En este texto tomo retazos, caprichosamente cortados con tijera y ampliamente condimentados con mis propias consideraciones, del excelente artículo de Édgar Bastidas Urresty, publicado en el Magazine Cultural de El Espectador el pasado 4 de noviembre de 2021*. Yo soy, pues, el único responsable de lo que aquí se presenta.
De ningún modo pretendo aludir con este título al bello Canto a mí mismo, de Walt Whitman. Pero nada ni nadie me impiden cantar.
En el ya distante 1988, la psicoanalista lacaniana y psicopedagoga Hélène Bonnaud analizó los acontecimientos de mayo del 68 en París, con motivo de su vigésimo aniversario. Bonnaud describe cómo en aquellos años hasta cardenales como Jean Daniélou desfallecían en los corredores de Saint Denis (un sector de la prostitución en París) “o se los encontraba muertos, desnudos, sobre las arenas”. Las iglesias y los seminarios estaban vacíos, y se destinaban a conciertos e inmobiliarias. El catolicismo era “víctima de su odio al cuerpo, de su ideología antinaturalista, antihedonista y de su ideología antiliberal, burocrática-autocrática”.
La científica francesa resalta el papel que jugó el cuerpo en mayo del 68, representado por la minifalda, la píldora anticonceptiva, la vida mixta en las ciudades universitarias, el color y tamaño del calzón masculino, la desnudez total que se generalizó y que condujo a la redefinición del hombre como un animal, un mono desnudo. “Los filósofos del Deseo (para Bonnaud, léase Foucault) triunfaban”. El cuerpo se definía como político y la política como corporal. Los juegos deportivos adquirieron un aire festivo y se convirtieron en deporte-espectáculo. Los años 1973 a 1975 favorecieron “la naturalización general”. Se instituyó la educación sexual en el Liceo, el divorcio por consentimiento mutuo y se desató una ola porno.
Me parece necesario añadir la notable influencia que en el vasto movimiento estudiantil del 68 tuvo Herbert Marcuse, el filósofo de la Escuela de Frankfurt, quien por esa época se radicó en París. En su libro El hombre unidimensional, Marcuse muestra cómo tanto el capitalismo como el socialismo real han impuesto las severas normas del principio de realidad en contra de los deseos del principio de placer, ahora reprimidos.
El movimiento se extendió rápidamente por el mundo y en esa súbita explosión cambió de naturaleza. Al llegar a Estados Unidos se transformó en el gran festival de música y arte de Woodstock o, simplemente, en el Festival de Woodstock, realizado desde el viernes 15 hasta la mañana del lunes 18 de agosto de1969. En él convergieron el movimiento hippie norteamericano, su oposición a la guerra en Vietnam y su consumo generalizado de LSD y marihuana con la música rock. Por supuesto, la orgía fue general y pública. Todos cantaban en contra de la guerra adelantada por los norteamericanos en Vietnam. De allí nacieron, quizá, lemas de los estudiantes como aquel de ¡Haz el amor y no la guerra! “La gente de la generación teníamos ganas de cambiar el mundo con la música, la filosofía y las ideas, metiendo las manos para corregir un mundo tan roñoso y separado”, recuerda en entrevista Carlos Santana, el único mexicano que tocó en el escenario de ese pueblo cercano a Nueva York, en esos días de agosto**.
Como era de esperarse, a fines de la década de 1970 y comienzos de 1980, surgió la reacción. A ella estuvieron ligados Khomeini, que destruyó el “estado depravado”, el papa Juan Pablo II, con su “cristianismo marial, virginal, matrimonial”, y Reagan y Thatcher, quienes se declararon enemigos del mal. El repliegue del cuerpo coincidió con la muerte de Foucault. Y apareció el sida, que después de 1982 destruyó la sensualidad, las desvergüenzas de los 15 años precedentes y colocó en declive el hedonismo. Debo añadir que, muy probablemente, de la reacción hicieron parte los mismos padres hippies una vez se hicieron mayores, o por lo menos sus hijos, quienes ‒atrapados de nuevo por los encantos del capital‒, rechazaban el estilo de vida disoluto e improductivo de sus progenitores.
No obstante, anota Bonnaud en 1988, “el cuerpo conserva algunos de sus encantos en el tenis, las biotecnologías, la procreación y el porvenir”. El vencedor ha sido más bien “la libertad permisiva, la libertad moderna de Benjamín Constant, que libera del Estado y se cuida poco de controlarla”. Podemos salpimentar su observación y decir que hoy, en 2021, el Estado deja en manos de los particulares las decisiones sobre su vida íntima, la cual ni siquiera exige que la vida privada permanezca en el clóset. Más bien se ha extendido el orgullo de los diferentes.
