De la verdad de la ciencia, las opiniones y el fanatismo

Por: Bernardo Nieto
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La ciencia produce verdades comprobadas, mientras que la opinión y las creencias nos diferencian. Lo que pensamos y creemos produce corrientes ideológicas o políticas, comunidades de creyentes y, también, desafortunadamente, fanatismos irreconciliables, destructores de lo mejor del ser humano. 

Las verdades de la ciencia poco se discuten. Sabemos que dos moléculas de hidrógeno unidas a una de oxígeno (H 2 O), siempre serán los componentes fundamentales del agua: H₂O. Nadie pondría en duda esta verdad, pues es incontrovertible y objetiva. La ciencia produce verdades objetivas que no dependen del gusto, del parecer o de la forma de pensar del científico. Gracias a la objetividad del método científico y al “deseo puro de saber” que busca conocer más, indagar más, descubrir más, la ciencia avanza y se desarrolla. En la medida en que las creencias y las ideologías hacen caso a la ciencia, la humanidad avanza con menos enfrentamientos. El caso de Galileo al firmar su famosa “retractación”, ilustra muy bien las diferencias y los límites entre ciencia y creencias. En ella, Galileo dejó claro que, aunque él firmara y afirmara que el Sol giraba alrededor de la Tierra, esta seguiría girando alrededor del Sol. 

Cuando nos enfrentamos por lo que pensamos, “la verdad” y la objetividad se complican. La diversidad de formas de pensar, de opinar, de mirar el mundo es muy grande y diferimos sobre lo que pensamos, sobre lo que nos parece o nos agrada. Nos unimos a quienes piensan como nosotros y discutimos con quienes lo hacen de manera contraria o distinta. Respetar la manera como otros piensan y llegar a acuerdos sobre las cuestiones fundamentales es indispensable para vivir en armonía y en democracia. 

Cuando creemos en algo o en alguien y formulamos nuestras creencias en credos o declaraciones que comprometen nuestro ser y nuestro estilo de vida, estamos hablando de fe. Cuando creo en lo mismo que creen mis compañeros de fe, podemos unirnos en una comunidad de creyentes. Muchos han dado su vida para defender lo que creen y están dispuestos a morir antes de “renegar de su fe”. Son los mártires de la fe. 

Aquí se da una paradoja, pues mientras estamos unimos con quienes creen lo mismo que nosotros, también nos alejamos de otros que creen en algo o en alguien diferente, de acuerdo con su propia fe. Las “verdades” de la fe comprometen más profundamente a los creyentes y los llevan a mostrar en sus actos lo que profesan. El respeto a la fe de los demás también es una condición para vivir en un mundo en paz.

El fanatismo

Cuando se considera que todo aquel que piensa diferente está equivocado y que un contrario es un enemigo y hay que considerarlo como tal, aparece el fanatismo. Los fundamentalismos existen y causan mucho dolor, violencia y destrucción. El fanatismo solo acepta como cierta una determinada forma de pensar y de actuar. Para quien lo profesa, todo lo demás es falso y debe ser perseguido hasta que desaparezca. El fanático busca convencer a los demás, por todos los medios, de que solo está bien aquello que está de acuerdo con determinada forma de ver la realidad, de pensar y de actuar. 

El fanatismo lleva a sus predicadores a mover sentimientos y pasiones, evitando el raciocinio de quienes los escuchan. Se trata de apelar a lo irracional del ser humano, evitando que se piense o reflexione sobre lo que se dice. El fanatismo opaca la razón y pasa por encima de las normas éticas.

El fanatismo y el uso de las redes sociales

Aprovechando la explosión actual de las redes sociales, el supuesto anonimato de quienes las utilizan y esgrimiendo la libertad de expresión como valor indiscutible, los fanatismos de cualquier índole usan las redes sociales para promover su modo de ver el mundo o para mantener el poder político o económico a como dé lugar. 

El fanatismo financia a estrategas comunicativos que buscan adhesiones a la causa que promueven, justificando su acción en la filosofía del todo vale. Es la mejor aplicación de “el fin justifica los medios”. Los “estrategas” y generadores de falsas noticias logran crear ambientes y formas de pensar contrarios a la verdad, difundiendo mensajes que refuerzan la manera de pensar de los discípulos. No importa que se utilicen medios ilícitos y se divulguen hechos falsos.

En el fanatismo del “todo vale”, el contrario es un enemigo y se debe desacreditar, aun con afirmaciones falsas. Por ejemplo, hay que hacer creer que alguna persona reconocida por “la opinión pública” o algún líder perteneciente a tal o cual movimiento ha hecho o dicho esto o aquello, aunque sea falso. Hay que presentar los mensajes de tal manera que los “receptores” no tengan oportunidad de reflexionar sobre lo que se les dice. 

La estrategia será más efectiva en la medida en que puedan reforzarse más las creencias, las opiniones o la forma de pensar de la gente con mensajes “incontrovertibles”, aunque sean falsos. Quienes diseñan estas estrategias saben cómo “activar los resortes afectivos precisos”. Mientras aparece alguien que desmienta y descubra la verdad, muchos ya habrán creído el mensaje y habrán dado su respaldo al fanático. 

