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¿En qué creo hoy?

Hace poco, en varias tertulias virtuales de exjesuitas, fuimos testigos de la enorme riqueza y diversidad vivencial de dar testimonio de lo que creemos, sobre lo que para algunos es la espiritualidad. Si fue tan rico y diverso entre 35 personas, abrimos el blog para recibir de usted sus vivencias.

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A mí, la vida me parece rara, muy rara. “La vida es un ratico”, como nos canta Juan Esteban Aristizábal, “Juanes” por más señas.

Y mi ratico lo lleno, entre otras ocupaciones, leyendo, escribiendo, viendo noticieros, películas de Netflix, barriendo el apartamento, y -¿cómo no?- comiendo y durmiendo, para no mencionar otras actividades más personales e intransferibles. Aunque, sin darme cuenta, llegué a cucho (que no a chuchumeco), no me puedo quejar. Estoy bien. Soy flaco, más flaco que un palillo, pero aguanto, salgo a caminar por la mañana y repito por la tarde con mi mujer, que no perdona su caminadita.

Sin embargo, con frecuencia me pregunto: ¿qué o quién nos puso aquí? ¿para qué? Por lo que recuerdo, al comienzo de la Ciencia de la Lógica, Hegel parte del Ser (“Das Sein”). El Ser -tomado así, en general- es algo indeterminado, vago, imposible de comprender. Es todo y es nada al mismo tiempo. Por eso, en un segundo paso, el Ser se autolimita y se define como el Ser-ahí (“Da-sein”). 

No se preocupen por entender. Lo que quiero decir es que en esa expresión, libremente interpretada, encuentro una muy ajustada descripción de mi experiencia. Un “ser-ahí” es alguien arrojado, tirado a las sinuosas y misteriosas calles de la vida, que en ocasiones se convierten en oscuros callejones sin salida o en bosques y selvas impenetrables, y a veces se muestran como las aguas transparentes y azul-verdosas de un mar Caribe en calma. Por mi parte, no me puedo quejar. Por donde se le mire, soy afortunado, o al menos así me siento. 

Pero volvamos al “Ser-ahí”, tirado al surco de unas fuerzas arrasadoras que van destruyendo el mundo a su paso. Y si no, pensemos en los terribles fenómenos que está produciendo el cambio climático, tanto en Quetame como en Japón, China, España, Grecia y en el occidente de Estados Unidos, por no mencionar otros municipios. Los incendios y el calor nos abruman. 

Parece que el mundo nos quiere ahogar en barro y lodo o cocinar a fuego vivo de más de 40 grados Celsius. Con esa guerra climática, ¡qué Putin ni qué carajos! Aunque es una guerra injusta, terrible y cruel, vista en el contexto global del clima y sus desastres, podría uno decir que esa es una guerra con totes y papeletas, frente al Armagedón arrasador del clima que por lo visto, está a un paso de llegar al punto de no retorno, si no es que ya estamos en él. ¿Y si no hay regreso, qué podrá pasar? No me lo imagino ni he encontrado a nadie que me lo explique. Quién sabe si los alienígenas se estén preparando para invadirnos. Espero la sesión del Congreso de los Estados Unidos para que nos digan de una vez si tenemos unos vecinos extraños o no… Aunque lo extraño es que en China no afirmen también que han visto OVNIS. ¿O será que los OVNIS y los tales alienígenas son unos chinos malcriados que andan pasiándose por los cielos y echando ojo a Washington, al Pentágono y sus alrededores?

En fin, no me hagan caso. Mi principal virtud no es el optimismo, pero estoy de acuerdo que el pesimista es un optimista bien informado. Yo no es que esté muy al tanto de lo que acontece pero, entre gallos y media noche, algo me pillo.

¿Quién me puso aquí? ¿para qué? Este podría ser el estribillo de la canción de la vida, de la mía y de la tuya, querida-o amiga-o y enemiga-o, correligionarios, agnósticos, ateos (militantes anticlericales) o indiferentes, de izquierda o de derecha, santos o criminales, puros y castos o lo contrario, sexi-adictos, libidinosos, lúbricos y desenfrenados, para no mencionar a los esclavos de la cocaína y el terrible fentanilo. Ni hablar de los que trafican drogas, condenan y echan al surco miles y millones de vidas ajenas totalmente enajenadas. Me parece difícil que se acomoden en la paz total.

Y, por hoy, dejemos aquí este canto al desconcierto y a la simple expectativa. Así, pues, que con tantos temas y problemas globales tan graves, dejemos quieto a Petro, al menos por hoy.

Luis Alberto Restrepo

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En nuestra tertulia número 157 de la semana pasada, quisimos conversar sobre lo que significó para quienes lo han hecho, haber escrito y publicado un libro. Este es el testimonio de Vicente Alcalá.

Esta descripción la dedico a mi amigo Hernando Bernal, pues un día que hice referencia al libro, me pidió cómo podía conocerlo y no supe qué decirle porque no había ejemplaresdisponibles. Aquí se lo comento de manera sintética y también para los demás amigos lectores. 

Digo un libro difícil porque fue difícil escribirlo: hacia arriba y hacia abajo. Como no conocía un programa o aplicación que escribiera en el computador hacia arribame tocó escribir los párrafos correspondientes línea por línea. Por lo mismo, es difícil leerlo; mi hermano (q.e.p.d) me dijo de broma que hacía falta “acostarse patas arriba” para poderlo leer; sobre todo porque es difícil empatar la lectura cuando termina un párrafo hacia arriba y el siguiente está hacia abajo. El libro es también difícil de conseguir.Adicionalmente incluye un CD de música escogida para el tema.

El sentido de la rareza de escribirlo hacia arriba y hacia abajo es el simbolismo de que las preguntas, deseos, peticiones y reflexiones suben hacia el cielo, y la respuesta viene hacia abajo en los textos del Nuevo Testamento. 

La primera parte del libro consta de un primer capítulo con poemas relativos a la vida, la muerte y la vida después de la muerte, y de un segundo capítulo que es el CD con música que evoca la vida, la muerte y la vida después de la muerte. 

La segunda parte del libro es la reflexión teológica o mejor,bíblica. En cuatro capítulos, experimentamos, comprendemos, afirmamos LA VIDA, y se nos invita a vivirla, pero todo ello en el testimonio de Jesús: 1) Él muestra LA VIDA, la relación con el Padre, en su oración. 2) Nos hace comprender que la VIDA es conocerlo a Él y al Padre, 3) Jesús afirma LA VIDA en la vida y tras la muerte(la continuidad de la vida tras la muerte personal y colectiva)y 4) Nos invita a compartir LA VIDA, no sólo con los que ya murieron -en la Comunión de los Santos- sino en el amor y el servicio a los demás, como testimonio de la relación mutua con Dios, que es LA VIDA, la relación que sustenta todas las demás relaciones. 

Pero ¿de dónde nació este libro? De dos experiencias muy sentidas: 

La primera se expresa en la dedicatoria “Te abrazo tan fuerte, papá, porque quiero que nunca me faltes, que siempre estés conmigo. Escribo este libro, hijo, para contarles que tu deseo está cumplido, es un hecho, cuenten con eso” (escrito hacia arriba)y la confirmación -escrita hacia abajo- “Sepan que Yo estaré con ustedes siempre hasta el fin de los tiempos.

La segunda experiencia fue una reflexión en grupo y personal -orientada por la propuesta metodológica de Bernard Lonergan S.I. acerca de las operaciones humanas (experimentar, comprender, afirmar, responder con amor)- extendida esta reflexión por varios años, y aplicada -en el libro aquí reseñado- a los Evangelios y demás escritos del Nuevo Testamento.

La carátula del libro quedó muy bella porque me fusionaron tres fotografías: de un rio vivo en zona cafetera, de los lagos de Parapoto en el Amazonas casi de noche, y un amanecer sobre el mar Pacífico, regresando de la Isla Gorgona. 

La presente página escrita resultó ser una síntesis del contenido del libro, que esquemáticamente se advierte en el mapa mental; un relato de cómo lo elaboré; una expresión del origen, de dónde surgió o por qué lo escribí y una manifestación implícita de su finalidad, para qué quise escribir este libro.

Cercana a este último punto, la pregunta de un amigo fue ésta: ¿para quién lo escribió, a quién va dirigido? Le respondí que a mi hijo, a mi familia, a mis amigos y a todos los que quieran y puedan leerlo. Sin embargo, queda una deuda pendiente que, en seguida intentaré saldar. 

