En memoria de Mario Calderón y Jurgen Horlbeck, amigos del alma, para siempre.
- ¿Qué es más importante, el viaje o el destino? “La compañía”, me respondió la vivaz Linguacuta.
CICERÓN.- ¡Ah! La amistad. “No sé si puede haber algo mejor que le haya sido dado al hombre por los dioses inmortales, excepción hecha de la sabiduría”.
- Un amigo es un tesoro raro: te conoce, te ama de todos modos y te ayuda a sacar lo mejor de ti mismo.
CICERÓN.- Por eso “la primera ley de la amistad es pedir a nuestros amigos y hacer por ellos sólo lo que es honesto”
- Eso te lo complemento con estas otras dos leyes: corrige a tus amigos en privado y alábalos en público. Y nunca les recuerdes lo que has hecho por ellos.
CICERÓN.- Totalmente de acuerdo. “Los favores debe recordarlos aquel a quien se le han hecho, y no evocarlos el que los hizo”.
LA ROCHEFOUCAULD.- Ya mayorcito y con cierta experiencia también terminé aprendiendo que “con los amigos hay que anticipar lo que puede agradarles, buscar la manera de serles útil, evitarles penas, demostrarles que las compartes con ellos cuando no se puede evitarlas, borrarlas poco a poco sin pretender arrancarlas de golpe y sustituirlas por cosas agradables o, al menos, que les mantengan ocupados”.
- Ideales fácilmente incumplidos.
CICERÓN.- Por eso en el De amicitia insistí en seleccionar bien a los amigos.
MONTAIGNE.- Yo no tuve que “seleccionar”. Simplemente Etienne de La Boétie y yo tuvimos un “flechazo” mutuo inexplicable. Esa es la fuerza imperativa y misteriosa de las afinidades electivas.
- Memorable es tu profundo afecto con aquel joven y brillante magistrado, como lo dejaste plasmado en tus Ensayos en el capítulo sobre la amistad (libro 1, cap. 28).
MONTAIGNE.- “Si me obligan a que diga por qué le amaba, siento que no se puede expresar, excepto respondiendo: porque era él, porque era yo”.
- Lástima que esa profunda amistad fuera interrumpida por la muerte prematura del amigo cuando apenas tenía 32 años.
MONTAIGNE.- La brevedad del tiempo que pasamos juntos -cinco inolvidables años- nos ahorró las desilusiones que a veces acompañan a largas amistades.
CICERÓN.- En los retos cotidianos se construye una amistad verdadera, pero también es en ellos donde reside la causa que hace que se afloje con el tiempo.
- Fuiste afortunado, Michel de Montaigne. Pues, como dice Cicerón, “no hay nada más difícil que mantener la amistad hasta el último día de la vida”.
CICERÓN.- Una vez le oí decir a Catón que, ante la posible ruptura de una amistad, era mejor dejar que se extinguiera que cortarla de golpe, produciendo peleas, insultos y ultrajes. Ante una posible ruptura del hilo sutil de la amistad, “es mejor irlo descosiendo que rasgarlo”.
- Nada es más triste que confiar en una amistad y que ésta te decepcione.
MONTAIGNE.- Es cierto lo que ustedes me dicen: la muerte de Etienne me evitó posibles decepciones, pero hasta el momento de mi propia muerte añoré con tristeza la compañía del amigo que se me fue tan pronto.
- Lo importante es la intensidad de la amistad, no su duración.
MONTAIGNE.- La intensidad y la confianza. Con mi amigo podía pensar desprevenidamente en voz alta.
- Esa es la belleza de una verdadera amistad. En ella, aun en los silencios, hay mutua comprensión. Un día le oí a Erasmo que “la verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos parece ameno”.
