de bajos recursos.. Moralmente el problema de la IVE es un punto de llegada después de otras decisiones sociales de las cuales hablamos poco. Ver muy normal que cualquier niña sin llegar a tener menstruaciones, ya sea el juguete sexual de sus compañeros de colegio. Que no haya lugar a la ternura sino que de una vez se viva el erotismo. Que la dignidad de las mascotas sea más importante que la de los seres humanos. Con esas y otras premisas el derecho sobre el propio cuerpo de las mujeres es de una vez la IVE. Ciertamente tienen derecho a esterilizarse parcial o definitivamente. A pedirle a su compañero que use preservativo o aún que se haga la vasectomía. Pero si están abiertas a la concepción, sería mejor que se cuidaran de no jugar a la “ruleta rusa” de un embarazo. Y cuando proclaman el derecho absoluto sobre su cuerpo, ¿serán capaces de practicarse la IVM? (interrupción voluntaria de la menstruación). O en cambio aceptan humildemente que no todo es objeto de nuestro control. Volviendo a lo legal, si la mujer moralmente renuncia a su dignidad humana, jugando con su cuerpo. Eso que es malo, no podemos convertirlo en delito. Y no está de más que nosotros los hombres, pensemos el tema con ojos de responsabilidad. También somos dueños de nuestro cuerpo pero cuando “usamos irrespetuosamente” los cuerpos de las mujeres somos igualmente culpables de males morales, aunque lo legal no nos cree problemas.
Muchas gracias a Marta Helena, Jorge Luis, Rodolfo Ramón, Darío, Larpo y Bernardo por sus comentarios que me confirman la importancia de escribir sobre un tema tan espinoso.
Quisiera aclararle a Bernardo que yo comparto la posición de UNCEF: ni promuevo ni apoyo el aborto. Tampoco estoy en contra de quienes no lo aceptan por cualquier creencia o razón, sean ateos o creyentes, y pienso que sería de un totalitarismo hitleriano que el estado les impusiera la obligación de abortar. La posición que he tratado de exponer es que no es aceptable que se quiera imponer esa opción personal a toda la sociedad, y sobre todo que se utilice el código penal para hacerlo