Retrospectivamente, nos preguntamos en la tertulia: ¿Qué ha significado para mí escribir y publicar este libro?

Mi respuesta es que, así como la palabra dada nos compromete, así mismo un libro escrito implica un compromiso, y en mi caso, una obligación o, mejor una invitación a ser consecuente, a ser coherente, a vivir de acuerdo con lo que yo he escrito y afirmado. Este libro significa un compromiso porque produjo mayor conocimiento, mayor consciencia y convicción. 

Hoy me siento feliz y agradecido. Feliz por el contenido mismo que me da una gran confianza, paz y alegría permanentes, pase lo que pase. Feliz al escuchar el CD con la bella música que me emociona y me confirma que lo escrito es cierto, real y lo más importante en la existencia. Además, fue un reto y un logro importante porque el hacerno ha sido mi fuerte y, en esta ocasión, hice y construí algo. 

Estoy agradecido porque el libro respondió, no principalmente a una inspiración literaria, sino a dos inspiraciones amorosas: la de mi hijo (que ya comenté arriba) y la del Espíritu.

Otra pregunta de un amigo fue: ¿al escribirlo hacia arriba, usted no quería que lo leyeran?, pues no estamos acostumbrados a leer así.

Y aquí viene la deuda y la corrección que me comprometen también: debo hacer el libro mucho más asequible, con una edición “al derecho” y -mejor- en versión de e-book, para que muchos puedan beneficiarse de él gratuitamente.

El libro se titula “VIDA en la vida y tras la muerte”. LA VIDA, con mayúsculas, significa la Relación mutua con Dios, la Relación que es el fundamento de todas las demás relaciones y la que da sentido a todas ellas; Relación amorosa que es desde ahora y que perdura de manera inmortal; Relación “vertical” con Dios y “horizontal” que impulsa y compromete en las demás relaciones, familiares, sociales, con la vida y con la sociedad.

Vicente Alcala Colacios

Agosto, 2023

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Como reacción o complemento a la exposición sobre “Salud mental y Depresión” realizada el pasado 27 de julio durante la tertulia de los jueves, Vicente hace en este artículo un planteamiento adicional para el manejo de la depresión.

En la tertulia sobre “Salud mental y depresión” tuvimos una exposición excelente del Dr. Ricardo Angarita y bastante exhaustiva acerca de las bases biológicas de los estados depresivos y, en consecuencia, sobre los diferentes tratamientos médicos. 

Sin embargo, hubo dos preguntas en sentido contrario: Así como los procesos bioquímicos afectan los estados y trastornos mentales ¿es posible que procesos mentales voluntarios incidan positivamente sobre los procesos bioquímicos y cerebrales con sus consecuencias?

La respuesta que se dio a la primera pregunta, que formulé yo, consistió en reiterar y profundizar las premisas, es decir, volver a explicar causales bioquímicas de los estados mentales, pero no se trató ni resolvió la inquietud o, al menos, yo no capté una respuesta.

Un paradigma ayuda a comprender mejor algo, pero puede limitar la comprensión de otros factores, con una sola perspectiva, y puede limitar la visión más amplia de la realidad y de las interrelaciones entre sus diferentes componentes. Las especializaciones tienen ese riesgo si no están precedidas de una formación humanista, amplia e integral.

En el caso que nos ocupa, fue muy ilustrativo el conocimiento sobre el influjo del hipotálamo en los estados alterados de conciencia, como la depresión, pero el hipotálamo no agota el sistema cerebral, ni el sistema cerebral agota el sistema nervioso, ni el sistema nervioso agota el sistema orgánico total, ni el ser vivo que es el ser humano agota la realidad de lo humano, ni la realidad de lo humano agota la plenitud del SER. 

Sólo en su respuesta a la segunda pregunta, el expositor afirmó que en medio de la depresión no era posible que los procesos mentales actuaran y, sólo cuando se salía de la depresión, sí podían tener efecto positivo los procesos mentales como la meditación, entre otros. 

Voy a describir dos experiencias vividas, que fundamentan el planteamiento de que procesos mentales voluntarios pueden incidir positivamente sobre procesos biológicos.

1ª. En mi familia paterna tenemos antecedentes depresivos -en uno de los casos, bastante grave-.  Yo padecí etapas o temporadas de estado depresivo agudo, podríamos decir. 

Visualicé o describí la depresión como una especie de imán que sólo atraía lo negro, lo negativo, lo difícil, lo catastrófico; especialmente en las noches de insomnio, los pensamientos negativos no sólo me impedían dormir, sino que me atormentaban literalmente. 

De manera consciente, comprendí que la realidad no es totalmente negativa, negra, inmanejable, sino que está entreverada de positivo y negativo, de favorable y desfavorable, de dificultades y de soluciones. Cuando estaba imbuido -de manera inconsciente- en el estado depresivo, me dije “mañana será otro día” y efectivamente fui manejando la situación de manera que no me dejé anular, sino que reaccioné y paulatinamente superé la depresión. Un fallecido psiquiatra amigo me definió la depresión como “parálisis de la voluntad” y era muy acertada esa caracterización porque otro síntoma de la depresión es la “incapacidad” para decidir y para actuar.

Al saber que eso era así -no importa qué factores biológicos afectaban esa parálisis- induje unos procesos voluntarios para superarla y comenzar a decidir y actuar. También, cuando preveo que “se acerca” un episodio depresivo, comienzo a activar procesos mentales que lo frenan o impiden. 

2ª experiencia. A veces sentimos la fuerza de inclinaciones, estímulos, impulsos instintivos -por ejemplo, sexuales- y que nos pueden inducir a conductas no deseables. 

Pero también podemos provocar y experimentar procesos mentales voluntarios que frenan o dirigen esos influjos biológicos, de manera que logramos comportamientos más adecuados que los que se producirían “dejándose llevar”. El destacado neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás tuvo una expresión que ilustra la diferencia entre los procesos biológicos u orgánicos y los procesos mentales voluntarios: “El enamoramiento es un accidente químico pasajero mientras la construcción de una pareja es una decisión, un proyecto de vida”.

Adicionalmente, en la exposición científica a la que hice alusión al comienzo de este escrito, se refirieron manifestaciones “religiosas” contraproducentes o claramente negativas. Como en todo, los aspectos religiosos pueden manejarse de manera adecuada o inadecuada.

Mi amigo Reynaldo Pareja, que fue quien hizo la segunda pregunta, me sugirió este párrafo: Si de alguna manera creemos y aceptamos lo que se nos ha presentado por las diferentes religiones mundiales de que todos los seres humanos son creados “a imagen y semejanza de Dios”, entonces nuestra esencia es espiritual, no sólo biológica. Él es un Ser incorpóreo, es Espíritu puro. Esto sugiere fuertemente que nuestra esencia es un canal de la fuerza Divina que podemos cultivar diariamente para fortalecer el espíritu, la mente, y el subconsciente. Lo hacemos si diariamente alimentamos el espíritu con meditación e introspección, así como diariamente tenemos que ingerir alimento dos a tres veces por día para que toda nuestra biología se mantenga fuerte y sana. Un dicho sabio dice, “la Fe mueve montañas”. La gran lección espiritual, es que la Gracia Divina puede renovar hasta la última célula cancerosa cuando conscientemente se sincronizan corazón y mente, trabajando al unísono para conseguir una meta de curación.

Nuestro amigo Alberto Betancur nos habló de las “órdenes” curativas que imparte al subconsciente con los efectos casi mágicos que obtiene. Para mí, ese es otro caso de cómo inciden los procesos mentales sobre los procesos biológicos.

Lo consciente actúa en lo biológico, la acción de Dios actúa en ambos. Lo sobrenatural opera en lo natural. “La gracia de Dios actúa sobre la naturaleza” (la cual ya es también un don gratuito de Dios).

Personalmente, creo, confío y busco esos “refuerzos” religiosos que consolidan procesos positivos de la propia capacidad cognoscitiva y voluntaria. 

Vicente Alcalá Colacios

Agosto, 2023

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Antes de la edad globalizada, en occidente desconocíamos bastante a oriente y oriente desconocía bastante a occidente. La sabiduría que revivimos en el presente artículo, “producida” en el oriente-medio, nos invita a reconocer lo mejor para ambas tradiciones culturales, para hoy y para siempre.  

