Primer llamado de atención: hoy en Colombia se reflejan y desarrollan graves y peligrosos juegos geopolíticos. La China de Xi Jinping avanza silenciosamente en el continente con sus cuidadosos planes para el medio siglo. Ya es el mayor inversionista en la región.
Entre 2019 y 2020 Colombia y China acordaron 29 proyectos que representan US$1191 millones. China construye, por ejemplo, el metro de Bogotá. Esa inmensa nación es el mayor comprador y el destino preferido de materias primas como los hidrocarburos, el oro y las ‘tierras raras’, indispensables para los chips y otras tecnologías. En algunos casos, China también se ha convertido en el mayor prestamista para algunos países de la región.
La Rusia de Putin, por su parte, juega en la relación Venezuela-Colombia, así el embajador ruso en Colombia se empeñe en negarlo. El encubrimiento y la mentira son parte esencial de la diplomacia. Moscú le ha vendido y sigue vendiéndole a Caracas armamento pesado como, entre otros, misiles tierra-aire, no propiamente contra Guyana. También le ha vendido armamento a Colombia, aunque no creo que aquí hayan comprado misiles, no por falta de ganas, sino de plata. Aunque sabrá el diablo cuál es la verdad…
En suelo venezolano hay asesores militares rusos. Y, fuera de eso, Putin y sus técnicos altamente calificados parecen avanzar en una guerra cibernética contra todos los países de Occidente y, en particular, contra Estados Unidos. Es una confrontación letal sin necesidad de muertos ni de sangre, contra gobiernos, secretos de seguridad nacional y poderosas empresas. A su influencia se le atribuyen, por ejemplo, el triunfo de Trump, el Brexit, el robo de secretos científicos y tecnológicos, al igual que otros graves asuntos.
En Colombia, altos mandos militares confesaron en un primer momento que, con el apoyo ruso, Venezuela les había sustraído secretos de seguridad nacional y se preparaba para incidir en las elecciones de 2022. La DEA afirmó que con tiempo le había advertido del riesgo a la inteligencia militar colombiana, pero que esta no había adoptado ninguna precaución. Tanto los militares como el gobierno silenciaron después el asunto, hasta hace pocos días cuando el ministro de defensa Molano lo denunció públicamente y el presidente Duque llamó a pedirle explicaciones al embajador ruso. Aunque, ‘a la final’, fue más bien la vicepresidenta y canciller quien terminó dándoselas al embajador.
Todos estos “juegos” locales se desarrollan mientras, en el lejano nororiente del mundo, Rusia y China se han aliado contra Occidente para enfrentar un eventual intento de expansión de la OTAN a Ucrania o, incluso, en el caso de una invasión militar de Estados Unidos a ese país. Esas posibilidades se están barajando minuto a minuto en tiempo real, desde inicios de febrero. Y si se produjese el choque, el mundo podría verse amenazado de nuevo por un pavoroso Armagedón del que nadie escaparía. Ojalá la mediación europea logre llegar a formas de conciliación con Putin, que desactiven la bomba.
Las dos potencias de Oriente adelantan esfuerzos compartidos para tratar de aislar y vencer a Estados Unidos e imponer un mundo supuestamente “multipolar”, aunque obviamente sería controlado por ellos. Pero, si así se sucediese, ¿qué acontecería con las ambiciones imperiales de ambas potencias? ¿Se repartirían el mundo, como aconteció en el mundo bipolar impuesto por Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)? ¿O entrarían a su vez en una aniquiladora disputa en la que China, con su extensión, su población, su tecnología y su armamento sometería a Rusia?
De manera que la pacífica cooperación actual de las dos potencias en América Latina y en Colombia podría derivar también aquí en confrontación. Y siendo Colombia un país extenso, con una población aun escasa para su territorio pero, sin embargo, numerosa, con playas sobre los dos mares, Pacífico y Caribe ‒conectado con el Atlántico‒, juega inevitablemente el papel de pivote y puente estratégico entre el norte y el sur de América. Lo que aconteciese en Colombia tendría fuertes repercusiones en todo el sur del continente, sobre todo en la actual situación social de la región, después de la pandemia, la multiplicación del desempleo, la pobreza, el hambre y la protesta, sumados a la larga experiencia y tradición colombiana en el ejercicio de la violencia.
¿‘Quo vadis’, Colombia? ¿Lo sabes? Al menos, ¿lo has pensado?
Luis Alberto Restrepo
Marzo, 2022
5 Comentarios
Luis Alberto: muy realista y mu cierto el panorama que describes. Solo faltaría añadir que los Estados Unidos han sido siempre reacios en su relación con América Latina, y mucho más ahora cuando prima un nacionalismo asfixiante. Saludos. Hernando
Sagaz y oportuno comentario, LARpo., Mil gracias.
China ESTÁ HACIENDO MALABARISMOS para manejar el expansionimso Ruso, amén de mirar la reacción de occcidente ante su posible intervención en Taiwan. La ciberseguridad se está tornando
un asunto vital para todos. Gracias
¿”Quo vadis, Colombia? ¿Lo sabes? Al menos ¿lo has pensado?
Colombia “es mucha gente”… y la mayoría somos ignorantes en estos asuntos internacionales. Gracias Luis Alberto por “alfabetizarnos” un poco.
Luis Alberto, en teoría y con alta dosis de idealismo (utopía?) Colombia irá hacia donde los colombianos la llevemos. Tus advertencias geopolíticas, sin embargo, en su mayoría se dan en un campo que nosotros no controlamos, Me aferro a la esperanza (esa sí utópica) de que al diálogo le queda un papel importante. De lo contrario podemos estar ad portas de un retroceso abrumador, como muchos de los que ha dado la humanidad a lo largo de su muy breve historia de dos millones de años!. Tu pregunta habría que complementarla, entonces, para averiguar sobre las posibilidades de diálogo y sobre lo que a nosotros nos queda por hacer!. Mil gracias Luis Alberto y un abrazo,