Para Bonnaud, los grandes vencedores han terminado siendo el sexo, el cuerpo, el deseo y el placer. Por esto, según Bastidas Urresty, la psicoanalista lacaniana aspira a que, en la celebración del próximo aniversario de mayo del 68, se levanten barricadas menos románticas, menos festivas y ostentosas para que las luchas, quizá, conduzcan a la partición “de la riqueza, de la propiedad, del capital”. Sueña entonces con un aniversario diferente, en el que ciertos escépticos sean los precursores.
¿Usted, estimado lector, está de acuerdo o en desacuerdo con la francesa Bonnaud? ¿En que sí y en qué no? ¿Tienen alguna relación las movilizaciones sociales de hoy en el mundo y en Colombia con las anteriores consideraciones?
* Bastidas Urresty, Édgar (2021). 1968-1988 Las aventuras del cuerpo. Noviembre 4. https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/1968-1988-las-aventuras-del-cuerpo/
* * Life and Style (2019). Woodstock 1969: Los tres días que cambiaron el mundo. 15 de agosto. https://lifeandstyle.expansion.mx/entretenimiento/2019/08/15/woodstock-1969-los-tres-dias-que-cambiaron-el-mundo
Luis Alberto Restrepo M.
Noviembre, 2021
17 Comentarios
Me encanta tu artículo Luis Alberto! Observando lo que dices y respondiendo a tu pregunta, relaciono las movilizaciones sociales de siempre con un cansancio del ser humano que protesta por algo que siente dentro de si , que no está bien, que le incomoda como grupo humano y que poco a poco ha comenzado a cambiar en sus propias conductas. Esas protestas han sido las precursoras de los grandes cambios de paradigmas en la sociedad que solo se institucionalizan años después. Los cambios en la Iglesia y en la relación de los jóvenes con su cuerpo que mencionas, ya los individuos “de avanzada” los habían conseguido para si. Creo que la sociedad actual de manera a veces violenta ya hace a su manera la redistribución de la riqueza, la propiedad y el capital, que poco a poco los gobiernos y los pueblos identificarán como inaplazables para nuevamente lograr cierta armonia en el convivir general. Ojalá podamos ver esos cambios que tanto anhelamos. Gracias por tu reflexión!
Mucho se puede comentar pero en breve el proceso ha sido un caminar hacia la autonomía individual, cada vez más amplia y respetada, y vamos hacia la comprensión mayor de la interdependencia y la necesidad de ser responsables en medio de esta interdependencia dentro de una sociedad entrada en la cultura de la modernidad líquida (Zygmunt Bauman) y en la sociedad del cansancio y de la psicopolítica (Byun-Chul Han). Yo salpimentaría (me gustó el término) con la conciencia individual cada vez mayor de la espiritualidad en el sentido de Theilhard de Chardin.
Excelente el análisis que haces sobre la evolución que se ha venido dando hacia la autonomía sobre el cuerpo, los pensamientos. etc… ¿Esta evolución se ha dado también en las civilizaciones orientales?
¿Quién o quiénes y en qué circunstancias podrían inmiscuirse en la autonomía individual? ¿El Estado? ¿La Sociedad? Lo que sí parece cada vez más claro es que las iglesias no deberían legislar sobre estos temas so pena de desfigurar por completo sus respectivos mensajes fundamentales.
Me limito a describir lo que ha venido pasando en torno al cuerpo, no me inmiscuyo en los pensamientos. Tampoco pretendo dirimir si el Estado puede o no interferir en ese campo. Si lo hacen o no, ya lo irán diciendo los nuevos tiempos, aunque no lo creo. En los países musulmanes, los hombres polígamos le cantan felices al cuerpo, y las mujeres son su objeto de placer. Aunque no se puede excluir que en los harems ellas también le concedan a sus cuerpos ciertas libertades. En Corea del Sur, el catolicismo se conserva en todo su rigor, según creo. En el resto del extremo oriente no me meto. Es muy variado.
El cuerpo como espacio político. Espacio político que es una lucha permanente por mejor definir los derechos humanos…
Me pregunto si no se pasa (como suele ocurrir) de un extremo a otro: desde el menosprecio y condena del cuerpo., hasta la exaltacion exagerada del mismo.
En ambos casos se estaria aislando al cuerpo de su realidad integrada e integral; organismo animal, psiquico, espiritual, social, historico, politico, ,cultural. Gracias Luis Alberto por ponernos a seguir pensando y comprendiendo
Vicente, de todos modos, ten en cuenta que el artículo no pretende exponer cómo deberían ser las cosas, sino que trata de hacer el recuento fiel de lo que ha sucedido hasta ahora.
Gracias Luis Alberto por recordarnos tantos eventos de nuestra juventud.
A propósito del texto, debo reconocer mi propia evolución mental, de una “godarria” recalcitrante a un liberalismo que pretende ser sensato.