Los libros de Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, Sabiduría, por no nombrar a Job y Salmos, nos transmiten una tradición milenaria y perenne. Degustemos algunos de sus abrebocas. 

Y al tiempo, acogeremos el comentario de un amigo al artículo Un libro leído en grupo, cuando dijo que leer los cuatro evangelios sigue siendo fuente de inspiración. ¡Dejémonos inspirar!

“Hijo mío, escucha los avisos de tu padre, no rechaces las enseñanzas de tu madre”. “Planten un árbol bueno y tendrán un fruto bueno”. Somos en gran parte, lo que fue nuestro hogar; si queremos una sociedad sana, debemos educar desde pequeños.

“No permitas que te abandonen bondad y lealtad, cuélgatelas al cuello, escríbelas en la tablilla del corazón”. “De la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad”. La calidad de las lecturas enriquece el tesoro del corazón.

“La sabiduría proclama por las calles, en las plazas levanta la voz… presten atención a mis correcciones y les abriré el corazón comunicándoles mis palabras”. “Lo sembrado en tierra fértil es el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto: ciento o sesenta o treinta”. Y como dijo un discípulo: a dónde iremos Señor, si Tú tienes palabras de vida eterna.

“Dichoso el hombre que alcanza sabiduría, el hombre que adquiere inteligencia” “Ustedes son la luz del mundo… “¿Se enciende una lámpara para meterla en un cajón o debajo de la cama?” Las cualidades que tenemos no se deben enterrar, se deben cultivar y ponerlas al servicio de los demás. 

“No niegues un favor a quien lo necesita si está en tu mano hacérselo”. “Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite” “Traten a los demás como quieren que los demás los traten”. “Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar”. Gratuidad es la cualidad de dar o recibir, sin tener que esperar nada a cambio. Haz el bien sin mirar a quién.

“Felices los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia”. Si queremos que nos traten bien, primero tratemos bien a los demás y, además, como veo a los otros, ellos me verán a mí. Y no hagamos a otros lo que no quisiéramos que nos hagan.

“Tal es la suerte de la codicia sin límite, que quita la vida a su dueño”. “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida?” Lo primero es lo primero, pero ¡cuántas cosas secundarias nos roban lo más importante!

“La justicia hace prosperar a una nación, el pecado es la ruina de los pueblos”. “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Una de las características de la justicia es la de dar a cada uno lo que le corresponde. “Por qué tomas a mal que yo sea generoso…” Si todos recibimos lo que nos toca, no debemos ser envidiosos si otros reciben más que nosotros.

“Un reino dividido internamente va a la ruina”. No hay que provocar la discordia para sacar partido; mejor que dividir, es unir. “Por falta de gobierno se arruina un pueblo, y se salva a fuerza de deliberación” “Fracasan los planes cuando no se consulta, y se logran cuando hay consejeros”.

“Respuesta amable aplaca la ira, palabra hiriente aviva el enojo. De la lengua de los sabios brota sabiduría, de la boca del necio, necedades” “La boca del justo es manantial de vida”. “No contamina al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella”. “Por tus palabras te absolverán y por tus palabras serás condenado”. Eres esclavo de tus palabras y dueño de tu silencio. 

“Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos… por sus frutos los reconocerán”. Obras son amores y no buenas razones. Si el corazón está dañado, las acciones serán destructivas; obramos el bien si somos limpios de corazón. “Está permitido en sábado hacer el bien”. Para hacer el bien no hay que pedir permiso.

“Corazón contento cara feliz, corazón abatido desalienta el espíritu… Para el desgraciado todos los días son malos, el corazón contento está siempre de fiesta… mirada serena alegra el corazón” “Felices los que trabajan por la paz porque se llamarán hijos de Dios” Según la actitud que cultivemos, será nuestro modo de andar por la vida: alegres o amargados.

“Si tuvieran la fe del tamaño de una semilla de mostaza, dirían a aquel monte que se trasladara allá y se trasladaría”. La fe mueve montañas, pero la fe necesita poner manos a la obra. Quien quiere hacer algo, encuentra los medios; quien no quiere, inventa excusas. 

“Quien entre ustedes quiera llegar a ser grande, que se haga servidor de los demás”. Servir no es humillante sino honroso; así como lo más útil es lo que más sirve, así el ser humano más valioso es el que sirve mejor.

“No solo de pan vive el hombre” Hay que cuidar la vida, pero hay que preguntarse por el sentido de esa vida que protegemos, y responderse. “El que busca justicia y misericordia alcanzará vida y gloria” “El generoso será bendecido porque repartió el pan con el pobre”. La autenticidad del ser humano la realiza en su autotrascendencia: en salir de sí mismo, en sus relaciones, en ser para los demás. El hombre se encuentra a sí mismo al trascenderse a sí mismo.

“La necedad del hombre le hace perder su camino” “Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones”. “El Señor dirige los pasos del hombre” Dejémonos guiar por Él en nuestro diario caminar.

Vicente Alcalá Colacios

Julio, 2023

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Estamos acostumbrados a pensar en el misterio, dentro del ámbito religioso. Más aún, el Diccionario de la Lengua Española, entre nueve acepciones que traduce de la palabra misterio, seis de ellas son de sentido religioso. Entonces, ¿de qué hablamos aquí, al decir “El misterio humano”?

En un artículo anterior publicado en este blog y que llamé “Caminos a la certeza”, expresé que en un sentido, el misterio es provisional: cuando no sabemos o no entendemos algo, decimos que eso es un misterio para nosotros, pero cuando ese algo se conoce y se comprende, el misterio se aclara y se acaba. Al decir misterio humano, ¿es algo provisional o será un misterio permanente? 

“Hasta el momento no tenemos ninguna explicación en absoluto de cómo la mente surge del cerebro. (…) Estudiar la mente es una empresa diferente de estudiar el cerebro”[1].

“En el gran cuadro de la ciencia contemporánea hay muchas cosas que no entendemos, y una de las que entendemos menos somos nosotros mismos. (…) No disponemos todavía de una solución convincente y consensuada a la pregunta de cómo se forma la consciencia de nosotros mismos”[2].

“Si alguien me dijera ‘le explico cómo funciona la consciencia, pero luego lo mato’, yo le diría: ‘perfecto’”[3].

“Las grandes preguntas de la existencia siguen sin respuesta (…) ¿Qué es la consciencia?”[4].

Las declaraciones anteriores de científicos destacados nos indican que, por ahora, la consciencia y la mente son un “misterio” y, por lo tanto, el ser humano también. 

La inteligencia humana, que no es la única inteligencia, nos hace comprender que tenemos consciencia de nosotros mismos, del mundo que nos rodea, incluidos los demás seres humanos y tenemos consciencia de que tenemos consciencia de este tener consciencia.

Para los que no somos científicos, asomarnos al extenso universo del cerebro humano encerrado en un cráneo relativamente pequeño, es un “misterio”. Imaginarse millones y millones de neuronas, diferentes y especializadas, es casi imposible y, lo que es más innumerable: pensar en millones y millones de conexiones entre esas neuronas supera nuestra imaginación. 

Pero el asunto no termina ahí. Humberto Maturana y Francisco Varela son destacados biólogos chilenos y explican cómo no se pueden entender las bases biológicas del conocer sólo a través del examen del sistema nervioso, sino que es necesario entender cómo los procesos cognoscitivos se enraízan en el ser vivo en su totalidad. Y más allá: el operar recursivo del lenguaje es condición sine qua non para la experiencia que asociamos a lo mental [5]. Lo mental no es algo que está dentro de mi cráneo: la conciencia y lo mental pertenecen al dominio de acoplamiento social y es allí donde se da su dinámica.[6] En otras palabras: el ser humano no se puede comprender sin su ser social.

En síntesis, para comprender el fenómeno del conocer humano, de la consciencia y de la mente es necesario aclarar:

¿Cuál es la organización del ser vivo?

¿Cuál es la organización del sistema nervioso?

¿Cuál es la organización del sistema social?

(Se entiende aquí por organización a las relaciones que deben darse entre los componentes de algo para que se dé ese algo, para que se lo reconozca como miembro de una clase específica). 

Para entender bien todo un libro, hay que entender cada uno de sus capítulos, pero para entender bien alguno de sus capítulos, hay que entender todo el libro. Además, hay que regresar una y otra vez al texto. Y esto ocurre, no sólo para un libro… ocurre también para entender al ser humano. 

