Con ese título, nuestro querido Pacho presentó esta conferencia invitado por el Boston College de los Estados Unidos, el pasado 20 de marzo. Estamos orgullosos de alojar este documento -en su totalidad- en nuestro blog. Dividido en 7 entregas, a partir de hoy, creemos que su lectura nos puede acompañar durante esta Semana Santa, con la seguridad de fortalecernos y poder contribuir a la construcción de una Colombia mejor.
Los invito a tener presentes durante mi charla, dos interrogantes que están implícitos en el título que anuncia esta conferencia: Primero, ¿qué le sucede a una sociedad que es confrontada en su verdad histórica y ética por un grupo con autoridad pública e institucional? Y también, ¿qué pasa con el grupo de buscadores de la verdad que desafían a esta sociedad, con hallazgos relacionados con años de violencia política y guerra?
Permítanme comenzar con una breve introducción.
Primero, la misión acaba de comenzar.
El informe final debe entenderse como una plataforma de despegue. La tarea de preparación ha terminado. Ya no somos una institución estatal. Somos simples ciudadanos, sin ningún tipo de apoyo o protección particular, pero el camino por delante es inmenso, con muchas tareas nuevas. Debemos profundizar en lo que hemos esclarecido en nuestra investigación, ampliarlo, incorporar datos faltantes, corregir eventuales errores y buscar mejores explicaciones. También tenemos que acompañar al Comité que se creó por ley para dar seguimiento y evaluar la implementación de las recomendaciones de la Comisión.
En segundo lugar, el miedo a la verdad.
Mucha gente en Colombia piensa que sería mejor olvidar lo ocurrido durante el conflicto armado, en la medida en que el recuerdo puede destruir la posibilidad de construir el futuro. Las instituciones temen perder legitimidad una vez que se descubran los crímenes de sus miembros. El miedo de los políticos fue el más fuerte, porque sienten que la verdad puede amenazar su popularidad y destruir su imagen. El miedo finalmente se apodera de todos aquellos que niegan los hechos. Según ellos, nunca hubo masacres, no se maltrató a las mujeres, no hubo desapariciones ni desplazamientos en Colombia. Así como en el caso de Alemania, hay grupos de personas que niegan el holocausto y en el caso de Argentina, Brasil y Chile, hay quienes dicen que nadie fue desaparecido.
Tercero, resistencia a la compasión.
Además del temor a la verdad, la Comisión encontró una falta generalizada de emociones y compasión frente a todo el sufrimiento y la devastación que se encuentra en las personas y comunidades. A veces la verdad no se puede negar, porque es extremadamente brutal o angustiante. Por ejemplo, cuando escuchas a los niños llorar, a las madres desesperadas, o incluso a los perpetradores confundidos. Sin embargo, la mayoría de la sociedad actúa como si estuvieran anestesiados y no sintieran dolor. Uno sabe lo que pasó y está pasando, pero no puede permitir que afloren las emociones correspondientes. Al final no te mueves. En cambio, racionaliza su conducta, pensando que está demasiado ocupado con “cosas realmente importantes”, como una discusión teológica conceptual, una disputa de partidos políticos sobre candidatos o algún tipo de negociación comercial. El sufrimiento es algo real para millones de seres humanos, pero tú pareces pertenecer a un tipo diferente de personas a las que no les importan las trivialidades.
Y si no hay vulnerabilidad frente al sufrimiento, ¿cómo se puede construir una ética humana?
Cuarto, estar al lado de las víctimas
Hemos aprendido que la autenticidad en la búsqueda de la verdad humana sólo está presente cuando hay una comunión diaria con el sufrimiento humano. Entre los vecinos heridos en Colombia hay alrededor de siete mil muertos y 9 millones de sobrevivientes. Estamos en contacto con muchos de ellos. En lugar de abandonarlos, es hora de ponernos completamente a su lado. Y esto no solo pasa en Colombia. Puedes encontrar al prójimo herido -por causas humanas- en todas partes, todos los días y en cualquier camino que tomes. Cuando te vuelves parte del dolor de la víctima y de su sufrimiento, cruzas una línea y entras en un camino que no tiene vuelta atrás.
Francisco de Roux S.J.
Marzo 20, 2023
Boston College, Estados Unidos
1 comentario
Al final no te mueves. Aunque, al tercer día, el crucificado resucitó y se movió. Sufrió, es víctima en la carne de las demás víctimas y por eso nos mueve a construir una ética humana… ¿Cuándo nos volveremos, nosotros, parte del dolor de las víctimas y su sufrimiento, para que crucemos esa línea que nos hace entrar en un camino sin vuelta atrás?