LA ROCHEFOUCAULD.- Admito que la relación de confianza recíproca debe caracterizar a toda amistad digna de ese nombre. Sin embargo, me permito anotar que “a los amigos puedes hablarles de las cosas que les conciernen, pero sólo en la medida en que te lo permitan, y debes ser muy moderado al respecto; es cortés, y a veces incluso humano, no adentrarse demasiado en los recovecos de su corazón; a menudo les cuesta dejarte ver todo lo que de ellos saben, y les cuesta aún más cuando penetras en lo que ellos mismos desconocen”.
- ¡Escucha! Ahí viene el brasileño Roberto Carlos cantando “Quisiera tener un millón de amigos”. Tremendo ingenuo. Se puede ser amigable con todos pero amigo, de pocos.
LINGUACUTA.- Amigo de todos, amigo de ninguno. Me río de quienes en las actuales “redes sociales” alardean de tener centenares de amigos. Las amistades hay que cultivarlas, y ese delicado cultivo requiere mucha dedicación personalizada.
CICERÓN.- “Muchos almuerzos hay que haber tomado juntos para culminar la amistad”.
- Por eso se dice que no hay que dejar crecer la hierba en el camino de la amistad.
LINGUACUTA.- No de otra manera podrás esperar que el amigo duplique tus alegrías y divida tus penas.
- John Burroughs -quien nos había estado escuchando atentamente- nos regaló en ese momento estas estupendas palabras: “Aquel cuyo apretón de manos es un poquito más firme, cuya sonrisa es un poquito más luminosa, cuyos actos son un poquito más diáfanos; quien más pronto da que pide; quien evita lo que es sórdido y mísero; quien siempre está dispuesto a ayudar, quien no teme defenderme cuando me atacan; quien es risueño cuando todo parece adverso, quien comparte mi pena igual que mi alegría; quien, cuando me voy, me extraña con tristeza, quien, a mi retorno, me recibe con alegría; ese es a quien yo llamo un amigo”.
Entusiasmado, mi paisano Carlos Castro Saavedra exclamó:
Amistad es lo mismo que una mano
que en otra mano apoya su fatiga
y siente que el cansancio se mitiga
y el camino se vuelve más humano.
Miré a Montaigne y dije: No quiero recordar a mis amigos en la tristeza, sino entre cantos y sonrisas, agradeciéndoles por todo lo vivido.
Rodolfo Ramón de Roux
Junio, 2023
10 Comentarios
Rodolfo, tu diálogo es un catálogo evaluativo de la verdadera amistad, y también sirve de “lista de chequeo” de la amistad conyugal. No por casualidad, el amor y la amistad tienen mucho en común… más de 50 años !
Así es, Vicente. La amistad es un amor sin genitales.
Rodolfo, es un honor contarte entre mis amigos. Echamos de menos tu presencia, aún después de tanto tiempo.
Humberto, el honor es mío. Me parece que fue ayer cuando el 12 de octubre de 1962 me recibiste en el noviciado de La Ceja en tu calidad de “ángel de costumbres” de este demonio.
Gracias, Rodolfo, por recordarnos a esos viejos amigos, Mario Calderón y Jürgen Horlbeck, porque a Alberto no lo necesitamos porque aún tenemos la fortuna de poder contar con él, aunque a veces los amigos seamos amigos silenciosos. Saludes!
Saludos, Luis Alberto, extensivos a Socorro.
Siempre espero con deleite tus diálogos de ultratumba que me dibujan una sonrisa para toda la semana. Qué pasó con Sofrosina? Linguacuta debe tener su propia Némesis…
Linguacuta está discutiendo de pretil a pretil con Lenguardiente. Sofrosina las mira, indiferente.
Gracias Rodolfo. Muchas amistades en mi vida quedaron plasmadas en tu diálogo. Unos han muerto, otros se han separado del camino, pero todos están en mi corazón. La amistad es el gran regalo de la vida.
Gracias, Juan Gregorio. Tengo un grato recuerdo de tu hermano “J”, de quien fui compañero dos años en el Noviciado y dos años en el Juniorado. Luégo, los avatares de la vida nos llevaron por distintos caminos pero, afortunadamente, sin rupturas ni desengaños.