Para entender la totalidad del ser humano hay que entender cada algo de su ser, pero para entender algo del ser humano, hay que entender la totalidad del ser humano. 

Estábamos hablando del conocer, de la consciencia, de la mente… pero somos seres que perciben, deciden, ríen y lloran; ¿qué son nuestros valores, nuestros sueños, nuestras emociones, nuestro propio saber? ¿qué lugar ocupamos nosotros, seres humanos, en este gran fresco del mundo que ofrece la física contemporánea?; ¿qué somos nosotros en este mundo inmenso que abarca desde la estructura profunda de la materia-energía y del espacio hasta el límite del cosmos astronómico que conocemos?   

El sentido común, que es inteligente, nos hace comprender que el ser humano es un pequeño átomo en este inmenso universo, pero este inmenso universo no se comprendería ni tendría voz, sin el pequeño átomo que se llama ser humano. 

Y el ser humano no es simplemente un individuo, ¿no es un misterio la inmensa multitud de millones y millones de personas en el mundo actual? ¿no es un misterio la variedad de pueblos y culturas? ¿no es un misterio el recorrido de la historia humana y su “prehistoria”? ¿no es un misterio el mundo que quiere descubrir el hombre, a pesar de los avances de todas las ciencias, de las artes, de la inteligencia natural y artificial? 

No hemos hablado de la parte más dolorosa del misterio humano: ¿Quién comprende el abismo de la violencia, la criminalidad, la drogadicción, la corrupción, el homicidio, las guerras…?

Esta misteriosa realidad del mal concreto nos conduce al enigma del bien en la verdad: a la pregunta por el fundamento de la ética o moral, ¿por qué es posible el progreso y la decadencia y la recuperación o redención?

Si llegáramos a descifrar el misterio humano, el misterio de lo que somos, el misterio del obrar bien o mal, todavía nos faltaría saber ¿para dónde vamos?, ¿cuál es nuestro futuro?, ¿cuál es el destino de nuestra vida y de la humanidad, y del universo…?

Y así se encuentran el misterio humano y el misterio de Dios. 

El Espíritu de Dios nos enseña sobre nuestro espíritu. Jesucristo nos ilumina sobre el misterio de Dios y el misterio del hombre. La auto-revelación de Dios en Jesucristo nos aclara nuestro origen y nuestro fin. La fe es un don misterioso de Dios, y la fe refuerza nuestra inteligencia para comprender que el misterio que somos, como humanos, se disuelve en el misterio del amor de Dios y en Éste encuentra su realización y su felicidad. En eso esperamos y en la esperanza hemos sido salvados: eso aclara el Misterio humano.


[1] Harari, Yuval Noah (2018). 21 lecciones para el siglo XXI. Bogotá: Debate

[2] Rovelli, Carlo (2016). Siete breves lecciones de física. Barcelona: Anagrama

[3] Correa, Pablo (2017). Rodolfo Llinás: La pregunta difícil. Bogotá: Aguilar

[4] Hawking, Stephen (2018). Breves respuestas a las grandes preguntas. Barcelona: Crítica

[5] Maturana H. y Varela F., (1996) El árbol del conocimiento. Santiago de Chile. Editorial Universitaria, página 152.  

[6] Ibid. página 154.

Vicente Alcalá Colacios

Julio, 2023

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Nuestro grupo tuvo acceso a un resumen de la entrevista del Papa Francisco con un grupo de jóvenes en Roma, en el mes de Abril pasado. Luego de una semana de preparación, William Mejía, Vicente Alcalá, Alvaro Guerra, Silvio Zuluaga, Jorge Luis Puerta, Bernardo Nieto, Luis Guillermo Arango, Hernando Bernal, Rigoberto Reyes, Pedro Benitez, Darío Gamboa y Reynaldo Pareja compartieron sus reacciones preparadas a las respuestas y comentarios del Papa sobre temas de mucha actualidad para la juventud y para la Iglesia católica del mundo entero. Compartimos esta tertulia con nuestros lectores con el siguiente video.

Exjesuitas en tertulia- 25 de Mayo, 2023

*Link para la entrevista con el Papa Francisco: https://drive.google.com/open?id=1YPc0kcw7JtC7u6LaxzZanTO8pSOkjcCD&authuser=mcomm2015%40xustudent.edu.in&usp=drive_fs

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Es ese reflejo de las instituciones que, cuando son atacadas, desvían su mirada hacia los miembros, para salvar su cuerpo. La charla del Papa con los jóvenes me provocó estas dos visiones referidas directamente al caso del encubrimiento de la pederastia en la Iglesia.

Cuadro 1.

El año pasado, en el marco del trabajo de la Comisión de la Verdad, Pacho De Roux le envió una carta al general Eduardo Zapateiro, entonces designado por el Presidente de la República, Iván Duque, como comandante del Ejército Nacional de Colombia, diciéndole, entre otras cosas: “…lo sagrado no son las instituciones, ninguna; tampoco El Vaticano donde está el papa Francisco; tampoco el Ejército, ni la grandeza militar del Pentágono de los Estados Unidos, ni lo sagrado son las grandes empresas como Ecopetrol…lo sagrado es el ser humano”.

“Y hoy…los invito, simplemente como ciudadano colombiano, a seguir el ejemplo del Papa Francisco y del cardenal Rubén Salazar, cuando ante el abuso de niños por centenares de sacerdotes dijeron: ‘no son manzanas podridas; es una enfermedad del cuerpo de la Iglesia’. A partir de ese momento se cambió el comportamiento de la Iglesia: no se defendió más a los sacerdotes perpetradores cambiándolos de lugar u ocultándolos” (ese era el espíritu de cuerpo mal entendido que funcionaba entonces); “ahora se defiende a las víctimas, a los niños y a los perpetradores; la misma Iglesia los entrega, no a la justicia eclesial del derecho canónico, sino a la justicia civil y a la cárcel civil”.

Cuadro 2.

Aquí recordé lo que escribió Cristina Peri-Rossi en EL PAIS, sobre el tema: “El espíritu de cuerpo es el corporativismo, enfermedad crónica de empleados, funcionarios, profesionales y servidores de la nación, que se manifiesta, de manera eruptiva, cada vez que una parte del todo o sea, un miembro…recibe una crítica”.

“El espíritu de cuerpo…de cualquier institución, pública o privada (policía, ejército, medicina, psicólogos, administración de correos, etc.)…a pesar de su carácter intangible, posee un yo hipertrofiado, y, por eso mismo, frágil, susceptible. Cuanto más grande es el ego, con más facilidad (y a veces sin la menor intención) se le hiere. Es tan grande como inseguro: no puede encajar las críticas, la menor sospecha de merecerlas le crea una inseguridad insoportable”.

“Uno de los principios básicos (e inconfesables) del espíritu de cuerpo, es que cualquier crítica, por el mero hecho de haber sido expresada, es injusta. El espíritu de cuerpo es, por antonomasia, inocente. El espíritu de cuerpo se confunde concupiscentemente con cada uno de sus miembros: en un todo visceral”.

Y entonces, esta idea me quedó en el aire: ¿si continúan apareciendo historias de pederastas en la iglesia no será cierto que aún se cobijan bajo el espíritu de cuerpo que tanto mal ha hecho en la historia?

Jorge Luis Puerta

Mayo, 2023

*https://drive.google.com/file/d/1YQSPC77z9MsDtIKVArXC_Vkvoy3hZZwY/view?usp=share_link

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¿Será aceptable este slogan? Lo que es bueno para unos es malo para otros. La moralidad en unas culturas difiere de la moralidad en otras culturas; entonces ¿que cada uno escoja como quiera? ¿Cualquier cosa vale? ¿Lo bueno y lo malo es relativo? o ¿es posible y necesario establecer unos mínimos éticos universales y un criterio de lo moral?

Hay vocablos relacionados, aunque estrictamente no son sinónimos: legal, legítimo, justo, bueno, honesto, valioso, importante, moral, recto, correcto, íntegro, auténtico… y sus contrarios o antónimos: ilegal, ilegítimo, injusto, malo, deshonesto, despreciable, insignificante, inmoral, torcido, incorrecto, corrupto, falso… Es conveniente advertir que puede darse una gradación o escala entre ellos.