Algunos ejemplos y consecuencias del fanatismo

Detrás del detrás del desastre moral de nuestro país, que llevó a todos los hechos descritos desgarradoramente en los informes de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, veo oculto y agazapado ese verdadero monstruo del fanatismo que puede surgir en todo ser humano. El fanatismo enfrentó a muerte durante décadas a liberales y conservadores, cuando se defendía que era bueno asesinar a otros por pensar distinto. 

La evidente desigualdad social, económica y de acceso a las oportunidades y a los beneficios sociales, arraigada entre nosotros desde antes de nuestra independencia, generó la protesta de los desposeídos, de los marginados, de los desharrapados. Con igual excusa surgieron los grupos guerrilleros que buscaban reivindicar los derechos campesinos y tomar el poder para dar vuelta a la situación y enderezar el rumbo social, político y económico de la nación. 

El Estado se tiene que defender de los grupos ilegales y su ejército y sus fuerzas armadas defienden la propiedad, la libre empresa. Ante un Estado débil y mal armado, empresarios, terratenientes y las mismas fuerzas militares apoyaron la creación de ejércitos privados. Y  en los campos colombianos, con los campesinos en sus parcelas, se dan los enfrentamientos y los asaltos. Y para financiar la guerra política y partidista, surgió el narcotráfico que todo lo corrompió. 

Hoy Colombia también debe luchar contra las bandas narcotraficantes internacionales que incrementan sus riquezas y su poder a toda costa, comprando conciencias y políticos, amenazando empresas y destruyendo el campo. 

Pero quienes se enfrentan y mueren no son los grandes dirigentes. Quienes combaten son los desposeídos que no tienen ni futuro ni presente, los jóvenes marginados, sin oportunidades de trabajo o de estudio, los campesinos, indígenas y gentes del pueblo, reclutados por cualquier salario o a la fuerza por los ilegales. Es el pueblo el que lucha contra el pueblo. 

El país debe comandar ejércitos para enfrentar a bandas criminales que buscan apoderarse de tierras, ríos y montañas, enriquecerse ilícitamente, mantener el poder con la barbarie y dominar pisoteando y pasando por encima del contrario. Eso es el fanatismo, el peor mal de Colombia y, creo, también del mundo en el que estamos viviendo. 

Mi deseo para el 2023 es que podamos superarlo para mirar mejores horizontes y confiar en que los humanos sí somos capaces de vivir en un mundo en paz.

Bernardo Nieto Sotomayor

Enero, 2023

6 Comentarios

Dario Gamboa 11 enero, 2023 - 7:43 am

Excelente artículo Bernardo!!! Describe exactamente una realidad que vivimos que solo necesita que aprendamos a respetar la diversidad porque en la diversidad de los seres humanos juntamente con la naturaleza, nos completamos todos y crecemos todos en armonía. Que bello ser diferente y aprender de los demás!! Gracias por contribuir con tu artículo.

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Bernardo Nieto Sotomayor 13 enero, 2023 - 9:59 am

Muchas gracias por tus palabras. Es una preocupación de todos reconocerlo, desenmascararlo y detenerlo el fanatismo. El mal que nos ha causado y que nos sigue causando es terrible. Si queremos vivir en paz, debemos hacer lo que nos corresponde. ¡Qué complicados somos los seres humanos!

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Hernando+Bernal+A. 11 enero, 2023 - 7:46 am

Bernardo: es honda y muy profunda la reflexión que tu haces, especialmente en lo relacionado con el fanatismo, pero también muy compleja y difícil de superar. El proceso de maduración intelectual de una sociedad va mucho más allá de los conocimientos científicos y que se pueden aceptar como verdades. Lo importante es no solo saber, sino ser sabio. Y la sabiduría es un proceso histórico detrás del cual se han dado y se dan enormes tragedias, discrepancias y polarizaciones. Creo que esto lo estamos viviendo en la actualidad. Gracias por tus reflexiones. Hernando

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Bernardo Nieto Sotomayor 13 enero, 2023 - 10:04 am

Muchas gracias por tus palabras. El fanatismo pasa por encima de lo mejor y más bello que tenemos los seres humanos. Por eso, creo, debemos reconocerlo, desenmascararlo y detenerlo. Nos ha causado mucho daño. Como tu bien dices, una cosa es saber y otra bien diferente es ser sabio. Para manejar lo que se sabe, para enseñarlo sin prepotencias, para aceptar que, por lo que sabemos, no estamos autorizados para despreciar o aplastar a los que no saben lo que conocemos e imponer nuestra forma de pensar a la fuerza y destruyendo a otros. De verdad, me golpea mucho el fanatismo que enceguece y acaba con la sabiduría.

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CHRISTIAN BETANCUR 11 enero, 2023 - 2:46 pm

Excelente reflexión, apreciado Bernardo. Feliz y exitoso 2023 para ti y para todos.

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Bernardo Nieto Sotomayor 13 enero, 2023 - 10:05 am

Lo mismo para tí, querido Christian. Te mando un gran abrazo y ojalá nos enriquezcas con tus reflexiones. Son muy valiosas.

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