Blanca y Teresita al piano

Por: Jesús Ferro Bayona
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El viernes 7 de julio pasado, con motivo de un reconocimiento que la Universidad Simón Bolívar les hizo a las excelsas pianistas colombianas Blanca Uribe y Teresita Gómez, tuvimos el placer de verlas tocar el piano en el Teatro Consuegra Higgins.

En medio de la abstinencia obligada de conciertos por el cierre demasiado largo del Teatro Amira de la Rosa, esa noche se convirtió en velada única de música clásica y de música colombiana de culto. Esta última suele desestimarse en la categoría clásica. Teresita demostró lo contrario interpretando piezas del compositor Luis A. Calvo y ambas, Blanca y Teresita, nos deleitaron interpretando al piano otras más.

Los conciertos que se transmiten por algunos canales, como MediciTv, con nitidez visual y fidelidad de sonido elocuentes, y otros por Youtube, compartidos por suscriptores amigos de la música clásica, permiten compensar en algo el vacío musical del Teatro Amira.

He visto conciertos que se transmiten en directo o en diferido desde salas tan exclusivas como la del Concertgebouw de Ámsterdam -una de las mejores del mundo- y de otros sitios renombrados de Berlín, Tel Aviv, París, Madrid. Una nota destacada es el manejo que los camarógrafos les dan, desde diversos ángulos, a la expresión facial, y en particular a las manos de los pianistas.

Varias veces me he quedado extasiado contemplando las manos del pianista austríaco Alfred Brendel, quien con sus 92 años a cuestas, desliza sus dedos sobre el teclado con maestría y rigor impecables como sucede con su interpretación del Concierto para piano número 3 de Beethoven. Algo parecido he experimentado con pianistas como la francesa Hélène Grimaud interpretando a Rachmaninoff y la alemana Olga Scheps a Chopin. Sus manos mostradas en primer plano en el teclado, gracias a la destreza del camarógrafo para el enfoque, producen la sensación de estar presentes, a su lado, y por supuesto transmiten emociones que conmueven, diferentes a las que se sienten en una sala de conciertos.

La velada musical brindada por las pianistas citadas se complementó con una conversación en donde contaron anécdotas de sus vidas artísticas: Teresita habló de su humilde iniciación en el piano en Bellas Artes de Medellín y Blanca reveló sus lazos históricos con la ciudad, herencia de su padre barranquillero Gabriel Uribe, y por esa vía con el maestro Pedro Biava y su Orquesta Filarmónica de grata recordación.

Que esa Barranquilla de la música clásica ausente de los escenarios públicos, con excepciones como la del recital que comento, regrese a reanimar espacios culturales que extrañamos.

Jesús Ferro Bayona

Publicado en El Heraldo, Barranquilla

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