No es necesario aquí, precisar el significado de cada término; basta con la comprensión normal que tenemos de cada uno, del sentido generalizado que les damos; basta pensar en los comportamientos observables que manifiestan lo que no se ve, lo que hay detrás de cada conducta. Como dirían los griegos, no todo el mundo sabe definir qué es la virtud y qué es el vicio, pero todo el mundo sabe distinguir la persona virtuosa de la persona viciosa, la persona buena de la persona corrupta.

Regresemos al comienzo: ¿Qué es el valor, qué son los valores? Hay diferentes tipos de valor: económico, literario, artístico, científico, comercial… moral. Y hay grados o niveles de valor: no es lo mismo $100 que $1.000, no vale lo mismo una casa de 80 metros cuadrados que otra de 200; no es tan importante una opinión subjetiva o personal, como una teoría física comprobada y aplicada en múltiples descubrimientos o invenciones. 

De manera que decir “todo vale” o todo da igual, es claramente insostenible. Sin embargo, también es cierto que lo importante o valioso para una persona, o una colectividad o una cultura, puede ser indiferente o insignificante para otras. ¿Qué podemos pensar ante eso?

Entre los tipos de valores enunciados, detengámonos en el valor moral; es el que califica o mide, no lo que las personas tienen, sino lo que ellas son; califica a las acciones específicamente humanas de las personas o los grupos, a los comportamientos conscientes y voluntarios; no llamaríamos moral o ético al respirar o caminar, pero sí al decir la verdad o ayudar a un necesitado. 

Ahora bien, ¿hay un criterio válido y objetivo para decidir o juzgar lo bueno y lo malo?  ¿Existe un fundamento auténtico, genuino, universal de lo ético-moral, o simplemente este terreno es subjetivo, relativo, arbitrario, convencional, a gusto o criterio de las personas o colectividades?

Para deliberar, decidir y actuar, hay preguntas importantes: ¿Vale la pena?  ¿Debo hacer esto? ¿Cuál es la mejor, entre dos o más alternativas que tengo? ¿Qué beneficios o inconvenientes se pueden prever? No se trata de mentir o engañar a otros, sino ¿me estoy mintiendo o engañando a mí mismo? Y estas preguntas en primera persona son válidas para grupos y colectividades que toman decisiones y actúan en común.

Hay diversos códigos morales, según las ideologías, las culturas, las costumbres… pero una cosa es el contenido o características de esos códigos y otra cosa es la función dinámica o consciencia que exige su observancia. 

Escribe un autor que: aunque seamos libres para cumplir nuestros deseos, no somos libres para escoger qué desear. Si esto es así ¿dónde queda nuestra voluntad y nuestra responsabilidad? Podemos decir que nuestra naturaleza se dirige a lo que necesitamos y, por tanto, a lo que deseamos. 

La naturaleza humana -como principio de movimiento y reposo- desea y tiende a la verdad, al bien, a la felicidad. Pero nuestra voluntad escoge la manera y los medios para lograr lo que deseamos; nuestra libertad decide en qué ponemos la verdad, el bien, la felicidad… y nuestra libertad puede errar, puede equivocarse al decidir: nadie escoge directamente lo falso, lo malo, la desgracia; es más exacto decir que alguien escoge mal, antes que decir escoge el mal La naturaleza humana nos dota, desde el nacimiento, de nuestras capacidades hacia la verdad, el bien, la felicidad; la historicidad es lo que nosotros hacemos de nosotros mismos con esas capacidades que recibimos. 

¿Somos egocéntricos o somos altruistas? El egocentrismo es algo natural como el instinto de conservación. El conflicto surge cuando pensamos en el bien de los demás, que no es totalmente indiferente para nosotros sino necesario, pero que no pesa tanto como el bien propio. Obtener un equilibrio entre ambos es ideal y alcanzable, es lo ético.

Pero el mundo, todos los días y en todas las latitudes, nos ofrece un panorama desolador:  violencia, homicidios, engaños, robos, atracos, guerras, corrupción… 

Las pasiones descontroladas ¿nos arrastran necesariamente? Tenemos impulsos e inclinaciones espontáneas porque somos animales, pero somos “animales racionales”: nuestra inteligencia y nuestra razón pueden orientar, dirigir, regular nuestros instintos e impulsos; pero éstos, a veces son tan fuertes, que nos hacen obrar irracionalmente.

Ética y moral son categorías que se refieren a las personas, a los grupos, a las sociedades. Pasemos a considerar algunos planteamientos y propuestas de alcance universal. Más que cuestionar si es posible o no una ética universal, es preferible trabajar por ella.

Hans Küng fue promotor de la Fundación “Ética Mundial” en Suiza que se extendió a muchos países, y fue inspirador de la Declaración del Parlamento de las Religiones del mundo de Chicago, contra los “Siete pecados sociales” denunciados por Mahatma Gandhi:

riqueza sin trabajo, 

disfrute sin conciencia,

saber sin carácter,  

negocio sin moral,

ciencia sin humanidad, 

religión sin sacrificio, y

política sin principios…

Hans Küng propuso las condiciones básicas de un acuerdo ético global antes de concretar unas propuestas más específicas. Estas son las fundamentales: 

• Compromiso para que todo ser humano reciba un trato humano.

• Compromiso a favor de una cultura de la no-violencia y respeto a toda vida.

• Compromiso por una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo.

• Compromiso a favor de una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz.

• Compromiso por una cultura de igualdad y camaradería entre hombre y mujer.

Además, de acuerdo con nuestra fe para toda la humanidad:

El Padre nos hace hermanos,

El Hijo nos enseña cómo ser hermanos,

El Espíritu nos impulsa a amarnos de verdad como hermanos.

Vicente Alcalá

Marzo, 2023

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Atendiendo algunas de las recientes peticiones del grupo de los Amigos de Toda la Vida (ADTLV) sobre mi devenir jesuítico, me permito compartirles un puñado de apuntes sobre las huellas que me han llevado por el mundo, hasta llegar a integrar este querido grupo, desde los remotos parajes suizos que aquí comparto en imágenes.

Por las cosas del cielo, sospecharía que la vena jesuítica me proviene de familia, ya que mi padre desde muy niño creó una gran amistad con los jesuitas de la residencia de Tunja durante la década de 1940, entre los que se destacaba el padre Ricardo Molina SJ, o posteriormente un vínculo fraterno de más de medio siglo con Héctor López Osorio SJ, amistades que conservó y multiplicó al trabajar con la Compañía toda su vida en Bogotá, sin escapar a que le echasen el ojo para despertarle la vocación ignaciana.

Entre las décadas de 1950 y comienzos 1960 mi madre pertenecía a la congregación de las Marías en la que ella se ocupaba del los ingresos y egresos de la Caja Social de Ahorros del Círculo de Obreros, bajo la dirección del padre José María Posada SJ. a quien ella estimaba particularmente, al igual que al padre José Arístides Núñez Segura SJ. su asesor espiritual en el colegio San Bartolomé.

Esa conjunción de hechos y espacios facilitó que mi padre se fijara en ella para siempre hasta que obtuvo su mano, quedando para otra vida el camino de la consagración religiosa, una románica estrategia que favoreció mi llegada a este mundo en la maternidad de San Pedro Claver.

Dentro de ese contexto aprendí a gatear en los predios de la Compañía y a descubrir las leyes de la física en los brazos del padre Arturo Montoya SJ, mientras los jesuitas de diversas generaciones tenían una segunda morada en casa de mis padres, sincretismo que naturalmente indujo a que hiciese mis estudios en los colegios San Bartolomé Mayor y de la Merced, en los que disfruté “como enano”. 

Allí recobré mi interés original por la historia gracias a textos escolares como el de Rodolfo R. De Roux SJ, reencontré al citado padre Arturo Montoya ahora en calidad de confesor y profesor en su monumental laboratorio de física, hice amistades que siguen perdurando con los maestrillos jesuitas de aquel entonces, descubrí el gusto por la practicar de las artes plásticas de la mano del hermano Urbano Duque SJ. en su famosa academia de artes que era como un museo con vistas panorámicas sobre Bogotá, e incluso me encontraba con el hermano Sandoval SJ. quien en su enfermería y botica no dudaba en llamarnos “microbios” a todos los alumnos antes de prestarnos una pelota para jugar.

