Los cuatro artículos de Reynaldo Pareja sobre las religiones organizadas, publicados hace varias semanas, reflejan un contexto norteamericano e indican criterios globales. ¿Admiten alguna complementación? ¿Bastan esos sanos criterios? El presente texto se sitúa en un contexto colombiano y por lo mismo más parroquial; sin embargo, muy real, y adiciona algo diferente a esos artículos.
Comencemos con unos datos: un domingo a las 7 de la mañana, sintonizamos por el canal 135 de RCN la “Santa Misa”, mientras que en el canal 136 (Canal1) podemos oír “El despertar de la fe”. Por el canal 141 de Telepacífico presentan la “Eucaristía dominical”, mientras que por el canal Telecaribe se puede escuchar “Dios Fuente de Poder”.
La “Santa Misa” suele presidirla el arzobispo de Medellín, en una capilla pequeña con un grupo pequeño de fieles, al menos en esta época de pandemia. El “Despertar de la fe” es presidido por uno o varios Pastores, con el trasfondo del enorme edificio de la Iglesia Universal (de la avenida Caracas con 1º de mayo en Bogotá) y otros templos en Colombia. La “Eucaristía dominical” la preside algún prelado o sacerdote católico, mientras a “Dios Fuente de Poder” lo presenta algún Pastor evangélico.
Refiriéndonos en concreto al domingo 8 de mayo de 2022, la “Santa Misa” la acompañó un cantor solista, y el arzobispo centró su homilía en la persona de Jesucristo el Buen Pastor, mientras que en el “Despertar de la fe” se resaltaron las largas filas de fieles que iban acercándose a tocar el Manto del Poder (un manto terciado sobre una cruz) que invitaba a celebrar el Domingo de Poder. La Eucaristía dominical la celebró en vivo un sacerdote con el ritual de la Liturgia católica común, mientras que “Dios Fuente de Poder” fue predicado por un Pastor en Chile (en una grabación de hace varios años).
No me es posible detallar los mensajes de cada una de las presentaciones televisivas porque sólo participé, tiempo completo, en la Santa Misa y, además, no quiero que lo poco que alcancé a conocer de los otros eventos quede contaminado por mis prejuicios.
“Prejuicio” tiene dos significados: uno etimológico y otro social. Etimológicamente, pre-juicio es neutro, por decirlo así; significa un juicio previo o anterior a un hecho o un discurso. El significado social de prejuicio ha evolucionado en un sentido negativo o peyorativo, ya que se entiende como una opinión desfavorable o descalificadora de una persona, de un grupo, de una idea, de un ideario político o religioso. Por ejemplo, los católicos tradicionalmente teníamos un prejuicio acerca de los “protestantes” y muchas otras personas tienen sus prejuicios frente a los católicos.
El solo hecho de observar los canales de T.V. y sus programas religiosos, estimula muchas reflexiones:
¿Por qué muchas personas de un pueblo mayoritariamente católico cambiaron su religiosidad hacia otras agrupaciones diferentes?
La congregación de numerosa población ¿responde a una simple sicología de masas, a una promoción o propaganda llamativa, o a una convicción fundamentada?
¿Qué diferencia hay entre una aglomeración voluminosa en una Iglesia local y una concentración multinacional en la plaza de San Pedro en el Vaticano?
¿Cómo comparar una reunión masiva concentrada en un mismo lugar, con las numerosas celebraciones -menos cuantiosas- pero en innumerables localidades en múltiples países?
¿Son equivalentes las diversas Iglesias cristianas (en el caso que comentamos) o hay algo específico y característico que identifica a una colectividad y la diferencia de las otras?
Cada uno de nosotros ¿qué identificación tenemos con la propia comunidad de fe, qué profundización procuramos en nuestras creencias y qué coherencia mostramos en nuestro modo de vida con lo que confesamos?
El respetar otras creencias y otras agrupaciones ¿es óbice para afirmar las propias creencias y resaltar lo característico y especial de la propia comunidad de fe?
Los criterios ofrecidos en el cuarto artículo para buscar una religión aceptable ¿son suficientes para responder a la pregunta de Jesús: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
La homilía del arzobispo de Medellín el domingo 8 de mayo de 2022, desarrollando la imagen del Buen Pastor y sus ovejas, se puede sintetizar en 4 puntos:
-Escuchar la voz del Pastor; debemos identificar y escuchar la voz de Jesús, frente a tantas voces difusas o engañosas.
-Seguir al Buen Pastor; no se trata de un caminar gregario, sino de creer en su palabra y en su Persona que es Camino, Verdad y Vida.
-Confiar en su compañía; sentir la seguridad de su presencia, pues el Padre nos ha confiado a nosotros al Buen Pastor y el Padre nos ha confiado el Buen Pastor a nosotros.
-Reflejar la bondad de Jesús a través de nuestra relación con los demás; ayudar, acompañar, proteger a los demás como el Buen Pastor lo hace con sus ovejas.
Dijimos que la Santa Misa o Eucaristía dominical la preside el celebrante; sin embargo, la diferencia con otras celebraciones de diversas Iglesias, radica en que, además de la Sagrada Escritura y las palabras pronunciadas por quienes la presiden, lo fundamental y el centro de la Eucaristía es la presencia real de Jesús resucitado, en medio de la comunidad, y significada en las especies sacramentales del pan y el vino que replican el mandato del Señor: Hagan esto en memoria mía.
Jesucristo no es sencillamente otro Mensajero más de los enviados por Dios para la Revelación de Sí mismo a la humanidad. La Revelación de Jesucristo no es siquiera solo su enseñanza, sino que Él es la Revelación del Padre, con quien es Uno en unión con el Espíritu Santo, presentes en la comunidad de los fieles. El modo de vida cristiano debe ser fiel al evangelio predicado por Jesús, pero la Buena Nueva, el Evangelio, es Jesús mismo y la vida cristiana es vivir en la unión integral con Jesús, caminando hacia el Padre.
Los sanos criterios humanos para buscar y escoger una religión aceptable son muy valiosos, pero no podemos olvidar que es Dios quien nos escoge a nosotros, o más que escoger, nos llama y nos invita a escucharlo y vivir de acuerdo a su voluntad.
Vicenta Alcalá Colacios
Julio, 2022
1 Comentario
Vicente: gracias por tu artículo, Presenta muchas facetas merecedoras de amplias discusiones. Ser Cristiana implica reconocer a Cristo Jesús como “el camino, la verdad y la vida”. Pero en mi propia y posiblemente reducida opinión, considero que los caminos para llegar a la verdad y para participar de la vida eterna, pueden presentar diferentes alternativas para los creyentes. Un cordial saludo. Hernando