Con respeto y deseándole su descanso en paz, pienso que la figura de Juan Pablo segundo, frenó en seco el trayecto eclesial trazado por el Concilio Vaticano segundo. Viví en Roma cinco años de su pontificado, con atentado incluido y en mi fuero interno me generó muchas sospechas. Sus proto-escuderos como Alfonso López Trujillo y Marcial Marcel, que también descansen en paz, nos dejaron unos cuentos sobre el cuerpo, la sexualidad y la familia bien controvertibles.
En la vida civil colombiana, cincuenta candidatos a la siguiente presidencia de nuestro País es una buena muestra de lo descuadernada que está nuestra sociedad contemporánea. Cada uno trata de contar su cuento, pero a pocos se les ve una invitación a construir un cuento colectivo que nos comprometa a muchos.
Sigamos buscando el camino para dejarle a nuestros nietos un mundo por lo menos vivible. y mejor si es agradable y en paz.
Me encanta tu sinceridad. Y fuera de López y Maciel, no está de más recordar cómo Juan Pablo II trituró a Arrupe y intervino en la Compañía, y marginó y sacó del Vaticano a los jesuitas.
Hacía falta reflexionar y “tocar” el cuerpo humano. Las religiones, por lo general, se inmiscuyen en el ámbito interno del ser humano y en el externo, a pesar de que como dice Vicente, somos seres integrales, pero se atribuyen derechos que no les corresponden. El tiempo del absolutismo ya pasó, aunque en Colombia parece que hubiéramos elegido, no un presidente sino un régimen monárquico vetusto y anquilosado, que no comprende la situación real del pueblo colombiano: hambre, desesperanza y deseos de cambio.
Así es, John.
Larpo : Buen artículo y reflexión. Cuando yo llegué a París en los comienzos de los años 70, mis amigos franceses de Teología acababan de participar en las barricadas de Mayo del 68 en Nanterre. Sin embargo, los noté muy autocríticos pero con ganas de reinterpretarse. No fue para dar marcha atrás, sino para emprender otro tipo de lucha : conocí y me hice amigo de Michel De Certeau. Con Michel tuve la fortuna de apropiarme de una mirada sobre el cuerpo que habla en la escritura, y en especial la escritura de la historia y también de un cristianismo, hecho pedazos por la secularización, pero rescatado en la sencillez del hombre ordinario, como le gustaba decir a Michel, aquel que cree que el cristiano es una gota de agua en el mar, perdido entre la multitud de quienes creen y dudan mucho, de quienes saben que no tienen ya el refugio de los dogmas. Más que solo objeto del deseo, comprendimos que el cuerpo es lugar de incertidumbres pero también de construcción de una verdad histórica. Gracias por hacerme regresar a esos años que marcaron mi vida.
Chucho: si mi memoria no falla, contigo allá nos reunimos Pacho de Roux, y Horacio Arango. Yo iba de Frankfurt – que tal! – con el encargo de comprarle un carro a Sergio Mesa y llevárselo de vuelta. Pero a Horacio le dió un primer patatús y lo llevé de carrera al Hospital público. Allá nos sentaron en una banquita de madera y nos hicieron esperar no sé cuánto tiempo, con el pobre Horacio deshaciéndose del dolor. Finalmente, lo atendieron y no recuerdo si le dieron calmantes o qué. En todo caso, pudimos volver a la casa de los jesuítas en París.
Luis Alberto : la memoria de uno de los dos falla, porque no me encontré en París con Pacho de Roux ni conocía lo que le pasó a Horacio Arango. En cambio, tú yo nos encontramos en Lovaina, en donde me acogiste por unos días regresando de Londres.¿No estabas en la reunión de los jesuitas que hicimos en Brujas en una Navidad, o cercana a ella? Creo que fue ahí donde nos vimos. Al que sí ví en París fue a Rodolfo de Roux.
Impresionante la reflexión y el diálogo que ha suscitado en nosotros Luis Alberto con su profunda reflexión sobre el valor y el sentido del cuerpo, lo corpóreo y lo corporal. Los años 60 fueron de una vitalidad sorprendente, una curiosidad disruptiva y un cuestionamiento profundo. Todos fuimos afectados por la brusquedad de esa explosión del pensamiento libre y ciertamente nos vimos obligados a enfrentar nuestras posiciones mentales y nuestros punto de vista. Este ha sido un elemento común en la reflexión iniciada por la innovatividad de Darío, Gracias Luis Alberto….
Gracias a tí, Hernando! En realidad, me han parecido maravillosos la reacción y el diálogo. Alguna fibra tocó una memoria viva y el alma que en ella se esconde.
Muy interesante y retadora tu vivencia que nos da claridad y posibilidad de reflexíón, mejores bases para mirarnos como una realidad en crecimiento permanente, al pensarnos desde nuestra trascendencia… El Vaticano segundo y sobre todo la Lumen Gentium abrieron las ventanas y las puertas de la Iglesia al mundo y al ser humano para iluminar con la DSI nuestra existencia.