Durante los últimos cien años la Universidad Libre ha hecho justicia a su propósito fundacional.
El 13 de febrero de 1923 se abrieron las aulas de la Universidad Libre, bajo la dirección de Benjamín Herrera, quien, junto con otros miembros del Partido Liberal, había promovido la necesidad de una universidad laica e independiente de lo confesional y oficial, con el fin de promover la formación de profesionales que respondieran a las necesidades del país y a la libre discusión de las ideas.
Llegar al primer día de clases no fue sencillo, pues la idea de una universidad republicana con las características deseadas comenzó a forjarse desde la última década del siglo XIX. En 1913 se constituyó como una sociedad anónima, lo cual no fue suficiente para resolver sus dificultades. Al final tuvo posibilidades de vida cuando el general Benjamín Herrera consiguió que la Convención Liberal reunida en Bogotá, el 21 de octubre de 1921, dispusiera auxiliar la apertura de la Universidad Libre.
Las anteriores son muy pocas líneas para mucha historia, pues detrás de esto se estaban dando en Colombia profundas transformaciones políticas, económicas y culturales. Podría decirse que aún no habíamos aprendido a ser una nación después de haber conseguido la independencia. Las incipientes instituciones educativas del inicio de la República habían sufrido un enorme deterioro bajo los gobiernos radicales liberales y, luego, durante la época de la regeneración conservadora habían vuelto a estar bajo el control eclesial. A finales del siglo las confrontaciones políticas derivaron en la guerra de los Mil Días.
En los primeros 20 años del siglo XX no era claro qué debía ser una universidad. Nadie quería la institución colonial que se había instalado por toda América Latina, pero tampoco parecía suficiente el modelo de universidad estatal sometido a los vaivenes de las luchas políticas y los intereses ideológicos. Qué enseñar y cómo hacerlo, más allá de las metodologías escolásticas convencionales, era una orientación que ya se daba en muchos lugares a partir de los postulados de Humboldt y la universidad alemana, pero además estaba sobre la mesa el asunto del gobierno de las universidades, el concepto de autonomía, el papel de los estudiantes…
Por fortuna hubo la enorme lucidez y persistencia de pensadores, docentes y dirigentes políticos que consiguieron remar en este agitado mar de complejidades para asumir el desafío de mirar al futuro en un país que apenas se asomaba al siglo XX y enunciar la gran misión que se asignó a esta nueva institución educativa:
“El fin que persigue la compañía es meramente patriótico, y los socios fundadores, inspirados en los más elevados ideales, tienen en mira facilitar la instrucción, adaptar los estudios a las necesidades del país, desarrollar las facultades de trabajo disciplinado y productivo, levantar el nivel moral por el cultivo de los sentimientos elevados que forman el carácter, y hacer hombres tolerantes, respetuosos de las creencias y derechos de los demás, que rindan culto a los deberes e ideales humanos”.
Durante los últimos cien años la Universidad Libre ha hecho justicia a su propósito fundacional, pasando de los primeros jóvenes inscritos en 1923 para insertarse en un país en el cual tener una profesión era un privilegio excepcional, a atender cerca de 26.000 estudiantes en siete seccionales y con 230 programas de pregrado y posgrado, que sin duda contribuyen de manera extraordinaria al desarrollo de sus regiones.
Cien años haciendo esto, leyendo los signos de los tiempos para asegurar los principios fundamentales de libertad, respeto, disciplina y solidaridad en el proceso de formación de las nuevas generaciones representa una muy alta exigencia para los directivos y profesores. Además de destacar los logros y avances, siempre habrá que preguntarse cuántos nuevos retos deben asumirse. Esa es la función más importante de celebrar aniversarios.
Francisco Cajiao
Febrero, 2023
2 Comentarios
Francisco, muchas gracias por tan valiosa reseña de cien años de aporte a nuestra sociedad. Ésta como tantas otras realidades que tenemos cerca y que no conocemos ni valoramos suficientemente.
Excelente Universidad que combatió las ideas retardatarias de la época. Mil gracias Pacho por este recorderis tan importante para la educación colombiana.