Al crecer se fueron haciendo insistentes mis reflexiones sobre cuál podría ser mi aporte a la sociedad y mi propósito de vida, hasta que un día me asaltó una repuesta inesperada: el servicio sacerdotal desde la vida religiosa. No me caí del caballo como Pablo de Tarso porque iba de a pie, pero recuerdo que perdí por un buen rato la noción del tiempo y del espacio en medio de la calle, al escuchar esa inesperada voz que me produjo serenidad y a la vez un gran asombro. Hasta ese momento jamás se me había pasado por la mente una idea similar, pero retrospectivamente veía que mi práctica de vida tendía a compaginar con dicha respuesta. Una vez más el cielo y la tierra confluían elocuentemente en mi interior para dar un gran paso.

Transcurrido un semestre de meditación, el llamado era claro e inequívoco como proyecto de vida, mientras que la Compañía de Jesús se dibujaba como una buena alternativa para ese cometido. Con esas primeras certezas, en un paseo con mi familia a la finca de Villeta, estando al borde de la piscina me atreví a compartir por primera vez esas inquietudes y lo haría con un amigo y joven jesuita, Aurelio Castañeda.

Una vez superado año y medio de discernimiento, pruebas y acompañamiento vocacional en las que disfruté de la orientación de otros jóvenes como José Leonardo Rincón SJ. o de Jorge Humberto Uribe SJ, recibí con emoción la carta de admisión del provincial Gerardo Remolina SJ. Ya iniciado el mes de enero de 1986, me hallaba en el barrio Robledo de Medellín participando de la misa de acogida para los veinte nuevos novicios, misa presidida por nuestro admirado maestro de novicios José Adolfo González y concelebrada por el memorable Jesús Caicedo SJ. quien también hacía parte del nuevo noviciado campestre inaugurado por el general Pedro Arrupe SJ.

Fueron dos años realmente maravillosos que complementábamos todos los fines de semana al exterior del noviciado con el trabajo apostólico, en mi caso, en las paradisiacas veredas del emblemático corregimiento de Santa Elena donde la Compañía tuvo a comienzos del siglo XX una pequeña hacienda, o en Medellín en las empinadas lomas de las comunas del Popular II, todo ello en épocas del controvertido cardenal Alfonso López Trujillo.

Al pasar al juniorado ubicado a un costado del Hospital San Ignacio en Bogotá, siendo Antonio Calle el superior de los juniores, Eduardo Briceño SJ. el espiritual, y Marino Troncoso SJ. el director de estudios, combinábamos nuestras clases en la universidad Javeriana con el trabajo apostólico escalando las cumbres de las inhóspitas montañas del sur oriente bogotano, que empezaban a ser colonizadas por los desplazados y campesinos refugiados del país, los que con sus niños y abuelos llegaban a buscar tregua en esas gélidas laderas que conformarían el barrio Jerusalén en el sector del Simón Bolívar, comunidades a las que la Fundación Social con Gerardo Arango SJ. como tutor le prestaba asistencia a ese proceso social y eclesial.

Estando en la universidad se fortaleció mi interés por los estudios de economía e historia, animado por nuestros encuentros con Francisco De Roux SJ. o las clases en el departamento de historia con Juan Carlos Eatsman, intereses que hicieron parte de mi experiencia en el juniorado hasta que salí de la Compañía en 1988, los que de inmediato me permitieron iniciar la carrera de economía en mis primeras semanas como laico en la Javeriana, sin perder de perspectiva la posibilidad de retornar a la Compañía luego de terminados los estudios.

La pasión por la investigación y la escritura sobre los procesos sociales vinculados a la economía, pronto me dieron la posibilidad de contratar mis primeras investigaciones siendo estudiante. Esa experiencia me alejaba un poco de las ecuaciones y los modelos matemáticos, para privilegiar la comprensión sobre el desarrollo de los procesos sociales que indudablemente reclamaban afianzar mi otra pasión por la disciplina de la historia, algoritmo que en consecuencia me indujo a iniciar esa carrera también en la Javeriana. Mi interés por la economía y la historia mantenían su fuente de inspiración en las paradójicas realidades del país y en la prolongación de mis visitas a las comunidades de los sectores menos favorecidos que ya conocía particularmente en Bogotá y Antioquia.

En la era que Germán Mejía Pavony era nuestro profesor y director de la carrera de historia, como estudiante saqué tiempo para trabajar en la actualización de los libros escolares de historia del Dr. Augusto Montenegro, profesor de la misma universidad, todo un honor para mí al haber estudiado con su textos en el bachillerato, por tener la posibilidad de orquestar con él largas tertulias caseras, y por corresponderme hacer con él esa actualización de forma técnica y pedagógica con destino a todos los colegios del país.

La investigación y otros encargos editoriales siguieron ocupando una parte importante de mi vida de estudiante, mientras que también acudía a los archivos en busca de las pistas documentales que pondrían a prueba mis hipótesis sobre los mecanismos de el control social urbano en Bogotá, dos años de trabajo archivístico apasionantes que tenían por objeto darle forma a la tesis que me daría el pase para ser profesor de historia en la Javeriana.

A la vez que dictaba clases en las facultades, hacía parte del seminario de profesores sobre Historia de las Mentalidades, e integraba el proyecto de estudios inquisitoriales con Anna Maria Splendiani y Emma Luque, dos profesoras y entrañables amigas con quienes publicamos varios tomos sobre el tribunal de la inquisición de Cartagena de Indias y de los que quedan otros por publicar en la Javeriana, investigaciones que nos llevaron a trabajar en numerosos archivos colombianos y  europeos como el Archivum Romanum Societatis Iesu en la jesuítica Curia General, con el apoyo del Banco de la República, de Colciencias y del Instituto Colombiano de Cultura Hispanoamericana.

A finales del siglo XX, con el respaldo de Gerardo Remolina SJ. como decano y luego como rector de la Javeriana, retorné a España para hacer mis estudios de doctorado en historia moderna y en estudios inquisitoriales, instalándome en Alcalá de Henares ciudad en la que literalmente me convertí en vecino de la casa de Cervantes y de las pintorescas cigüeñas que empluman los tejados de la ciudad. 

Anclado en ese vecindario cervantino, redoblando los pasos del maestro del Quijote, asistía a mis clases en la universidad cisneriana a la que San Ignacio había llegado en 1526 como estudiante de teología, camino en el que me podía desviar por la Ermita Universitaria del Santísimo Cristo de los Doctrinos, en la que nuestro santo explicaba la doctrina a sus incondicionales devotos y que de paso le valdría ser arrestado para someterse exitosamente a su primer proceso inquisitorial. En dicho trayecto al salir de casa, inevitablemente me encontraba con el Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, donde San Ignacio habitó siendo estudiante y sirvió como cocinero o enfermero, experiencia que lo inspiraría para instituir el famoso mes de hospital que conocimos en nuestra formación jesuítica.

Mis estudios también me indujeron a integrar algunos centros académicos en Madrid, Sevilla, París… Los quehaceres de las investigaciones en Toulouse facilitaron un memorable encuentro que ha dado paso a una familiar amistad con nuestro querido Rodolfo R. De Roux, quien era codirector y profesor en la universidad de “la ciudad rosa”. 

Desde esa época mis actividades se han radicado ininterrumpidamente en distintos parajes del viejo continente, suelo sobre el que ha germinado la adorable familia al igual que mis nuevas lecturas relativas al ámbito social y espiritual, ocupaciones que siguen acaparando mi atención cuando no me distraigo en la contemplación de los monumentales Alpes suizos que yacen bajo mi ventana, desde donde no pierdo de vista la evolución de nuestro terruño natal ni del agitado mundo que nos rodea.

Es sabido que los historiadores escriben más de lo que hablan, por ello ya es hora de ahorrarles mayores prosas para satisfacer la demanda que me ha sido formulada. Si la oportunidad se presenta, los demás detalles aguardarán a salir a la vera del camino en alguna tertulia personal con los ADTLV.

Con un especial abrazo para todos,

José Enrique Sánchez B.

Mayo, 2023

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Siguiendo con las reflexiones de nuestros compañeros sobre la reciente entrevista de los jóvenes con el Papa Francisco, publicamos el video de la intervención de Dario Gamboa en nuestra tertulia del jueves anterior.

