El dictador Ortega contra la Iglesia

Por: Mauricio Cabrera Galvis
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La acusó de lavado de dinero, de traición a la patria y de promover un golpe de Estado.

Desde las masivas protestas de abril de 2018 la dictadura deDaniel Ortega en Nicaragua inició una arremetida contra la Iglesia católica acusándola de lavado de dinero, de traición a la patria y de promover un golpe de Estado. Un obispo fue condenado a 26 años de cárcel, decenas de sacerdotes y religiosos han sido capturados y unos 100 han huido al exilio o les han cambiado la cárcel por la expulsión del país y la pérdida de la ciudadanía.

El más reciente de estos ataques es la toma de la Universidad Centroamericana (UCA), dirigida por los jesuitas, a la que él acusó de ser un centro de terrorismo y organizador de grupos delincuenciales, por lo que ordenó la expropiación de todos sus bienes y la revocatoria de su acreditación universitaria.

Si bien la expropiación a los jesuitas es claramente una venganza y un cobro de cuentas contra una comunidad religiosa y una institución que han levantado su voz contra las graves violaciones a los derechos humanos y handefendido su autonomía universitaria, no es el único caso.Antes de la toma de la UCA ya habían sido cerradas otras dos universidades católicas y dos cristianas.

La persecución no se ha limitado a instituciones vinculadas a iglesias. Desde diciembre de 2021 el régimen de Ortega ha expropiado en total 27 universidades.

Se trata de una acción de represalia puesto que las universidades fueron uno de los focos de protestas en 2018,cuando miles de personas se manifestaron contra el régimen de Ortega en unas movilizaciones sin precedentes que, según organismos de derechos humanos, ocasionó 355 muertos, más de 2000 heridos, miles de presos políticos y llevaron al exilio a unos 100 000 nicaragüenses.

No deja de sorprender la saña de Ortega contra todo lo que le huela a cristianismo. Su formación fue con los jesuitas y hace tan solo unos años declaraba que “Soy revolucionario gracias a Cristo”. Además, un numeroso grupo de sacerdotes y religiosos tomó parte activa en la revolución sandinista que derrocó a Somoza en 1979, entre los que destacaba Ernesto Cardenal, el sacerdote, poeta y místico de la isla de Solentiname, que fue Ministro de Cultura del primer gobierno revolucionario, pero que moriría desilusionado, como tantos otros, de la traición de Ortega a los ideales de la revolución.

Es cierto que Juan Pablo II fue un ensañado enemigo del primer gobierno sandinista y de los religiosos que lo apoyaron, a punto tal que suspendió del sacerdocio a Ernesto Cardenal y persiguió a los seguidores de la Teología de la Liberación.

Pero también es cierto que otra parte de la Iglesia se la ha jugado por los derechos de los pobres y marginados, hasta dar su vida por ellos, como los cinco jesuitas asesinados en El Salvador por proclamar estos principios cristianos.

El comunicado de respuesta de la Universidad Centroamericana a Ortega termina así: “Dios es quien tiene la última palabra sobre la historia y la tendrá también sobre Nicaragua”.

Mauricio Cabrera Galvis

Publicado en la revista PORTAFOLIO.CO Bogotá

1 Comentario

Vicente Alcala 7 septiembre, 2023 - 8:50 am

Cualquier dictadura es la peor ceguera, por sus repercusiones en los demás. Dios proteja a Nicaragua y a Colombia. Gracias Mauricio.

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