La historia no se detiene, y menos la del hambre, las guerras, el exterminio. Hoy son los afganos que huyen de los talibanes, dueños del poder, inversamente a lo sucedido en 2001, cuando eran estos religiosos fundamentalistas islámicos y sus seguidores los que escapaban tras el derribamiento de las Torres Gemelas de Nueva York, que trajo como consecuencia la invasión militar estadounidense en Irak y Afganistán.
La historia de la humanidad se puede contar como la historia de los desplazamientos de naciones que han migrado a otras escapando del hambre, las guerras, los regímenes políticos. Lo que está sucediendo en Afganistán es una tragedia. No es un desplazamiento más de pueblos, como posiblemente estemos acostumbrados a ver en la historia mundial más reciente. Si lo vemos de esa manera, habremos caído en la indiferencia o en la adicción al espectáculo del sufrimiento ajeno. Ahí están los sirios huyendo de su tierra; las interminables noticias de africanos tratando de cruzar el Mediterráneo para llegar a las costas de la Unión Europea. Para no ir más lejos, los cientos de miles de centroamericanos atravesando México a fin de encontrar el paso hacia Estados Unidos; los incontables venezolanos que atraviesan nuestras fronteras huyendo del régimen vecino, y el apiñamiento de haitianos en Necoclí tratando de embarcarse en una lancha para pisar territorio panameño y seguir hacia arriba, hacia el cielo del sueño americano.
De mi infancia me han quedado sin remover los relatos bíblicos de la huida de los judíos de Egipto tras años de cautiverio bajo los faraones. Creía entonces que esa era la primera y última huida de un pueblo buscando tierra prometida. La imagen quedó fija en mi memoria quizás porque la lectura de la Biblia en la escuela fue la historia dramática mejor y más contada. Pero los estudiantes de ayer fuimos saliendo de nuestro pequeño observatorio y aprendimos a golpes que la historia de la humanidad es la historia de las migraciones. La más sonada después ha sido la de los irlandeses yendo hacia América, la llegada en barcos repletos de soñadores mirando a Nueva York. Sueños, júbilo, lágrimas. El cine y la literatura nos encantaron con ese “exilio dorado”, pese a que era el escape de más de un millón de irlandeses de la Gran Hambruna que padecían en su país a mitad del siglo XIX.
La historia no se detiene, y menos la del hambre, las guerras, el exterminio. Hoy son los afganos que huyen de los talibanes, dueños del poder, inversamente a lo sucedido en 2001, cuando eran estos religiosos fundamentalistas islámicos y sus seguidores los que escapaban tras el derribamiento de las Torres Gemelas de Nueva York, que trajo como consecuencia la invasión militar estadounidense en Irak y Afganistán. Craso error. Los habitantes de este último son descendientes de pueblos antiquísimos, mencionados por el historiador viajero Herodoto, 450 años a.C., en el libro IV de sus Historias, cuando se refiere a los pastunes.
Los afganos son un pueblo que habita desde hace siglos entre montañas, tan agrestes e inexpugnables que ellas solas derrotaron, se podría decir, tropas y tanques rusos que apoyaron una guerra interna entre grupos guerrilleros por más de diez años hasta 1992 cuando los soviéticos se retiraron. Ahora son las tropas norteamericanas las que se retiran, sin pena ni gloria, dejando en manos de los talibanes la persecución ignominiosa de innumerables afganos que reescribirán la historia humana con su huida.
Septiembre 2021
2 Comentarios
Chucho: excelente escrito y muy impresionante el ver lo que la historia del mundo nos está repitiendo en cada momento. Cuando podrá el mundo vivir sin tanta tragedia y guerra en todo el universo.
Nos deja una gran reflexión tu escrito y todos tus recuerdos de la historia.
Me gustó el análisis comparativo de los desplazamientos a través de la historia, aunque, como es obvio, solo enumera unos pocos. No había relacionado la huida de los israelitas de Egipto como un desplazamiento forzado. Afortunadamente para ellos, en ese tiempo había espacio suficiente para aposentarse en otra parte. Ahora los fugitivos son un problema para los países vecinos, pues nunca se aprecia la riqueza que traen otros pueblos cuando llegan a la tierra que los acoge. Cuánto impactó a Estados Unidos en su desarrollo la llegada de los irlandeses, alemanes, italianos, etc.? Cuánto nos mejoró en Colombia la llegada de los venezolanos para incrementar nuestra extracción de petróleo de pozos que ya considerábamos exhaustos?
La historia de la humanidad es dura, pero seguimos vivos, adaptándonos a los cambios. Hasta cuándo?