Intervencion de Dario Gamboa en Exjesuitas en tertulia – 25 de Mayo, 2023
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Como producto del director cinematográfico Jordi Évole, asumo que la filmación que vi el mes pasado en Star+ tuvo un objetivo, una preparación, un guion y alguna edición, por lo que no creo que todo haya sido tan espontáneo como parece y aparece.

Viendo la grabación, me pregunté por qué motivo el papa Francisco accedió a entrevistarse con un grupo de muchachas y muchachos: ¿buscaba acercar la Iglesia a los jóvenes? ¿Quería mostrar que no tenía cortapisas para enfrentar un cuestionario tan variado? Observando el video percibí en él una hábil combinación del pastor con el político.

Las siete jóvenes y los tres muchachos (cuatro españoles, cuatro suramericanas, una estadounidense y un senegalés) que interrogaron al Papa fueron interesantemente escogidos: por ejemplo, un ateo, una víctima de un pederasta del Opus Dei, una chica que vende contenido para adultos en internet, una ultracristiana, un migrante, una lesbiana y una víctima de bullying. ¿Les dieron algunas indicaciones antes de su encuentro con el pontífice?

Creo que los temas abordados también tuvieron alguna preparación o selección temática, pues correspondieron a asuntos críticos como la migración, los abusos sexuales cometidos por religiosos, la pornografía, los derechos de género, la comunidad LGBTQ+, el aborto, el machismo, los abusos de poder, el papel de la mujer en la Iglesia.

Hubo preguntas ingenuas, como si el Papa tenía sueldo, teléfono y redes sociales, si extrañaba a su familia o se sentía solo. Otras llevaban cargas de profundidad. Esta variedad de interrogantes y comentarios hacía interesante el encuentro.

Hubo respuestas fuertes y claras, como las que dio sobre los casos de abusadores de menores, donde afirmó que no prescriben, y respuestas elusivas, como la que expresó sobre la representación de las imágenes de Jesús y María como personas blancas, cuando muy probablemente no lo fueron.

Hubo temas en que vi enredado al Papa, como los del aborto y el papel de la mujer en la Iglesia. En el primero, pidió que los sacerdotes no preguntaran mucho a la mujer que ha abortado y fueran misericordiosos con ella, pero por otro lado dijo que hay que ver el aborto desde un punto de vista científico. Sus respuestas frente a este espinoso tema no me parecieron absolutamente claras y convincentes.

En el segundo, lo vi evasivo al decir que hay que dejar el ministerio para los hombres y la maternalidad para las mujeres y afirmar que la promoción de la mujer va en la línea de su propia vocación, que la mujer tiene su función en la Iglesia, porque la Iglesia es mujer (argumentando que no se dice “el iglesia” sino “la iglesia”) para terminar afirmando que a la mujer hay que promoverla (pero no al punto que llegue al sacerdocio, digo yo). Aquí eché de menos una contrapregunta del tipo “entonces, ¿está a favor, o no, del sacerdocio femenino?

Mientras pasaba el video me preguntaba si una entrevista así la hubieran enfrentado Juan Pablo II o Benedicto XVI… Me respondí que no.

Francisco ha mostrado su perfil de pastor, su ausencia de temor para enfrentar un “interrogatorio” y su interés por acercarse al mundo de hoy.

William Mejía

Mayo, 2023

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Un abrazo virtual es bueno, pero mucho mejor si es presencial. De manera semejante, pero con  más trascendencia, la Eucaristía es preferible presencial que por T.V. 

La Iglesia que se ve en la fotografía queda en la vereda donde vivo. Cuando llego en el carro, la orilla de la vía está bastante ocupada, pero puedo dejarlo cerca de la entrada. 

Hay muchos vecinos, conocidos desde hace casi 30 años, algunos acompañados por sus hijos, nacidos a través durante este tiempo. Otros asistentes han ido llegando a nuestra vereda o a las cercanas.  

Solía yo presenciar la Santa Misa por televisión, oficiada casi siempre por el mismo celebrante. Al venir los domingos, la presiden alternativamente tres sacerdotes diferentes, y cada uno tiene su estilo y ofrece palabras y gestos propios; por ejemplo, uno de ellos mantiene elevados, la Hostia y el Cáliz, durante unos minutos prolongados y eso me ayuda a interiorizar el misterio de la presencia de Jesucristo resucitado. 

Esta presencia es también notoria para la comunidad que asiste y lo expresa con sus gestos. Durante las lecturas y la homilía el silencio manifiesta una atención que asiente. Entonamos en común oraciones y cánticos. En otros momentos de la celebración se advierte una empatía natural y espiritual. 

Al momento del saludo de paz, se manifiesta la cercanía entre las personas; algunos niños se aproximan, desde otros bancos, a saludar a la abuela o a algún otro pariente; varios matrimonios se saludan con un beso; todas las personas nos encontramos con la vista, por lo menos.  

Para recibir la comunión, se forman dos filas respetuosas y ordenadas y cada uno puede comulgar, como no podemos hacerlo por televisión.   

La fe sencilla del pueblo es tranquila y alegre y al salir de la Iglesia, el saludo y la conversación de unos con otros se enmarca en el paisaje campestre de los alrededores. 

Podrán decir ustedes que este ambiente “campesino” no se repite fácilmente en la ciudad.  

Sin embargo, hay una realidad social constante: en mayor o menor grado se manifiesta una fe común, compartida, unitiva. Dios nos conoce y nos ama a cada uno particularmente, pero la propia vivencia -antes que individual- proviene de la comunidad familiar y cultural que nos transmitió la fe.   

Esta conciencia colectiva de la fe cristiana se hace más patente, con la presencia común en el templo, que con la participación a través de las imágenes y sonidos televisivos. No obstante, comprendemos -y a veces observamos- la celebración eucarística a distancia, desde lugares lejanos y en tiempos retransmitidos.  

En el último Domingo de Resurrección celebrado, fue impresionante la multitud de fieles que llenaban la plaza de San Pedro en el Vaticano, venidos de muchas regiones del mundo, como se dio muestra con las oraciones de distintas personas, en diversos idiomas, de varias naciones y continentes. Fue una manifestación de la catolicidad -universalidad- de la Iglesia de Cristo. La belleza de las flores y la arquitectura circular enmarcaban y abrazaban la ceremonia.    

Presenciales o virtuales, todos los anteriores son signos y símbolos que nos “transportan” a una realidad superior pero encarnada en medio de nuestra sociedad humana.   

Completando la reflexión anterior, al final de la Misa, recibimos la bendición para continuar la vida cotidiana y, por lo general, se despide la celebración con una oración o canto a la Virgen María, Madre de Jesús. 

Además, la Eucaristía presencial es una ocasión para dar Gracias a Dios, por la salud que nos permite ahora asistir a ella, hasta que la enfermedad o la vejez nos obliguen a participar en la celebración, solamente televisada. 

Vicente Alcalá Colacios

Mayo, 2023

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Esta nota la escribí en septiembre de 2001, cuando mi madre trascendió y se unió al Señor Dios para siempre. Nos dejó un mensaje de amor, de vida, de fidelidad, de auténtica generosidad y bondad, de honradez. Hoy quiero compartirlo nuevamente y mostrarlo en el momento de la partida de nuestro amigo Sergio Acevedo Coronado, un gran compañero y hermano, a quien mi mamá recibió en nuestro hogar como un hijo más, que siempre la llamó: “abuelita”. Sergio vivió en nuestra casa casi 10 años y sigue presente en nuestros corazones.

Mamá me significa un villancico de Navidad, alegre, fresco, lleno de amor y de dulzura, de inocencia, de fe, de unión familiar, de luces de bengala y de la ilusión de un Niño Dios que nos regala lo que puede, a veces más, a veces menos, pero siempre lleno del amor de manos trabajadoras y honradas.

Mamá me significa el rosario al final de una jornada, poniendo orden en las risas infantiles que a veces no entendíamos por qué “la Santa María” de mamá comenzaba antes de terminar nosotros el “Dios te salve María…” 

Mamá me significa el abrir la casa a los refugiados de la violencia para compartir con ellos el mismo plato, los mismos granos, la misma sopa, para todos igual, aunque todos comiéramos un poco menos. Así aprendí a compartir, mirando su amor con la familia Vargas que venía del eje cafetero durante la violencia de los años cincuenta.

Mamá me significa la alegría de una canción “de planchar “, porque cantaba lindo, mientras repasaba las camisas de sus hijos, la ropa de su esposo… Todavía escucho su voz cristalina en “La barca de oro” o en “Un viejo amor”.

