Colombia, campo de batallas

Por: Carlos Torres
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A los lectores del blog queremos contarles que desde hace 14 meses venimos reuniéndonos, semana a semana, en tertulias amigables, para conversar sobre muy diversos temas. Esas tertulias alimentan el blog y este aprovecha lo compartido allí. 

Ante la dolorosa situación que atravesamos en Colombia decidimos manifestarnos. Por eso, les propusimos a quienes desearan hacerlo, que escribieran un texto breve al respecto.

Este artículo hace parte de la cosecha que obtuvimos.

A la pregunta sobre qué está pasando en Colombia, la respuesta es: que los poderes nacionales y mundiales, incluido el narcotráfico, han escogido a nuestro país como su campo de batalla. Un ejemplo de ello es el caso Santrich

En este sainete participaron la JEP, la CIDH, la ONU, la OEA, las Altas Cortes, el sistema carcelario, los jueces, la Ministra de Justicia, el Fiscal, la Vicefiscal, el Procurador, la Embajada de Estados Unidos, la Unión Europea, la policía, el CTI, los medios, los del Sí, los del No, congresistas, carteles del narcotráfico.

Este es solo un ejemplo de las batallas que se están librando en Colombia. Sin duda, hay una batalla jurídica de fondo porque está en juego la interpretación de la Constitución, sus instituciones y sus modificaciones, para dar cabida a los exguerrilleros.

Pero la batalla jurídica no se reduce al análisis de lo pactado. Se enmarca en la lucha geopolítica por el poder, por apoderarse de la bandera de la paz, que puede significar el triunfo en las siguientes elecciones.

En el trasfondo hay una clara batalla ideológica entre dos modelos de sociedad, que con diferentes grados se concretan en las llamadas izquierdas y derechas del espectro político, con sus ejércitos de incendiarios y vándalos. Es el manejo de la imagen, no para resaltar la propia, sino para denigrar la del contrario. 

Es la batalla por construir la historia.

Los más agudos, los mejores caricaturistas y opinadores lanzan sus dardos en una batalla llena de formas bajas de referirse a los personajes y a los hechos. Los insultos y epítetos desobligantes abundan. Es la guerra del odio.

En forma muy eficiente y con gran acierto, los gestores del acuerdo con las Farc obtuvieron   el apoyo de la comunidad internacional, la cual también llegó a nuestro país para ayudar a “librar la batalla”. También hay izquierdas y derechas que interpretan los hechos y “colaboran en” transmitir al mundo su verdad. 

A nuestras puertas están las grandes potencias del mundo y del narcotráfico, listas a participar en nuestro suelo. Solo que nosotros pondremos los muertos y la destrucción de nuestra patria colombiana.

Como consecuencia de todo lo anterior ha terminado librándose la más grande de las batallas: la batalla por la verdad.

Para nadie es un secreto que una verdad raquítica permite a la larga justificar muchos, si no todos, los crímenes cometidos por los violentos y justificar las decisiones de la JEP.

Así terminaremos moralmente condenados y físicamente libres, aplicando la estrategia ya exitosa en el pasado: como todos somos culpables, nadie es culpable.

Como hay tantas batallas librándose en tantos niveles, por tantos intereses, por tantos líderes, cada persona y cada grupo toma partido en su ámbito más natural. No es fácil encontrar voces de sensatez que, con liderazgo real y eficaz, inteligencia, magnanimidad, patriotismo y generosidad inviten a avanzar, a aceptar lo construido, a ceder lo no esencial; que renuncien a ganar las batallas que estén librando, orienten a los compatriotas, den ejemplo y guíen para conseguir la victoria real: paz para todos y verdad que nos libere de odios y deseos de venganza.

Así Colombia podrá ser no un campo de múltiples batallas, sino una patria en paz donde quepamos y nos respetemos todos, aceptando nuestras diferencias.

Carlos Torres Hurtado

Julio, 2021

2 Comentarios

Hernando+Bernal+A. 21 julio, 2021 - 8:11 am

Carlos: muy claro y justo el deseo por lograr la verdad sobre los hechos, como camino para construir un país en paz. Pero lo problemático de la verdad es que no hay mentiras sino interpretaciones, y estas pueden ser tan amplias confusa como la multiplicidad de sujetos e intereses que las sustentan. Un asunto tan controvertido como el acuerdo de paz, implica la interpretación de más de 350 páginas, que finalmente fue un resultado de “lo máximo que se pudo lograr”, (en palabras de De la Calle Lombana), pero no “de lo que fuera lo mejor para el país”. . Terrible y lamentable la constatación de “los falsos positivos” en los casos y en las cifras reales que “parecen” ser verdaderas en la JEP. ¿Pero cuáles son finalmente las cifras reales?….Posiblemente el logro de una real CONCILIACION no sea la MEMORIA sino el OLVIDO CON BASE EN EL PERDON: ¿No te parece que en el fondo subyace la profunda verdad del CRISTIANISMO en relación con el perdón de Dios omnipotente y misericordioso, al pecador y a los pecados de la humanidaed?. Un respetuoso saludo. Hernando

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Luis Alberto Restrepo 22 julio, 2021 - 4:00 pm

Lúcido comentario, Hernando, gracias!

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