He sido afortunado. Tengo muchos amigos con quienes converso sin importar el tiempo ni el espacio. Sus agudezas masajean amablemente mis neuronas pues, por picantes que sean, no pretenden herir a nadie, cosa por lo demás imposible, pues todos ellos están muertos y yo pronto iré a hacerles compañía.
Comparto lo que he logrado recordar de algunos de esos simpáticos diálogos. Comencemos con este sobre el sentido de la vida en el que me crucé con Ayya Khema, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Pearl S. Buck, Elías Canetti, Baltasar Gracián, Horacio, Lao-Tse, Jorge Manrique, Marco Aurelio, Monje Manzei, Augusto Monterroso, Octavio Paz, Píndaro, Lucio Anneo Séneca y Mark Twain.
– Me parece que la vida es un árbol frondoso de agridulces pasajeras ilusiones.
Baltasar: Apresúrate, pues, a convertir en placeres los que debían ser pesares.
Pearl: Y no dejes escapar las pequeñas alegrías esperando la gran felicidad.
Elías: Dicho sea de paso, se paga mucho por la falsa pintura de la felicidad.
Píndaro: Yo, por mi parte, canté ciñéndome la melena con coronas, sin dejar que la envidia de los inmortales perturbara el placer de cada día que en paz perseguí en mi camino hacia la vejez y hasta el tiempo que el Destino me deparó.
Ayya: No olvides, Rodolfo, que hoy es el primer día del resto de tu vida. ¿Qué vas a hacer de él?
Séneca: Aprovéchalo a fondo, que la vida es como una obra de teatro: no importa que sea larga, sino que esté bien actuada.
– De acuerdo, Lucio Anneo, no importa vivir mucho tiempo, sino mucho; lo contrario solo favorece a médicos y farmacias.
Jorge: Ved de cuan poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que en este mundo traidor, aun primero que muramos, las perdemos.
Monje: Así es, Jorge. La vida en este mundo es como una barca de remos que en la mañana blanca se va sin dejar traza.
– Dicho de manera terrestre: raudos ruedan nuestros años hacia el oscuro callejón del olvido.
Mark: No se me pongan tan trascendentales, que hoy es el mañana que ayer nos preocupaba.
Lao-Tse: Además, sea lo que sea, si tiene solución ¿por qué preocuparse? Y si no tiene solución ¿por qué preocuparse?
Marco Aurelio: Mi estoicismo no llegó a tan ataráxicas alturas, Lao-Tse, pero me serenó tener claro qué dependía de mí y qué no dependía de mí.
Baltasar: Y si lo que no depende de ti te da un mazazo, lo mejor es, Rodolfo, hacer de necesidad virtud: un aprieto oportuno convirtió a muchos en verdaderas personas, igual que estar a punto de ahogarse ha creado buenos nadadores.
– No dudo de que una gran dificultad puede engrandecernos, pero prefiero otras hormonas de crecimiento.
Séneca: Te comprendo, pero ten presente que no hay nadie menos afortunado que el hombre o la mujer a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.
– Tienes razón. Puesto que en la vida no siempre se gana y son más las veces que se pierde que las que se gana, el temple se mide por la capacidad de asimilar derrotas y de construir victorias, no solo a pesar de los fracasos sino a partir de ellos.
Mario: Y eso no solo a nivel individual, sino también colectivo. La historia tañe, sonora, su lección como campana: para gozar el mañana hay que pelear el ahora.
– Dice un adagio latino que el destino conduce a quien lo acepta y arrastra a quien se le resiste. Agrego que quien se resigna a su destino descubre pronto que el destino acepta gustoso su resignación.
Augusto: Interesante este intercambio entre muertos sobre el sentido de la vida. Recuerdo que cuando andaba vivito y coleando escribí que la vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un perpetuo movimiento.
– En ese movimiento, no aguardemos que nuestro cuerpo abdique, que el entusiasmo parta o que nos abandone la memoria de las cosas y de los seres queridos para ofrecernos el derecho de soñar y de ocuparnos de nosotros.
Horacio: Carpe diem, amigo mío, que se escurren veloces los años, y no hay piadosa ceremonia que ataje las arrugas ni el avance de la edad o de la indomable muerte.
Octavio: Este instante es una isla combatida por el tiempo incesante.
Horacio: Pero ni los dioses pueden deshacer lo vivido, aunque no podamos retener la hora, el día que fluye, y habiendo fluido no retorna.
Rodolfo Ramón de Roux
Enero, 2022
12 Comentarios
Original, picante, sugerente…podrías hacer algo semejante sobre la risa, la tristeza, la muerte…
Gracias, Jorge Luis. Seguiré tu consejo después de consultarlo con mis amigos de ultratumba.
Dado el tema, Rodolfo, eché de menos una intervención de Viktor Frankl, autor de “El hombre en busca de sentido”.
William, ese fue uno más de mis lamentables olvidos. Gracias por el recorderis.
Genial, Rodolfo Ramón. Muchas gracias y saludos caribeños
Gracias, Luis Alberto.
Tomás de Aquino te manda saludos desde Toulouse (recuerda que aquí tenemos sus reliquias).
Genial. Cómo lo disfruté. No eché de menos a nadie, lo bueno, si breve, dos veces bueno.Abrazos
Tus sentencias poéticas también han alimentado mi brevedad.
Intelligenti pauca, amicus Alfredus.
Delicioso “memorando” el tuyo, Rodolfo. En el “perpetuo movimiento” que es la vida, poco cambian las voces de ultratumba. Aunque supongo que, para Harari, las que se oirán dentro de algunos cientos de años, hablarán de la búsqueda de inmortalidad, divinidad y felicidad. Me quedo con tus diálogos!. Un abrazo,
Delicioso comentario el tuyo, César.