Mamá me significa la fe en el buen Dios, un señor misericordioso, sin altanerías, que nos creó para hacer el bien, cuando aceptaba los ramilletes espirituales que pintábamos en el colegio para su regalo del día de la madre junto al pedazo de tela que le regalábamos para un delantal o para el trapo de limpiar el polvo.

Mamá me hace recordar las quebradas cristalinas por su alegría contagiosa y su risa sonora… Su visita cada quince días al internado de los jesuitas llevando con papá la maleta de sus hijos. Esa ropa lucía radiante de amor y de limpieza, como esas aguas cristalinas, refrescantes e inquietas. 

Mamá me significa la misa diaria en la Iglesia parroquial que ella ayudó a construir con papá y con otros buenos amigos, al lado del Padre Echeverri, organizando bazares, vendiendo empanadas… Allí aprendí que hay que orar todos los días y que la presencia de Dios, la puede uno llevar hasta en el bolsillo del delantal de una madre.

Mamá me representa la imagen de María y es mi vínculo más cercano con el amor de la madre de Dios. No tengo mejor referencia viva del amor maternal de Maria que el amor puro y hermoso de mi madre. 

Mamá me significa bondad, una mesa servida para todos, con el mejor de los adornos. Mamá me significa el sentido de la justicia, al poner paz en la discusión de los hermanos. No se guardó para sí ni siquiera su belleza exterior. Sus manos reflejaban el trabajo en su artritis causada por la labor de la platería al lado de papá. 

Mamá me significa la fidelidad del amor para toda la vida. Un amor que echó de menos hasta el último momento a su “Danielito”, como ella llamaba a mi papá en sus notas de novios que descubrí un día, curioseando entre sus cosas. Ya no tiene que echar de menos a nadie. Su amor fiel de 57 años de matrimonio se prolonga ahora para siempre.

Mamá me hace feliz al saber que somos uno, que vamos camino de la casa del mismo Padre, que la fe no es cuestión de razón, sino de vida. Que la Esperanza existe, en la espera del hijo que pronto regresará y en la cazuela de changua lista para el nuevo desayuno.

Mamá me representa a la mujer que recibió en la casa como nuevos hijos a Ingrid, a Ángela, a Betty, a Sergio, a tantos que necesitaron un hogar y a quienes ella acogió sin remilgos, a cambio de nada. Para todos había amor y bondad.

Mamá está aquí con nosotros, orando con nosotros, cantando con nosotros, animándonos a vivir como ella, a dar ejemplo de la fe que se vive sin elucubraciones. La fe de quien escogió a Dios por encima de todas las cosas.

Gracias, mamá. Gracias por ser tan bella. Gracias porque nos diste todo. Vive feliz ahora con papá, en esa eterna boda a la que todos estamos invitados, dando testimonio de que Dios no puede ser otra cosa que amor, vivo, fuerte, eterno y exigente. Gracias porque al mirarlos a los dos, realmente podemos decir que el amor es más fuerte que la muerte.

Amén.

Bernardo Nieto

Mayo, 2023

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Digo momento de impacto extendido” porque hubo un momento, pero sus efectos duran hasta hoy.

Estaba yo en quinto de bachillerato -no sé cómo, pues no recuerdo haber aprendido casi nada en el Instituto de Almería- y la profesora de Filosofía dice “Alcalá tiene las ideas muy claritas”; claritas como la profesora, que era menudita. Corría el año 1957 y yo tenía 15.

No exagero al decir que no aprendí casi nada en bachillerato; prueba de lo cual es que aunque había terminado los cursos, no tenía yo Diploma de Bachiller, hasta que Pacho de Roux, no sé cómo hizo para que le mandaran desde la Universidad de Granada un diploma que se necesitaba para me pudieran dar el título de Licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana.

¿Por qué impacto? No sé si inconsciente o consciente, pero lo cierto es que hasta 1963 en Chapinero, supe que yo era inteligente, como todos nosotros, y luego me di cuenta que yo no era simplemente Licenciado en Filosofía, sino filósofo. Eso no tiene mayor mérito, porque todos somos implícitamente filósofos, lo único es que yo fui siéndolo explícitamente.

No hice curso de Ciencias, como algunos de ustedes -y sigo sin conocerlas mayormente, aunque las admiro- de manera que pasé directamente de Humanidades a Filosofía. Tuvimos magníficos profesores como los padres Chucho Sáenz, Noriega, Gallego, Jaime Vélez… por nombrar algunos. Dirigidos por éste último, y con un equipo, escribimos “Curso de Filosofía”, en dos tomos, para V y VI de bachillerato, que utilicé en dos años de magisterio en Bucaramanga. Algunos alumnos, después de muchos años, me recordaron como profesor de filosofía con sincero agradecimiento. 

Poco tiempo después, a otro grupo -esta vez de tres amigos- nos pagaron el contrato cumplido por elaborar un programa de Filosofía, pero que no admitieron porque este era “un programa para aprender a pensar, en vez de aprender Filosofía que era lo que se necesitaba”, según lo que opinó quien nos contrataba en el Ministerio de Educación. El nuestro se trataba de un programa de filosofía situacional: se planteaban situaciones comunes a los jóvenes, por ejemplo, “Nos gusta conversar con nuestros amigos” y seguían varias preguntas y diálogos, que posteriormente se complementaban con textos de algunos filósofos que trataban el tema; las situaciones se iban sucediendo en ámbitos más amplios progresivamente. 

Casi cuarenta años más tarde, en el 2005, (hace ya 17) me vinculé al Grupo “Cosmópolis” en que estudiamos el método propuesto por Bernard Lonergan en Insight y en Método. Aquí supe, por ejemplo, que Teoría del conocimiento no es igual que Epistemología… Y toda la propuesta para la apropiación de la estructura dinámica del ser personal, capaz de conocimiento y acción moral, es valiosísima. 

Sería largo hablar de eso, pero me pregunté y me sigo preguntando ¿Cómo es posible realizar las diversas operaciones mentales que Lonergan nos ayuda a identificar tan claramente (sensación, comprensión, reflexión, deliberación, decisión…)? y ¿por qué podemos lograr los diferentes niveles de consciencia que alcanzamos (consciencia empírica, consciencia inteligente, consciencia reflexiva, consciencia responsable, consciencia religiosa)? 

Esto nos lleva a la Neurociencia, a preguntarnos por las condiciones biológicas necesarias para el pensamiento, la mente, la libertad efectiva, la responsabilidad y el amor… En eso estamos, como mostró la tertulia del jueves 24 de marzo de 2023, en la que dialogamos sobre las relaciones del cerebro y la mente.

Sobre este mismo problema de las bases biológicas de los procesos mentales y especialmente del entendimiento humano, estudié varias de las obras de los biólogos y filósofos Humberto Maturana y Francisco Varela, como El árbol del conocimientoDe máquinas y seres vivos, Biología del conocimientoEl fenómeno de la vida, Conocer: las ciencias cognitivas, entre otras. Tres preguntas importantes que formulan son: ¿Cuál es la organización del ser vivo? ¿Cuál es la organización del sistema nervioso? ¿Cuál es la organización básica de todo sistema social, que da origen a toda cultura?

En el ámbito de la filosofía moral, es necesario aludir al movimiento por una Ética mundial, promovido por Hans Küng, y a sus principios para una paz entre las religiones y las naciones.

Para mí, otro autor apasionante ha sido el filósofo y teólogo Joseph Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI, que nos completa el itinerario hasta la Teología y la experiencia religiosa. 

Hoy, a la altura de los 80 años, mi familia y el entorno físico abierto, en que vivo, impulsan mis búsquedas existenciales. La amistad, en las tertulias de exjesuitas y el blog, son un estímulo excelente para la reflexión y la expresión filosófica, y para el camino hacia la verdad y la sabiduría. 

Vicente Alcalá Colacios

Mayo, 2023

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Compartimos recientemente con el grupo, en una de nuestras sesiones, los momentos de transformación o cambio de nuestras vidas, constatando que en la diversidad de nuestras vidas siempre estuvo presente la unidad de un pasado común inmensamente valioso. Darío Gamboa participó con una presentación de power point de siete minutos. Bienvenida esta nueva forma de participar.

Intervención de Dario Gamboa en la sesión de Exjesuitas en tertulia – 30 de Marzo, 2023
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