Cuando viajamos, salimos de nuestra zona de confort. Encontramos nuevas gentes, espacios que nos revelan cosas insospechadas, situaciones que nos interpelan. Nunca somos los mismos después de un viaje vivido a fondo. Exjesuitas en Tertulia quiere convertirse en ese álbum hecho por muchas manos y recibir de usted lo que ha aprendido, lo que lo hizo cambiar.
Mi corazón latía y mi cuerpo estaba ansioso, como si tuviera una cita importante. ¡Claro que sí! Había venido a la India con muchas ganas de conocer la séptima maravilla del mundo.

Llegamos ansiosos al lugar indicado. Vas caminando y encuentras la puerta de entrada. Es rojiza, pues es de arena rocosa roja, con algunas partes de mármol. De este mismo material son las dos construcciones que están a la izquierda y a la derecha del majestuoso Taj Mahal: una era la casa de huéspedes ilustres y la otra una mezquita. Dice la historia que el emperador musulmán Shah Jahan mandó construir este mausoleo de amor y dolor cuando murió su segunda esposa, al dar a luz a su decimocuarto hijo. La construcción empezó en 1632 y se terminó 21 años después.

Esta puerta da acceso a una primera visión. ¡Qué maravilla! Y sí que lo es: imponente, de mármol blanco, brillante, lleno de luz. Ese día llegamos hacia las 5.00 p.m., cuando el sol comenzaba a caer y nos regalaba el más hermoso atardecer a la izquierda, mientras que a la derecha se levantaba la luna llena. ¡Qué mejor espectáculo! ¡Qué regalo de Dios, de la naturaleza y de mis amigos Anku y Sam. Ellos planearon que la visión de la luna llena fuera en el Taj Mahal. Y todo salió perfecto. Dios está ahí siempre.
¡Fui tan feliz! Mi cuerpo, mi alma, mi espíritu, mi mente, todos estaban conectados en agradecimiento. No puedo explicar esta felicidad con palabras. Observé cada detalle, cada pared con incrustaciones de lapislázuli, malaquitas, turquesas, jade, jaspe, coral y alguna otra piedra más. Un trabajo maravilloso. Y en el mármol, cada talla tenía exquisitos detalles mínimos. ¿Se imaginan los días de dedicación para hacer esas tallas? Hermosas, realmente hermosas. El Taj Mahal es una enorme joya, es arte grandioso, es único, es simbólico, es mágico, es extraordinario… y mucho más.

Fuimos los últimos en salir. La guardia nos sacó a punta de “pito”. Es lo usual. Todo lo resuelven con el pito. Hicimos poco caso, caminamos lento y pudimos tomar las mejores fotos, ya sin personas. La luna nos siguió hasta el final.
Terminamos en el hotel en una ceremonia del fuego, porque era la bienvenida del Holy, que es la celebración del triunfo del bien sobre el mal después del invierno.

Pilar Balcazar
Agra, India, Marzo 2020